Miro el reloj, va un cuarto de hora, ya estoy agarrotado, y antes de escribir trato de abrir mi cabeza para no extender a ustedes un día después la inexplicable presencia de Sebastián Ribas, un 9 chocador y de área para un equipo que supuestamente tiene prohibido meter un ollazo. No lo hago, no lo puedo hacer, porque tengo que reseñar esa increíble atajada de Nicola Pérez y el gol de Marcos Ruben, que a los 18 minutos, y en plena área chica, anotó el primero de Rosario Central.
Aunque te digan lo contrario, el fútbol, como juego, también obedece a ciertos principios lógicos: si sólo se juega en tu campo, si sólo soportás ataques, si no tenés nunca la pelota, tarde o temprano te van a clavar. Y eso fue lo que pasó, cuando aún quedaba mucha tela por cortar.
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A esa altura me preguntaba para qué sirve establecer o poner el sticker del 4-3-3. En este caso, sólo para el papelito de prensa de River, porque, desde el punto de vista de la estrategia y del desarrollo del juego, los tres de arriba no lo son, o peor, sí lo son, pero nunca la podrán tocar y, por tanto, incidir en el juego, y los tres del medio serán hijastros del determinismo futbolístico y, cual castigo de la mitología griega, quedarán confinados a echar cola todo el partido. Entonces sólo jugarán, o jugarán con ellos los cuatro de atrás y el uno, porque el golero juega, decía el gran Mario Patrón. Y jugar será sacar y sacar y sacar todo cuanto se pueda, sin GPS para ubicar a sus compañeros del medio y, mucho menos, a algo que se mueva allá arriba, a 70 metros de distancia.
Con todo, se hizo más soportable para River el fin de la primera parte, aunque nunca dejó la impresión de emparejar el juego. Hubo un intento de rearmar la cosa con cambios, que seguramente fueron establecidos por teléfono por Juan Ramón Carrasco, que, suspendido, vio el partido desde un palco, pero, a los 12 de la segunda parte, los canallas metieron otro ataque infernal con pelota filtrada para Germán Herrera, que cortó el fainá con derecha y se lo comió con zurda colocando el 2-0. Apenas 4 minutos después, otra gran maniobra ofensiva de Rosario Central terminó en los pies de Marcos Ruben, que, muy hábil, se abrió a la izquierda y sacó un sablazo impresionante para poner el 3-0.
Quedaba muchísimo, pero el riverense Pablo Noni González pisó fuerte en la mitad de la cancha e hizo conexión con Fernando Gorriarán y, tras doble pared, Michel Santos puso el 3-1. Al ratito, Marcos Ruben tuvo ganas de llevarse la pelota, y por eso metió un zurdazo de aire de 35 metros para colocar el 4-1.
La semana que viene, cuando se invierta la localía, esperemos que también se inviertan los niveles de juego y la estrategia.