Ingresá

Geoffrey Kondogbia, de Francia, y Nicolás López, de Uruguay, el sábado, durante la final del campeonato mundial sub 20 de Turquía, en el estadio Ali Sami Yen Arena de Estambul.

Foto: Georgi Licovski, Efe

Salute

2 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Uruguay vicecampeón mundial juvenil.

Un marco increíble. En la final en Estambul había miles de espectadores uruguayos que disfrutaron de un partido en el que la celeste jugó bien, tirando a muy bien, ante los poderosos franceses. El partido y su prórroga terminaron en empate, pero Uruguay podría haberlo ganado. Alguien debía llevarse la copa, y esta vez el elenco oriental la perdió en los penales. El título quedó del lado francés, en la segunda oportunidad en que la celeste llegaba a la final de menores de 20 años.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Arrancaron con una polenta sorprendente. Las primeras llegadas de los franceses a la defensa celeste demostraron la fuerza que tenían los galos, y eso siempre incomoda, tanto en la cancha como en la tribuna. Sin embargo, la gran llegada de peligro la tuvo Nico López, quien después de un error de la zaga quedó mano a mano con el muro amarillo que llegó para tirarla al córner.

Uruguay contaba con el aguante celeste y el de los turcos, que le permitieron ir para adelante cuando tenía que hacerlo y abroquelarse cuando fue necesario. Fede Gino Acevedo y Seba Cristóforo se repartieron la mitad de la cancha para combatir los avances de los franceses, que tenían en Pogba un clase A que terminó siendo elegido el mejor del campeonato.

Gastón Silva, tiempista para los cierres; José María Giménez, vivo para cortar el juego; Gianni para trepar y el Indio Velázquez demostrando mucha seguridad en su vuelta a la titularidad, que había perdido por aquella luxación en Florida, antes de partir, que casi lo deja fuera del campeonato. La defensa celeste tuvo un rol protagónico en un partido de mucho ida y vuelta. Atrás estaba Guillermo de Amores, que tuvo una sucesión de tres pelotas seguidas en los últimos minutos del tiempo regular, felizmente resueltas por el excelente arquero de Liverpool, que permitieron llegar al suplementario.

La entrada de Giorgian de Arrascaeta le dio un tiempo más de juego al equipo: una pausa más, la retención de la pelota y pases ajustadísimos que hicieron daño en la defensa francesa. Uruguay realmente jugó bien, hizo un partido inteligente y muy trabajado, de esos laburos que cuestan pero que, al mismo tiempo, sabés que les podés encontrar la vuelta.

El estadio se silenciaba y la tensión era medida por el marcapasos sonoro que llegaba desde las tribunas. No era un partido más para nadie, ni siquiera para los miles de turcos que estaban ahí y cantaban cada vez que aparecían las autoridades, para repudiarlas. Cada ataque, un sufrimiento. Esos momentos en que todo se congela y no sabés cómo reiniciarte. Todo se pone cálido y emocionante cuando ves que está ahí, que puede ser; por ejemplo, cuando al final el de Nuevo Berlín, Giorgian de Arrascaeta, pone un pase medido para Avenatti, que rola justo, hace un control exacto y define sobre la muralla amarilla, el arquero frances Aréola, que apenas, pero apenas, se queda con el tiro y con el campeonato, como después lo reafirmaría en los penales.

Los 120 minutos no fueron suficientes y la final del mundo se definió por penales, con ese resultado que todos conocemos y tanto nos duele. Uruguay no pudo quedarse con la copa y estuvo muy cerquita, por eso es que te amarga más. Por suerte, esto sigue y los pibes todavía tienen mucho por adelante.

Yo me vine hasta Estambul y me voy con una sensación extraña: la de ese mate recién hecho y que en la primera cebada sabe amargo, muy amargo, pero que con gusto me tomo todos los días, esperando el próximo. ■

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura