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Gonzalo Porras e Iván Alonso, de Nacional, festejan el gol a Plaza Colonia, anoche, en el Parque Central. Foto: Federico Gutiérrez

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Nacional derrotó 1-0, de penal y en la hora, a Plaza Colonia.

El goleador no perdonó. Prácticamente en la última jugada del partido para los tricolores y luego de que la defensa de los colonienses restara un centro que vino desde la derecha, Gonzalo Porras fue enganchado en el área y el árbitro Javier Bentancor pitó la pena máxima. Iván Alonso le pegó fuerte y al medio, y el Parque Central explotó. Fue el grito rabioso de un partido ganado sobre la campana, el festejo de cuando se intenta todo y no se puede nada. Son tres puntos importantes que ponen al bolso otra vez entre los de arriba, a un punto del primero, Wanderers.

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El partido de ayer se caracterizó por tener a Nacional como protagonista en el ataque y a Plaza Colonia seguro en la defensa; así transcurrió prácticamente en su totalidad, con el local yendo y el visitante aguantando. El equipo que dirige Gustavo Munúa jugó bien y como acostumbra, con mucha movilidad de pelota, siempre por abajo y buscando abrir la cancha entre laterales y medias puntas. Esa parte del libreto la aplicó bien Nacional y, por lo general, la conducción corrió por cuenta de Ignacio González. Plaza, que planteó el encuentro con vocación defensiva y jugando al contragolpe cuando pudo soltarse, fue un muro en el que rebotaron todas las pelotas. Anduvieron muy bien el arquero Kevin Dawson y la última zona. Cerca de su arco, los colonienses tejieron una eficaz telaraña en la que se enredaron todos los remates tricolores. No sería atinado, pues, acusar a Nacional de carecer de precisión en los últimos pases para definir: buena parte del mérito corrió por cuenta de la defensa de los patas blancas.

Ambos tiempos fueron calcados. Cuando no pudo entrarle a Plaza, Nacional buscó con centros y con tiros desde larga distancia. En el primer tiempo, Alonso y el argentino Alejandro Barbaro intentaron desde afuera, sin suerte; en la parte complementaria, Nacho González pegó un tiro libre contra el lateral de la red. Además, antes y después, en los dos segmentos de 45 minutos, los puños de Dawson sacaron todo el resto.

Los colonienses corrieron al viento. Luego de un rechazo largo de sus compañeros, a los 41 minutos el delantero Federico Puppo le ganó en velocidad a la zaga tricolor, pero Estaban Conde atajó su tiro cruzado. Una suerte de replay se dio en el arranque del segundo tiempo, también con Puppo en velocidad, a quien se sumó Nicolás Dibble como socio. Salvo el primer tiro, los albiverdes nunca crearon peligros mayores para Nacional.

Munúa apeló a las variantes cuando el partido estaba trancado y el reloj se había convertido en un enemigo. Los minutos pasaban, pero los goles no llegaban. Primero puso a Rodrigo Amaral para darle potrero al orden, luego le dio ingreso a Sebastián Abreu para intentar ganar en la cancha de arriba. Fue un buen diagnóstico, porque la desesperación en el fútbol siempre tiene forma de centro al área, por más criterioso que se quiera ser. Leandro Otormín, el último cambio tricolor, contó con una oportunidad a los 87 minutos, tras una peinada de Alonso, pero el tiro de volea se fue alto. Y fue precisamente el último centro al área que tiró Nacional el que derivó en los pies de Porras, el enganche del volante, la falta, el penal y el agónico chorro de luz en tres colores.

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