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Antonio Pacheco, ayer, tras convertir el segundo gol de Peñarol ante Rampla Juniors, en el estadio Centenario. Foto: Pablo Vignali

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Peñarol aprovechó la oportunidad, ganó y quedó primero en el Clausura.

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No la dejó pasar. El carbonero ganó en el cierre de la 12ª fecha 2-0 sobre Rampla y volvió a la cima. La clave del equipo de Pablo Bengoechea fue una y bien grande: Marcelo Zalayeta. Gran partido del atacante en todas sus funciones. Además del gol con el que inauguró el tanteador jugó e hizo jugar al resto, siempre certero aguantando pelota, siempre preciso en los pases cortados hacia sus compañeros de ofensiva. Fue eso y poco más. Pero habla el resultado y la punta que consiguió. En dos semanas será el clásico y Peñarol llega como quiere. Gran parte del único torneo que queda por definirse se dictará ese fin de semana. Se palpita. Rampla, en cambio, va con Cerro en la que viene. Otro clásico, bien distinto, con los puntos del descenso como aliciente principal.

El picapiedra y su puzle por las bajas: el arquero Bernando Long, expulsado, César Vargas y Luis Machado, ausentes por acumulación de amarillas, y Richard Núñez, por decisión técnica. Así las cosas, Rampla, local en el estadio Centenario, alineó a Danilo Saen bajo los tres palos; Diego Barboza, Danny Tejera, Alejandro Rodríguez y Maximiliano Montero en la zaga; como volantes Gonzalo Vega, Diego Galo, Marcel Román y Emanuel Cuello; en ofensiva Paul Dzeruvs y el argentino Muriel Orlando. En cambio, Peñarol se recita casi de memoria: La novedad fue Viera suplantando a Carlos Valdez, quien también estaba suspendido por cinco amarillas.

El primer tiempo fue discreto para ambos lados. Lo más grande, por razones obvias, fue el gol de Zalayeta pasada la media hora de juego. Notable remate del delantero, con giro incluido y disparo inatajable. El talento abre partidos. Hasta ahí había ganado la escasez de situaciones de gol. Peñarol optó por asociaciones por las bandas. Por derecha o por izquierda parecía darle igual, mientras lo importante fuera abrir la cancha. Para eso intercambiaba de costado a Urreta y al Japo. Pero todo moría en el fondo de Rampla. El picapiedra fue pragmático. Se cerró bien junto a su arquero y pegó a Galo, que juega bien de 5, junto a los defensores. Arriba, la explosión de Dzeruvs y el argentino Muriel fue lo más interesante. Pudo empatar luego de un córner, pero Tony Pacheco estaba en la línea para salvar a Peñarol. Para el complemento Rampla se tiró por el empate con todo lo que tenía. Metió los tres cambios con la idea fija de atacar más. La primera de aviso fue de Richard Núñez, quien tiró desde afuera del área y la pelota se fue cerca del ángulo derecho de Migliore. Por unos buenos momentos dio la sensación de que, mientras Peñarol no cerrara el trámite, el picapiedra tenía chances de empatar. Hasta que llegó la mano fuera del área de Alejandro Rodríguez que el asistente Changala señaló como penal. Podría ser hasta dudoso si esa pelota contra un brazo era infracción, eso era lo dudoso, pero lo que nunca podría haber pasado es haber sancionado como que la infracción había sido dentro del área y que por tanto era penal. A Pacheco no le incomodaron las protestas e hizo su trabajo. El 2-0 dio la tranquilidad y la punta, una vez más. Ratificarla será su deseo, justo en el partido más lindo de todos. El clásico se vive a partir de hoy.

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