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Leandro Barcia, de Nacional, y Rodrigo Viega, de Peñarol, en el clásico del jueves en el estadio Centenario. Foto: Iván Franco

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La Copa de Verano y un nuevo clásico.

Amarillo y negro; rojo, azul y blanco: la magia de los colores en el partido con más historia del fútbol nuestro de cada día. Será el segundo enfrentamiento clásico en lo que va del año, en menos de una semana. Las hinchadas están de fiesta. Sin embargo, desde ambos clubes surgieron voces que no están de acuerdo con jugar este tipo de partidos en el medio de la pretemporada, teniendo en cuenta las exigencias que suponen. Así y todo, el ganador es siempre el mismo: negocios son negocios y con la ley del mercado no se juega, o nadie asume el riesgo de jugar a otra cosa.

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Primero fueron los entrenadores, Gustavo Munúa y Pablo Bengoechea. Después, esta semana salieron a escena los preparadores físicos: Jorge Franco, de Nacional, y Modesto Turrén, de Peñarol. También varios jugadores sostuvieron la misma línea de pensamiento: por las fechas en que se juegan, los clásicos de verano no colaboran en la preparación de los equipos. No son oportunos ni ayudan al objetivo de alcanzar altos niveles de rendimiento, sobre todo teniendo en cuenta la doble competencia que Nacional y Peñarol deberán afrontar desde febrero, porque, precisamente, estos partidos interrumpen los tiempos de cualquier planificación.

Como si fuera poco, así, medio entrenados, medio exigidos, hay una olla de grillos pública que, previa, durante o después de los partidos -y sus resultados-, genera una tendencia a creer que el perdedor puede quedarse sin entrenador. Qué curioso: suele ser la misma olla que festeja procesos a largo plazo y que reclama una mejor preparación internacional para que un cuadro uruguayo vuelva a ser campeón de la Libertadores. Vivimos de paradójicas contradicciones.

Volviendo a los actores del juego, en esto de coincidir, todos cerraron sus discursos con un concepto similar: hay que adaptarse. Como si valiera lo mismo despertar que soñar.

Cabeza de pelota

Hoy a las 21.15 Peñarol y Nacional juegan el segundo clásico estival en el estadio Centenario. Antes, a las 18.30, el brasileño Palmeiras y el paraguayo Libertad abrirán la Copa de Verano. Los ganadores de cada partido jugarán la final el sábado a las 22.15, mientras que los perdedores se enfrentarán por el tercer puesto a las 20.00.

En ambas oncenas puede haber variantes de última hora, en la medida en que ninguno de los entrenadores confirmó sus titulares. Las dudas son pocas. Por ejemplo, en la última práctica de ayer Munúa paró el siguiente equipo: Conde en el arco; línea de cuatro con Fucile, el debutante Cabaco, Polenta y Espino; Romero, Porras y Cabrera en el mediocampo; y Barcia, Fernández y Ramírez en la zona de ataque.

Por su parte, el Peñarol del Profe Bengoechea saldría a la cancha con Guruceaga bajo los tres palos; los defensores serían Aguirregaray, Valdez (o Mac Eachen), Guillermo y Gianni Rodríguez; la mitad de la cancha repetiría con Viega, Nandez, Aguiar y Albarracín; y la novedad estaría en el ataque, con las posibles vueltas de Forlán y Zalayeta.

Para hinchar

Las entradas para el partido de esta noche siguen a la venta en los locales de Redpagos hasta las 18.30, pero desde esa hora y hasta 15 minutos de empezado el primer tiempo los hinchas tricolores las podrán comprar en el Parque Central y los carboneros, en el Velódromo. Los precios son: Ámsterdam y Colombes, socios $ 200 y generales $ 300; Olímpica, $ 250 y $ 350; América, $ 350 y $ 450.

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