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Empresarios de Punta del Diablo mantienen a extranjeros alojados en condiciones “inhumanas” y les cobran 50 dólares la noche

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Centenares de europeos llegan al país con la promesa de unas vacaciones paradisíacas y terminan trabajando 12 horas para desagotar un pozo séptico.

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Si bien no se han divulgado datos oficiales sobre la marcha de la temporada estival, los principales operadores turísticos consideran que el comienzo ha sido “positivo”. Una de las principales novedades es el regreso de turistas argentinos, algo que causó “alivio” en el sector, ya que, según explicó el representante de una cámara empresarial del ramo, se temía que “con la llegada de [Mauricio] Macri al poder y la vuelta de las libertades civiles y el Estado de derecho a Argentina, los exiliados políticos que venían a Punta del Este y otras zonas exclusivas de la costa decidieran quedarse en su país”. Pero finalmente esto no ocurrió. “El perfil clasista del turista argentino, que no quiere mezclarse con la clase media de su país, junto con el perfil racista del turista brasileño, que llega a Uruguay escapando de los negros, hace que el turismo de alto nivel siga generando ingresos”.

Al mantenerse el nivel de actividad también se mantienen las oportunidades de negocios para los empresarios del sector, algo que no siempre tiene consecuencias positivas. En las últimas horas se conoció la noticia de que un grupo de ciudadanos paraguayos que trabajaban en el restaurante El Joven Marino no tenían papeles en regla y además vivían hacinados en un depósito que no reunía las condiciones mínimas para funcionar como alojamiento. Desde el gobierno reconocieron que este tipo de situaciones no suceden exclusivamente en Punta del Este. “Hemos recibido muchas denuncias de extranjeros que vienen a Uruguay con la promesa de unas vacaciones paradisíacas y terminan viviendo en un rancho de dos por dos metros, que se promociona como ‘cabaña’ y no tiene las mínimas condiciones de higiene”, explicó un jerarca del Ministerio de Turismo. La mayoría de las víctimas de este tipo de explotación provienen de Europa del norte, y ni bien llegan a Uruguay deben trabajar en jornadas de 12 o 14 horas tapando goteras o desagotando algún pozo séptico. “Lo peor es que les cobran 50 dólares la noche. Estos empresarios son peores que los coyotes de la frontera entre México y Estados Unidos”, opinó el jerarca consultado.

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