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SUINAU denuncia que cinco funcionarios no alcanzan para reducir a un interno: “¿Quién se encargaría de pegarle la patada?”

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Los trabajadores del Sirpa afirman que no son “pulpos” ni “Karate Kid”, por lo que es necesario que haya un sexto compañero encargado de la parte violenta.

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Desde el viernes el Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (Sirpa) cuenta con un protocolo de actuación en caso de situaciones de violencia protagonizada por adolescentes privados de libertad, algo que el gremio de los funcionarios del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (SUINAU) estaba reclamando desde hace un tiempo. En líneas generales, el nuevo protocolo es bien visto por los trabajadores. “Nosotros estamos dispuestos a aceptar cualquier propuesta de las autoridades. Que ellos dispongan y nosotros acatamos. Siempre y cuando saquen esas cámaras, para que podamos aplicar el protocolo en un ambiente íntimo y de privacidad. Con cámaras no hay acuerdo”, aseguró un representante del SUINAU. Pero entre los funcionarios no hay un consenso generalizado respecto de este tema. Es que según el nuevo protocolo, los internos deben ser reducidos por cinco funcionarios: cuatro que los tomen por las extremidades y un quinto que les coloque las esposas. “A mí no me cierran las cuentas. Dos lo agarran de los brazos, otros dos le sujetan las piernas, y otro le pone las esposas. ¿Quién se encargaría de pegarle la patada en las costillas?”, se preguntó uno de los funcionarios del Sirpa procesado con prisión luego de haberle propinado una paliza a varios internos en el hogar Ceprili el 24 de julio. “Esto es una prueba de que las autoridades no entienden nada de la situación en los hogares del INAU. Mucha teoría, mucho libro, pero les falta sentido común. ¿Qué se piensan que somos? ¿Pulpos? ¿Karate Kid? Es lo que siempre decimos, falta personal. Yo creo que dicen que hay que usar cinco funcionarios para no tener que gastar mucha plata en sueldos. Pero en eso también se equivocan, porque la persona que se encarga de pegar la patada no necesita demasiada capacitación, por lo que es una labor que se les puede encargar a los propios internos. Con un poco de manija, es fácil que un adolescente le quiera pegar a un compañero de celda”.

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