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Bruno Fitipaldo de Uruguay y Augusto Lima de Brasil, ayer, en el Palacio de los Deportes, en Ciudad de México. Foto: José Méndez, EFE

Con tabla propia

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Uruguay debutó en el Preolímpico con triunfo 71-57 ante Brasil; hoy el rival será Panamá.

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Gracias a un buen cierre en el tercer cuarto y al mejor inicio del último período, Uruguay ganó ayer su primer punto en el torneo FIBA Américas de México, clasificatorio para los Juegos Olímpicos que se realizarán el año próximo en Río de Janeiro. Luciano Parodi y Nicolás Borsellino, ambos ingresando desde la banca, fueron valores fundamentales para la victoria celeste, sobre todo en ese tramo de partido mencionado. Si bien no fue un juego de los mejores, Uruguay lo ganó por su defensa y por la consistencia en rebotes tanto defensivos como de ataque; bajar esas pelotas en la pintura norteña fue vital para conseguir puntos de segunda oportunidad cuando el aro estaba cerrado. Hoy, desde las 14.00 de nuestros relojes y ante Panamá, será el segundo juego del equipo que dirige el argentino Adrián Capelli. El de hoy es otro de los puntos necesarios para estar en la fase final, quizá ante el rival más directo que teníamos hasta ayer, aunque el triunfo sobre Brasil reposicionó (y mejoró) la perspectiva celeste.

El goleo de los nuestros ayer fue parejo. Bruno Fitipaldo terminó adelante con 12 puntos, Mathías Calfani y Parodi hicieron 11, mientras que Mauricio Aguiar cerró su planilla con 10. Pero más allá de los goleos personales, el fuerte de la selección uruguaya fue que cada uno apareció en los momentos justos y haciendo la tarea necesaria.

El Pica Mauricio Aguiar fue el primero en aparecer en el quinteto inicial que completaron Martín Osimani, Fitipaldo, Calfani y Kiril Waschmann cuando las cosas no salían en el primer cuarto. Como el goleo fue bajísimo -terminaron 12-12- 5 puntos del Pica alcanzaron para estar ahí. El segundo cuarto fue idéntico: juego cortado, con las defensas por sobre los ataques (aunque el desmérito era netamente ofensivo, con ambos equipos forzando tiros y abusando desde el perímetro), con poca claridad de juego. La virtud de Uruguay fue sacar jugo de ese panorama. Se adueñó de ambas tablas, y lo que no se embocaba de lejos se hacía de cerca. Reque Newsome fue el primero en desatarse en esa labor, luego apareció Borsellino en toda su dimensión. Y es la verdadera explicación de por qué Uruguay se mantuvo en juego: con sólo 18% de aciertos en tiros de campo (que apenas subió del 20% en el primer tiempo) los nuestros llevaban 9 segundas oportunidades tras rebotes ofensivos y 10 puntos gracias a esas segundas chances.

El tercer cuarto fue siempre de atrás porque Brasil ajustó y encontró consistencia en el gol. Fue casi al final de esa parte que apareció Parodi, bien secundado por Borsellino (que llevaba en ese tramo 7 rebotes de los 8 que consiguió, 5 de ellos ofensivos), y la celeste sacó diferencias. Fitipaldo se encendió de tres, Parodi también, en la pintura propia la marca era rabiosa, y la diferencia se fue agrandando. Osimani en bandeja abrió un margen de 10 puntos a favor, con libres Calfani estiró a 13 unidades, mientras que en Brasil sólo apareció Marquinhos, quien terminó siendo el goleador del juego con 21 puntos. La diferencia del final fue la máxima.

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