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Christian Stuani, tras convertir el segundo gol de Uruguay ante Colombia, en el estadio Centenario.

Foto: Pedro Rincón

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La celeste venció 2-0 a Colombia, lleva tres triunfos seguidos en las eliminatorias y quedó más cerca del Mundial de Brasil 2014.

Cuando el equipo tenía que aparecer lo hizo. Allá lejos queda el triunfazo en Venezuela, el primero de la racha. Luego llegó Perú y la selección ganó. Ayer, con un segundo tiempo demoledor, Uruguay metió el tercero al hilo que lo deja empatado con Ecuador en la cuarta posición. Esperanza siempre hubo.

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Era casi impensable sumar 22 puntos cuando faltan dos fechas. Se miraba y se veía lejos. Lo sabían todos: el Maestro, los jugadores, la afición. Pero el laburo siempre está en un grupo que no viene de ahora. El proyecto mostró sus mejores credenciales y las confirmó. Ahora el panorama es otro, mucho más cercano a Brasil. La próxima fecha será en Ecuador, ¡qué partido!

Uruguay tuvo un táctico clásico, con cuatro defensas en línea. De los cuatro volantes, el Cacha Arévalo Ríos fue el que estuvo más atrás y Nicolás Lodeiro el más próximo a los puntas, aunque en determinados momentos se metió en el doble cinco. Colombia ídem, quizá con James Rodríguez más suelto cuando atacó el equipo y Freddy Guarín como volante más de marca, rompedor pero con buen pie, siempre dando el pase preciso. Ésa es la dinámica de la selección de José Pékerman: el toqueteo propio del café y el juego aplicado del argentino.

A los 11 minutos complicó Colombia con tiro de James desde fuera del área, recostado sobre la izquierda, y respondió bien Fernando Muslera, que siempre está. Recién a los 15 minutos hubo un disparo al arco de David Ospina. Quizá haya sido la primera jugada con criterio de los celestes: Luis Suárez, Edinson Cavani y al final Lodeiro, que la apretó pero se fue afuera. Al rato Uruguay trepó. Por la izquierda se juntaban Jorge Fucile y el Cebolla Cristian Rodríguez, generando ataques interesantes. Un par consecutivos, con buenos desbordes que inquietaron la zaga cafetera. Lo interesante fue que se hacían más constantes.

Colombia seguro, siempre, con una confianza que le facilita el juego y el orden. Saben con el balón, lo quieren, lo respetan, lo hamacan. Y lo proyectan: esa tarea fue de Camilo Zúñiga, el lateral izquierdo. Una referencia constante desprendiéndose por su andarivel, sobrepasando al Tata Álvaro González en varias, y exigiendo en los cierres a Maxi Pereira. A los 26 minutos se la robaron al Cebolla en la mitad del terreno, Guarín se lanzó y le puso un pase quirúrgico a Radamel Falcao, que ganó el centro en el área y tiró abajo, apenas afuera. Fue la más clara.

A la izquierda se volcó una vez más la celeste. En la media hora de juego inquietó Suárez, muy solo pero rebuscándola, desbordando y enganchando a Mario Yepes. Lo hizo un nudo, pero nunca encontró al compañero dentro del área. Se terminó cayendo. El socio fue el Cebolla: muy participativo para irse y muy solidario, generó un libre que pateó el mismo Luis, propiciando una notable intervención de Ospina. Iban 40 y desde entonces Uruguay controló la posesión hasta el final, algo que no había logrado en la primera parte.

Casi los clavamos. Es fino el Mota Walter Gargano, ya lo ha demostrado. Venía de un partidazo en Perú, pero el Maestro prefirió darle fútbol para la segunda parte. Entró y desniveló. No iba un minuto del complemento y proyectó a Cavani mano a mano con los defensores y con Ospina. Sacó tremendo zapatazo que reventó el horizontal.

Bien, Uruguay. Renovado con los cambios, más prolífico, ambicioso, acorralando a Colombia contra su arco. Cavani ya no bajaría porque la colaboración fue de Cristian Stuani, volcado a la derecha. La celeste ganaba referencias en ataque, permanentemente buscando el espacio al vacío para ganar posiciones. Las chances del comienzo no fueron claras, pero fueron sólo celestes durante los 10 primeros minutos.

Colombia lucía sorprendida. Ya no tenía el toque ni la serenidad, ni la guinda. Era otro café. Pékerman reclamaba a los propios más orden y ajuste sobre los puntas celestes. Guarín no la veía y no se generaba fútbol amarillo. Iban 15 y parecía el momento celeste.

A los 62 hubo otra bien rica. La durmió en el toque Uruguay en la mitad de la cancha, se confiaba Colombia y la largaban al área por elevación. Bien Stuani, ganando la posición y bajándosela a Suárez, que le dio una tremenda volea. Se fue abajo, contra el palo izquierdo, ante la estirada del arquero cafetero, que no llegaba. Era más Uruguay.

Y siguió. Llegando a los 20 hubo un buen desborde por la derecha, ganando el fondo de la cancha en tándem entre el Mono y Stuani. El centro fue rasante, buscando el pie certero de los delanteros uruguayos que entraban. Ospina se adelantó a todas las intenciones y se arrojó en un gran gesto de intuición. Quiero al Mono siempre. ¡Qué banda derecha se creó con Pereira y Stuani! La abrió bien Arévalo, se fueron los dos en un tuya y mía para lanzar el centro al corazón del área, ahí donde Cavani midió mejor que todos y la mandó a guardar. Pagó el mejor juego y la mejor disposición. Sorprendido Colombia, Uruguay fue bicho y quiso más. Notable control de Gastón Ramírez, con la clase de siempre, la metieron al área ante la pasiva mirada del fondo colombiano y Stuani, que cambió el partido por la derecha, fue más rápido que todos y definió a quemarropa.

El golpe fue fortísimo. Colombia no encontró nunca el cómo. Pékerman apeló a los cambios pero ni así. Uruguay insistió sobre Ospina, buscando terminar ese partido tranquilo que nunca tenemos. Fue éste. Se sufrió bastante en el primer tiempo, se sacó adelante por juego y convicción. Bien, Uruguay. Te queremos todos.

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