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Un divino tesoro

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Si a la pasada uno escucha al narrador diciendo que el cuadro nació un 1º de mayo y que las primeras reuniones de trabajadores de la josefina Libertad resistiendo a la última dictadura se organizaron en la sede de Juventud Unida, es inevitable que se arrime hasta el fogón queriendo saber un poco más de esa historia. Y sí, tiene sentido.

Juventud Unida es hoy el único invicto que le queda a la copa de clubes de OFI, y es el elenco que eliminó al último campeón. Pero todo eso, aunque sea la mejor de sus tres campañas en el máximo certamen de clubes chacareros, no deja de ser algo anecdótico.

El origen de los vientos que soplan este molino, que ya tiene un triunfo 2-1 en cuartos de final para soñar el fin de semana con llegar a las semifinales, se remonta a 1943. Sin muchos más motivos que las ganas de juntarse de un grupo de amigos y conocidos que querían participar en el fútbol no institucionalizado de Libertad, nació Juventud Unida. La razón del nombre no es otra que la de la creación: jóvenes que se juntaron; así, sin mayores rodeos.

Se vistieron con rayas verticales negras y blancas durante algunos años; después, en 1948, cambiaron el negro por el azul; y finalmente en 1951, después de ver a Ferro Carril Oeste en una tapa de El Gráfico, decidieron pasar al verde con vivos blancos. Y ese amor fue para siempre. De hecho, hoy en día, todo lo referente a Juventud Unida es verdolaga. De verde, incluso, un hincha pintó su caballo para un festejo

La historia de Juventud Unida de Libertad supo de reuniones en el comercio de ramos generales de Omar Otegui con las cortinas recién bajadas y cajones de verduras como asientos de dirigentes; “¡éramos tan pobres!”, exclamó el ex dirigente José María Cassoti cuando fue entrevistado para el documental que realizaron los estudiantes de Comunicación Juan Antonio Lemes, Tamara Gutiérrez Kurz y Facundo Pérez Piñeyrúa, y del cual surgen varios datos neurálgicos para este artículo. Juventud supo lo que era festejar un título en 1959, con Zidane en la cancha, aunque no Zinedine sino Cacho. La institución supo crecer como tal pero no sólo por el logro deportivo, sino porque en aquel momento se gestionaba la compra del campo de la familia García en el que Juventud venía siendo local. Hubo campaña de socios vitalicios y mucho esfuerzo dirigencial para hacerlo posible; y fue posible. En 1968 fue por la sede. Y ahí anduvo también Omar Otegui metiendo horas en la obra aun cuando en la cancha se estaban jugando desempates por posiciones de privilegio. En esa sede se realizó la primera reunión de trabajadores de Libertad en épocas de la dictadura, la que miró a Juventud no necesariamente como una institución aliada. “En esa misma época en alguna ocasión nuestra Institución fue tildada y señalada por las autoridades”, comentó a la diaria Juan Lemes, quien además de realizador del documental es dirigente de Juventud Unida. En esa sede siguieron germinando ideas para que Juventud, con impulso similar al de Otegui metiéndole al ladrillo más allá del resultado en la cancha, continuara creciendo. La historia de Juventud ha sabido de ciclismo, frontón, bochas y hasta de natación, ya que en los 80 se construyó una piscina. Está claro que es una institución, y no sólo por la infraestructura (cancha de fútbol sin nombre pero con riego computarizado, cancha de fútbol infantil, gimnasio, cancha de fútbol 5, piscina, frontón y cancha de bochas, además de su amplia sede con cantina incluida) sino por sus más de 500 socios (que pagan $ 80 la cuota) y por sus sacrificadas rifas anuales de autos y viajes que permiten sobrevivencia y desarrollo. Hasta un ómnibus supo tener. Tal vez impensable cuando las sillas eran cajones de verduras después que Otegui bajaba la cortina de su comercio. La historia de Juventud, que ha navegado por los mares de la liga de Libertad, por la Liga Mayor de San José y hoy por la de Ecilda Paullier, está nutrida de títulos, pero parece claro que del departamental de 1973 es el que más marcó a la institución.

En aquel plantel hubo varias figuras, entre ellas Jorge Tete Barboza, que después fue a Peñarol y siguió levantando copas, incluyendo una Teresa Herrera. La hinchada, que tiene su facción más colorida, movediza y bullanguera con ‘Los empalagosos de Lavalleja’, merece un capítulo aparte. De hecho tiene una pieza audiovisual aparte en el trabajo de Lemes y compañía. “La mejor hinchada que puede haber es la de los verdes. Tenés la hinchada de Juventud a favor, y tenés todo a favor”, dice Nelson Firpo, uno de los campeones del 73.

Este fin de semana pretenderá que los vientos que vienen soplando desde 1943 sigan haciendo girar el molino vuelto gigante.

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