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Iván Silva, de River Plate, y Joaquín Ardaiz, de Danubio, ayer, en Jardines del Hipódromo. Foto: Pablo Vignali

Danubio derrotó a River Plate y sigue siendo uno de los punteros

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Este era el partido estelar de la tarde del domingo, sobre todo por lo que se jugaba Danubio en su estadio de Jardines del Hipódromo. Y no defraudó. Los franjeados de la Curva de Maroñas buscaban ganar para volver a quedar cómo líderes del Uruguayo junto con Nacional. Por su parte, River Plate, que pasa por un momento de transición, con el Caballo Pablo Tiscornia como entrenador y con el objetivo de sumar puntos para la próxima temporada, ya que está muy lejos en la tabla de posiciones, se plantó como visitante y logró hacer un gran primer tiempo. Antes de que corriera el minuto de juego, obligó al gran Michael Etulain a estirarse; se mandó un atajadón para salvar su arco. Avisaba la dársena, que después de esa jugada lograría neutralizar los ataques danubianos, al tiempo que con los veloces Matías Saavedra, Matías Jones y Alexander Rosso empezó a complicar a la línea de cuatro de Danubio, que al igual que en la zona de volantes, tenía algunas bajas.

La mitad de la cancha parecía no existir; los ataques de los dos equipos eran de ida y vuelta, con mucho vértigo. El 1-0 de River, con el que se fueron al entretiempo, llegó a partir de una buena ejecución de un tiro libre que vino desde la derecha del ataque darsenero y se metió en el área con una buena rosca de Jones, una peinada en el primer palo de Alexander Rosso, luego generó varios rebotes, una atajada de Etulain y, en el medio de la carambola, la pelota terminó entrando en el arco danubiano. Era muy difícil ver si esa pelota había entrado, pero daba la sensación de que el golero franjeado la había sacado de adentro, por lo que Alexander salió a festejar como loco su gol con sus compañeros.

Estás loco, Juan Manuel

El ingreso de Ignacio González para jugar el segundo tiempo en Danubio avizoraba la posibilidad de buenos momentos. El sanducero cumplió 100 partidos con la casaca danubiana; esa cantidad de apariciones en Primera División con la misma camiseta, con sólo 22 años, es algo para celebrar.

Si el primer tiempo había arrancado con mucho dinamismo, ni te digo lo que fue la segunda etapa. De pique, a los seis minutos, Juan Manuel Olivera, el Flaco, se mandó una muy buena jugada en una baldosa, pasó la pelota de zurda hacia el medio del área chica y la encontró el supergoleador salteño Jonathan dos Santos, que la mandó a guardar y puso el empate tempranero y su cuarto gol en el campeonato (todos fueron marcados en los últimos cuatro encuentros). Qué decir de Olivera -llegó a su quinto gol en el torneo-, que es el símbolo de este club que comparte con Nacional el liderazgo del Uruguayo, es el capitán y no sólo hace goles, sino que los da. ¡Y qué gol que hizo! El centro fue de Nacho; la habilitación, un taco previo; y el gol, un tacazo al estilo escorpión de René Higuita, que inventó Juan Manuel para poner el segundo gol -golazo- danubiano. Después hubo algún ataque más, con el ingreso del potente juvenil Joaquín Ardaiz, y los franjeados se dedicaron a aguantar en el fondo los embates de un River que nunca claudicó. El triunfo danubiano fue fundamental para su objetivo: pelear el Uruguayo hasta el final. La franja de Leonardo Ramos es uno de los líderes, con méritos de sobra por juego, rendimiento, hacer pesar la localía y salir a todas las canchas de verdad. ¡Salve, Danubio!

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