Son hinchas y entienden poco de racionalidad. Se miran a los ojos y no necesitan hablarse, pero está claro que la ilusión existe. Y tienen motivos: River le ganó 2-1 a Fénix, con un gol olímpico en la hora, de esos que van a quedar en la memoria durante mucho tiempo.
En ese momento mágico del festejo, cuando ya no quedaba nada, no importaba si el gol se lo daban a Cristian Bicho Techera o a Ignacio Pallas en contra. Más allá de lo que marque el formulario o de lo que pueda verse en las cámaras -efectivamente, se lo dieron a Techera-, para los hinchas darseneros va a quedar en el recuerdo como el gol olímpico que les dio el triunfo cuando se terminaba el partido, justo cuando el sol se escondía en la bahía de Montevideo.
River está en racha. Lleva cuatro partidos con victorias importantes, que lo mantienen en la cúspide de la tabla del Clausura, junto a los carboneros.
Después de la derrota ante Atenas, en la primera fecha del torneo, el director técnico Guillermo Almada realizó un par de variantes tácticas. Una de ellas fue el traslado de Gabriel Márquez a la zaga; quedó demostrado que el brasileño se siente cómodo en cualquier posición y que nunca pierde su estilo, tan norteño, de buen trato de pelota.
La otra modificación importante fue la llegada al arco de Gastón Olveira. Seguro y firme bajo los tres palos, el joven portero se ganó el puesto y es una pieza clave para el equipo de la Aduana. Arriba siguen los de siempre: Techera está intratable, Michael Santos siempre molesta y Leandro Rodríguez aporta lo suyo, con gran calidad.
El sol pegaba fuerte en el Parque Capurro y la gente se arrimó, en buen número, para ver un partido que terminó siendo muy emocionante y cambiante.
En el arranque, Fénix salió a ahogar a su rival achicando los espacios, y lo logró. La presión de los capurrenses mantuvo controlado el fútbol de River, que se fue activando con el correr de los minutos. Santos picaba y se prestaba el balón con sus compañeros en el ataque. Así llegó el primer gol, a los 35 minutos del primer tiempo: pase de Michael a Techerita, que definió con un toque fuerte, ante la salida del arquero Rafael García.
El mejor momento para River fue desde la apertura del marcador hasta el final del primer tiempo. Los de la Aduana sacaron la carpeta zde su fútbol de alta escuela y se adueñaron del esférico en todo el terreno de juego, robando los aplausos de los nostálgicos de la propuesta de Juan Ramón Carrasco.
Pero a la vuelta del vestuario la cosa cambió. Los albivioletas volvieron a presionar y River, rápidamente, sintió el desgaste. Facundo Boné y Cecilio Waterman empezaron a desnivelar en el ataque y aprovecharon cada balón que colocó Martín Ligüera.
Olveira estaba imbatible, pero un latigazo de Waterman, a los 59 minutos de partido, lo hizo dar rebote; el espigado volante Andrés Schettino lo corrigió y empató el partido.
15 minutos después, el ingreso de Ignacio Ratti en la mitad de la cancha fue un tanque de oxígeno para River. Los rojiblancos la fueron remando, pero sin perder la cordura.
Hasta que en la última pelota del partido, otro de los recién ingresados, Santiago Morro García, rescató un tiro de esquina. Lo tiró Techera y gol olímpico, justo en el final del partido; la mejor invitación para que los hinchas darseneros terminen la jornada con una birra fresca en la plaza Cuba, para brindar con los sándwiches que trajeron de Capurro.