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Leonardo Gamalho y Sebastián Eguren, de Nacional, festejan el segundo gol de su equipo a El Tanque Sisley, el sábado, en el Parque Central. Foto: Santiago Mazzarovich

Fiebre de sábado a la noche

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Con varias bajas por paperas, Nacional se reencontró con la victoria ante El Tanque Sisley.

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Anteayer, Gonzalo Porras y Sebastián Fernández fueron las dos bajas de último momento. Gustavo Munúa quería ponerlos, pero tuvo que ingeniárselas para sustituirlos. Sus nombres engrosaron una lista de afectados por paperas en la que ya había otros tres: el habitual titular Leandro Barcia y los usualmente suplentes Matías Cabrera y Mathías Olivera. Pero la vuelta de Sebastián Gorga al banco tras superar la enfermedad fue un consuelo nimio: además de las cinco ausencias mencionadas, el entrenador tricolor cargó con las de Erick Cabaco, Kevin Ramírez e Ignacio González, por otros motivos sanitarios.

No obstante, Nacional supo cómo superar a El Tanque Sisley en el Parque Central. Aunque con algún sobresalto, ganó 3-1 y enterró una racha de tres fechas sin victorias en el Clausura.

El entrenador apostó por Sebastián Eguren en el mediocampo y por el brasileño Leonardo Gamalho en el ataque. Dueño de rezos antes de cada partido y de dudas generadas por el desconocimiento previo a su cercano arribo, el atacante se despachó con un partidazo. Su altura no le quitó precisión en los pies. Además, le puso un pase soñado a Cristian Tabó, quien ganó espaldas para quedar mano a mano ante Leandro Gelpi y definir entre sus piernas, con poco espacio y desde una posición sesgada. Se jugaba el minuto nueve y Nacional ya ganaba 1-0.

Habría tiempo para un tanto del brasileño, pero antes pasarían otras cosas. Primero, la sensación de que los tricolores podían golear. Leandro Gelpi, arquero de El Tanque, fue figura: sacó remates de distancia, ahogó a Jorge Fucile en otro mano a mano y le atajó un cabezazo al norteño.

El peligro repetido sobre la valla verdinegra se concentró en el arranque, cuando la habitual osadía de los equipos de Julio César Antúnez expuso demasiado a El Tanque. Con Matías López y el sacrificado Juan Carlos Amado como únicos volantes, y un enganche y tres puntas ausentes del balance defensivo, los fusionados padecieron en una jornada en la que Munúa reacomodó el equipo con un 4-3-3 efectivo. Gamalho jugó entre el siempre peligroso Nicolás López y un encendido Tabó.

La visita necesitaba ajustes para evitar la goleada. Antúnez los hizo cuando comprometió con la marca a los volantes Gastón Machado y Yuri Galli. Peligroso y rápido en el encare, este último metió un pase eclipsado por la notable culminación de su receptor: el francés Walter Vaz regaló un movimiento perfecto, burló a Diego Polenta y definió con maestría para empatar cuando iban 23 minutos. Vendrían dudas defensivas tricolores ante los aportes de Galli y la habilidad de Matías Romarito Acuña.

Pero, aunque más espaciadamente, Nacional seguiría siendo peligroso y conseguiría evitar esos nervios implacables con los equipos grandes que no ganan. A los 10 minutos del complemento, Gamalho hizo su gol con un cabezazo posterior a un tiro libre de Tabó, que le devolvió la gentileza. Fue el comienzo del lento final de El Tanque, que no cayó goleado pero tampoco hizo nuevas cosquillas. Antúnez no obtuvo profundidad con los ingresos de los ofensivos Darwin Ramírez y Franco López, y su arquero siguió viendo pasar balas cercanas.

El Diente López dio en el blanco con una definición maradoniana que puso el definitivo 3-1 cuando ya habían salido sus compadres Tabó y Gamalho. La mala es que ambos se fueron sentidos, para variar. La buena es que completaron una delantera de emergencia en la que cada uno de los atacantes marcó su gol. Tres puntas, tres goles, tres puntos.

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