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Una de las casas que se vieron afectadas por la crecida del arroyo Carrasco, ayer, en Paso Carrasco. Foto: Pablo Nogueira

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Evacuados por las inundaciones comienzan a acondicionar sus casas para regresar.

Esta semana, empezaron los operativos de retorno de las 3.500 personas que se estima que debieron abandonar sus hogares por las fuertes lluvias. Ayer, eran 503 los evacuados en todo el país, según los últimos datos del Sistema Nacional de Emergencia. Durazno y Canelones son los departamentos más afectados. En este último, la crecida del arroyo Carrasco dejó a 1.380 personas fuera de sus casas, luego de que el agua los tomara por sorpresa.

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Paso Carrasco es la localidad canaria que registró el mayor número de evacuados (380) y de autoevacuados (1.000). Ayer, había sólo 240 personas en campamentos de la Intendencia de Canelones. No se tiene registro aún de las personas que abandonaron sus hogares por su cuenta y continúan en casas de particulares.

El Centro de Barrio es uno de los lugares destinados a alojar a la gente evacuada. Entre el viernes y el sábado pasado, llegaron al local municipal unas 30 personas. Lilián Imbert y Francisca Mila son dos de las cinco señoras que aún estaban allí para asegurarse de que parara la lluvia antes de poner sus casas en condiciones y volver. Se manifestaron muy satisfechas con la atención que se les brindó. “Acá traen todo: comida, medicamentos, ropa. Todas las organizaciones nos han ayudado; no nos faltó nada”, dice Lilián, quien desde hace diez años vive en Flor de Mayo, una de las zonas más afectadas por la inundación.

A diferencia de lo sucedido en Durazno, donde la experiencia y el Sistema de Alerta Temprana les permitió estar más preparados, en Paso Carrasco la crecida del arroyo tomó a la población por sorpresa, y la gran mayoría salió de sus hogares con lo puesto. “Estaba acostada, y de repente veo un montón de lucecitas y a mi vecina que me llamaba. En diez minutos, se inundó todo”, cuenta Lilián. Ahora deberá limpiar y acondicionar su casa para volver. En estas tareas, dijo, la ayudará una cuadrilla, porque, al estar operada, no puede moverse mucho.

Francisca es jubilada y vive en el barrio 18 de Mayo. “El viernes, después de que paró la lluvia, estábamos tomando mate en la vereda, charlando con el alcalde y con gente del servicio social, y cuando quisimos acordar, el agua apareció por todos lados. En mi casa flotaba todo, hasta la heladera. Pero no me interesa, empezaremos de vuelta”, dijo. Sus hijos la ayudaron a subir sus animales al techo. De esta forma, pudo salvar de la inundación a sus once perros, cuatro gatos, pollos y gallinas.

Paso a paso

Luis Martínez, alcalde de Paso Carrasco, trabajaba ayer en el Centro de Barrio, coordinando los operativos de retorno. Dijo a la diaria: “La situación viene mejorando, y el arroyo está volviendo a su cauce normal. Los vecinos están regresando a sus domicilios. El trabajo que viene ahora es prevenir el riesgo sanitario, porque reventaron los pozos negros y hay muchos animales muertos”. Agregó que esta inundación fue superior a la de 2002, que también los afectó. “El arroyo Carrasco se desbordó: subió entre 300 y 400 metros. Hay mucha gente asentada en la ribera, en una extensión de un kilómetro a lo largo del arroyo”, contó.

Además de a los tres locales departamentales, algunos de los evacuados fueron a los campamentos armados con carpas del Ejército, ubicados en cuatro puntos distintos de la localidad. Uno de ellos alojó a las personas que viven en una de las manzanas más afectadas de Flor de Mayo, en su mayoría mujeres y niños. Lucía da Silva es una de las personas que se alojan en el campamento. Su casa, y las del resto, está a sólo una cuadra de ese lugar; cada tanto, van y monitorean la situación de sus viviendas. “No nos dio tiempo de sacar nada: en una hora, el agua ocupó dos cuadras”, explica. Lucía cuenta orgullosa que su campamento es “uno de los más organizados”. También destaca la solidaridad entre ellas: se ayudan, se cuidan las casas y reparten las donaciones entre todas, de forma que a nadie le falte nada.

Un grupo formado por algunas de ellas recorrió junto con el alcalde la cuadra donde viven. Durante el trayecto, a Margarita González, una de las vecinas, le suena el teléfono y atiende. Explica que está evacuada, que no puede ir a trabajar, y trata de hacerle entender su situación a la otra persona. Corta. Cuenta que la llamaron del trabajo, donde se desempeña como guardia de seguridad. Le dijeron que tenía que ir a trabajar. “Parece que no entienden la situación”, comenta. El alcalde le dice que se quede tranquila, que el municipio le firmará un papel para presentar en el trabajo en el que se explicará que está evacuada.

Cada una muestra su casa y cuenta cómo el agua o los robos, que no faltaron, las dejaron sin nada; aunque lo material, dicen, es lo que menos les preocupa. Sostienen que lo importante es que están a salvo y que los niños están bien.

Susana Varela es una de las vecinas referentes del barrio. Todas la conocen y acuden a ella cuando hay que resolver algo. Se mueve de un lado para el otro y conversa con el alcalde sobre el tema sanitario. Rápidamente consigue un cuaderno y anota la dirección y los nombres de las personas, para llamar a la barométrica y que ésta desagote los pozos negros. Susana es una de las personas que van a recibir una nueva casa, gracias a los realojos que está realizando la Intendencia. En el mismo lugar donde están las carpas del Ejército, se están construyendo ocho viviendas, que estarán prontas en abril. Se va a mudar a una de ellas junto con su marido y algunas de sus hijas y nietos. Según el alcalde, se comenzaron a construir 100 viviendas más en ese lugar, que estarán prontas a fin de año, mediante un acuerdo con el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. “Estamos hablando de una franja de más de 300 viviendas, aproximadamente, que están en la zona inundable; en el corto plazo, se podrá realojar a la mitad. No hay mucha cartera de tierras en Paso Carrasco”, concluyó.

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