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Fernando Martínez, de Malvín, ayer en el Palacio Peñarol, luego de terminado el quinto encuentro de la serie final de la LUB ante Defensor Sporting. / Foto: Pedro Rincón

La playa mata

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Malvín le volvió a ganar a Defensor Sporting, liquidó la serie final y consiguió su tercera Liga Uruguaya de Básquetbol.

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La coherencia de respetar los procesos, muchas veces soportando la dureza que implica no obtener los resultados. Eso es Malvín: la consolidación de un equipo y un entrenador, Pablo López, que llegó en 2006 y sigue al frente del equipo. No siempre se sale campeón, es verdad. Pero llevar adelante largos proyectos, bien combinados entre jugadores propios y ajenos, es disminuir considerablemente el margen de error. El año pasado perdió con el campeón Aguada, quedó con la sangre en el ojo y no descansó. No hay suerte en Malvín; quizá un poco de azar, como en todo juego. En la playa hay un campeón que perdió sólo siete partidos en el año.

La continuidad del entrenador también la han tenido sus jugadores: Fernando Martínez llegó el mismo año que López y fueron campeones; Reque Newsome arribó para salir campeón en 2010 y hasta sacó cédula uruguaya; Mathías Calfani hace un par de años que se sumó al playero desde Biguá y hoy fue determinante; Bruno Fitipaldo es la insignia de la casa, además del base de futuro con la selección, abanderado de un banco de suplentes íntegramente propio. Se sumó Nicolás Mazzarino, el mejor jugador uruguayo de los últimos tiempos en el exterior, y se mantuvo una dupla de extranjeros de los mejores, Richard Chaney y Djibril Kanté. Una de las bases del éxito en cualquier disciplina radica precisamente en buenos desarrollos técnicos y perseverantes esfuerzos (físicos y también económicos) por mantenerlos y proyectarlos.

Fue clave el minuto de tiempo solicitado por López cuando su equipo perdía por 8 al promediar la mitad del segundo cuarto. En adelante, Malvín no paró. Primero emparejó el trámite con un parcial de 11-2. Cerró el primer tiempo 30-29 y desde el tercer cuarto siempre fue arriba en el puntaje. Jugado con la sensación de que nada se puede escapar porque cualquier margen de diferencia podía ser el punto de inflexión que definiera el partido, el complemento fue de intenso cuidado.

Rubén Garcés y Robby Collum, 22 y 17 puntos, respectivamente, fueron determinantes en el conjunto violeta: los foráneos dieron la cara, aunque no les alcanzó. En Malvín ya se destacaba en el goleo Calfani, que terminó con 13 puntos y 7 rebotes, Fitipaldo fue el goleador de su equipo con 15, Newsome con partidazo, Mazzarino y sus 13 unidades. La copa se llenó de arena y se levantó alto en el barrio donde la gaviota vuela en un cielo azul intenso.

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