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Festejo argentino ayer en el Arena Corinthians de San Pablo, Brasil, tras el encuentro ante Suiza. / Foto: Peter Klaunzer, Efe

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Argentina le ganó a Suiza 1-0 y está entre los ocho mejores del Mundial.

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La selección argentina de fútbol se metió en cuartos de final de manera agónica con un gol de Ángel di María a los 118 minutos. Tras el 0-0 en los 90 minutos hubo que ir al alargue, y cuando la prórroga estaba por finalizar apareció el mejor de todos, Lionel Messi, que se sacó de encima a tres jugadores y habilitó a Di María, que apareció por la derecha del ataque albiceleste para perfilarse de zurda y patear esquinado al ángulo inferior derecho del golero suizo Diego Benaglio, que a pesar de la estirada no pudo llegar a tocar la brazuca. Con el triunfo, los dirigidos por Alejandro Sabella se metieron por tercera vez consecutiva en cuartos de final, y en esta edición del Mundial no enfrentarán a Alemania, como sí lo habían hecho en 2006 y 2010. El próximo rival de Argentina será Bélgica, al que se enfrentará en Brasilia el sábado a las 13.00.

Se comenta mucho, entre los especialistas, que Argentina ha hecho poco en esta cita mundialista y que ha clasificado a los tumbos. Tal vez sea cierto, pero está ahí, otra vez, entre los ocho mejores del mundo. Es que las debilidades que posee el equipo albiceleste de media cancha hacia atrás son siempre neutralizadas por el ataque, que es determinante. El estandarte y la bandera los porta el capitán y número 10, Lionel Messi, que, vaya a saber por qué, es muy criticado. El chiquitín nacido en Rosario, pero que fue futbolísticamente criado y moldeado en el Fútbol Club Barcelona, hace todo bien. Cuando no la manda a guardar, deja a sus compañeros de cara al gol, como ayer, cuando los minutos pesaban y el partido se iba a los penales. Entonces, cuando más se lo necesitaba, apareció Messi, para dejar en carrera al talentoso zurdo Di María, que jugó un gran partido y le dio con su gol la clasificación a Argentina. A esos dos genios se suman la capacidad y el dinamismo de Ezequiel Lavezzi y Gonzalo Higuaín, pero también hay que destacar la clase de Fernando Gago y las ganas de Javier Mascherano y Marcos Rojo, el lateral izquierdo de Sabella. Con todo eso, y con mucho esfuerzo, Argentina sigue a paso firme y comienza a agrandarse. No le fue fácil, porque Suiza hizo flor de partido y lo tuvo contra las cuerdas: el volante central Gökhan Inler es un relojito, y Xherdan Shaqiri fue un atacante muy peligroso. Ricardo Rodríguez, el lateral izquierdo de padre español y madre chilena, hizo un partidazo y fue la vía que tuvo el equipo de camiseta roja para salir por ese sector.

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Fue un partidazo y el final fue de película, porque tras los 90 minutos de juego se fueron al alargue. Con más ganas que juego, y con los físicos al límite del cansancio, metieron hasta el cierre. Ninguno quería ir a penales, y el partido se definió en los últimos suspiros. Pasó de todo; el gol de Di María a los 118 minutos, los festejos, la marca de los porteños, la presión de los suizos.

Fue vibrante, porque tuvieron que sufrir hasta el final: llegó un tiro de esquina que cabeceó el volante Blerim Dzemaili al palo, y la pelota rebotó en su pierna y se fue afuera. Pero había todavía más, porque el árbitro adicionó 3 minutos al segundo tiempo del alargue, y Suiza tuvo un tiro libre dentro de la medialuna.

Era la última, la única chance para el empate, que postergaría el triunfo argentino. Pero el remate de Shaqiri pegó en la barrera y el pitido final debe haber desatado los festejos desde Tierra del Fuego a Jujuy, con el grito contenido de los miles que pudieron estar ahí.

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