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Racing y Danubio no pudieron salir del 0-0.

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Frío y calma. Una cancha, dos equipos; muy poco fútbol. Tarde gris en el Parque Roberto, con un clima raro y unas gotas que cayeron en lo peor del baile. Nada salió, todo pereció. Racing y Danubio engañaron, fueron cómplices perfectos y se conformaron con un insignificante 0-0 que ilustró exactamente la mala racha de los dos.

El arranque fue el misterio, y el transcurso lo cortó. Danubio jugó a su negocio. Llegó a Sayago con nuevo técnico, Luis González, quien asumió el cargo en reemplazo de Jorge Castelli. La base del equipo danubiano fue la misma, aunque el ingreso de Carlos Maravilla Grossmüller dejó entrever un cambio de sistema.

En la primera, tras una gran apilada de Marcelo Sarachi, el Galgo Jorge Graví pudo haber puesto un golazo. Con lo que le quedaba, el volante punteó la pelota, aunque se encontró con un gesto técnico fenomenal de Jorge Contreras. El Loco ya estaba jugado, pero dejó estirado su pie a la lógica, por inercia, y sofocó la apertura del marcador.

Enseguida Racing reaccionó. Ernesto Dudok robó balones en el medio y se sacó como papa caliente la pelota. Juan Pablo Rodríguez y Diego Zabala eran los encargados de poner a tiro a los delanteros Líber Quiñones y Jonathan Ramis; este último jugó de titular por primera vez con los de Sayago. La más clara fue un cabezazo del Gordo Quiñónez que, con otro gesto técnico exquisito, Franco Torgnascioli voló para sacar. Hasta ahí, todo bien.

Con el correr de los minutos el juego cayó en un vacío, y los jugadores no le encontraron la vuelta. Fue friccionado en el centro y la pelota quedó ahí. El complemento arrancó con el mismo engaño. De movida, pareció cambiar el rumbo; pero no. Juan Manuel Olivera se mandó una linda apilada por la izquierda y dejó solo a Gonzalo Barreto con el arco servido. El delantero, casi desde el área chica, no encontró comodidad y terminó pateando por arriba. Hasta ahí llegamos.

Con un envidiable césped y jugadores de buen pie, ninguno de los protagonistas le sacó jugo a la jornada. El partido se estacionó en el medio, y las tarjetas aparecieron a mansalva. Ambos entrenadores movieron fichas para alivianar los errores, pero los espacios no aparecieron. Para peor, el volante danubiano Ignacio González duró 13 minutos en la cancha, por una dura entrada a destiempo a Leandro Ezquerra, que debió ser amarilla, aunque para Jonathan Fuentes fue roja directa.

Ese contexto modificó lógicamente el trámite, y Racing se fue decidido a ganar, aunque podría haber perdido. González cumplió con el mandato del técnico que debuta, y prefirió cuidar el empate al mandar a Pablo Lima (que regresó al club) por Juan Manuel Olivera. Ninguno se la jugó y ninguno ganó.

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