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Marcelo Signorelli. Foto: Pablo Vignali

El nuevo Uruguay

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Con Marcelo Signorelli, entrenador de la selección uruguaya de básquetbol.

Su trayectoria es amplia. Comenzó en Juventud de Las Piedras, donde quiso aplicar, sin éxito, los conocimientos que había aprendido siendo muy joven en Estados Unidos, en la Universidad de Maryland. En el plano internacional dirigió en Italia, donde se formó y consolidó, y últimamente lo hizo en Panamá. Además, salió dos veces campeón de la Liga Uruguaya de Básquetbol, al mando de Biguá y Hebraica y Macabi. Ganó esas pero también falló en varias, y lo reconoce: todo está puesto en la mochila. Cuando se conoció la noticia de que asumiría el cargo como técnico de la selección celeste de básquetbol, Marcelo Signorelli declaró públicamente que cumplía el sueño que abrigaba desde sus inicios como entrenador. Ahora le toca soñar despierto. “Los sueños se trabajan”, dice.

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-Colombia, Argentina, fecha libre, Perú y Chile. Ese es el fixture que tendrá que afrontar Uruguay en junio en el Sudamericano de Venezuela. ¿Cómo ves la serie?

-Colombia va a ser duro de entrada; son muy atléticos, son altos y están arriba del aro todo el tiempo. Argentina lleva un equipo muy bueno, aunque no va a tener los jugadores que estén en la final de su liga, y después a Perú y Chile les tendríamos que ganar sin problemas. Vamos a luchar por pasar; en ese sentido, el debut con Colombia será decisivo. La expectativa previa al Sudamericano es la máxima: vamos a ganarlo. Además, este será el último Sudamericano en este formato, porque después variará toda la competencia internacional. Uruguay siempre estuvo entre los mejores, así que hay que estar arriba en este torneo.

-¿Cómo imaginás a tu equipo en la cancha?

-Me gustaría ver a un equipo inteligente, defensivo, con roles bien definidos e intenso durante todo el partido. Esas son las premisas básicas. Después, querría que el equipo contagie, que defienda duro en el cinco por cinco de media cancha, que corra mucho, todo lo que pueda, y que trate de jugar siempre partiendo de la base de movimientos preestablecidos. Quiero eso y que, además, sea un equipo solidario.

-¿Uno abajo y cuatro afuera?

Había una vez

Luego de 86 años del primero -que se llevó a cabo en Montevideo- y de 47 campeonatos que se sucedieron después, el Sudamericano de básquetbol que se desarrollará en Caracas, Venezuela, entre el 26 de junio y el 2 de julio será el último torneo de ese tipo. Luego comenzará a regir un nuevo sistema para la disputa de los campeonatos, tanto regionales como clasificatorios para la Copa de Mundo y los Juegos Olímpicos.

Uruguay integra el grupo B junto a Argentina, Chile, Colombia y Perú, mientras que la zona A está conformada por la selección local más Bolivia, Brasil, Ecuador y Paraguay. La forma de disputa es la habitual: se clasificarán a las semifinales los dos primeros, se enfrentarán primero contra segundo de cada grupo y los perdedores dirimirán el orgullo del tercer puesto, mientras que los ganadores de esos play off avanzarán a la final.

La selección de Uruguay, de la que saldrá el plantel definitivo, está conformada por los bases Gustavo Barrera, Luciano Parodi y Bruno Fitipaldo; los aleros Alejandro Acosta, Mauricio Aguiar, Sebastián Vázquez, Salvador Zanotta y Juan Ducasse; los internos Esteban Batista, Mathías Calfani, Reque Newsome, Federico Haller, Hernando Cáceres, Kiril Wachsmann y Gonzalo Iglesias; y los invitados Juan Galleto, Bernardo Barrera, Gonzalo Díaz, Imanol Asaravicius, Emiliano Serrés e Ignacio Guerra.

-Vamos a ver cómo lo planteamos. También puede ser 2-3 o un bajo-bajo. Por las características de Federico Haller, Mathías Calfani y Reque Newsome, que son los 4, el que mejor se adaptaría a eso es Fede; Mathías tiene lo suyo, pero, en todo caso, también dependerá de lo que propongan los rivales. Hay que planificar todo e ir armando el puzle. Por las características generales que tenemos, pienso que en ataque no vamos a ser un equipo muy goleador, nos va a costar convertir cinco contra cinco en media, pero vamos a trabajarlo con las virtudes que tenemos. Gustavo Barrera, Luciano Parodi y Bruno Fitipaldo juegan muy bien en el hombre directo; en cancha abierta, Mauricio Aguiar y Sebastián Vázquez saben sacar provecho; y después, los internos van a tener que anotar, sin duda. Por ahí va a estar todo. Si el equipo defiende, rebotea y corre, podemos anotar de contraataque, que es lo que buscamos.

-¿En qué punto de la preparación están? ¿Por dónde seguirá el trabajo?

-Se arrancó el lunes con siete sesiones dobles y cuatro simples. El 3 de junio nos vamos a Miami, donde nos quedaremos en una academia que se llama IMG, que es una high school que tiene toda la infraestructura que nosotros pretendemos para tener una buena preparación. Creo que con lo que haremos acá y lo que vamos a sumar allá redondearemos una buena preparación previa al Sudamericano.

-¿Cuáles serán las etapas de ese trabajo?

-Vamos a trabajar más que nada en lo físico. Los jugadores llegaron en diferente estado físico, y vamos a tratar de equipararlos. Algunos terminaron la competencia hace pocos días, otros tuvieron un poco más de descanso, otros tuvieron actividad mucho más prolongada que el resto, y, por último, hay tres que están jugando todavía y veremos cuándo se pueden incorporar. Sobre esa base, los encargados de la parte física trabajarán para igualarlos y meternos en la cancha lo antes posible, para trabajar los aspectos defensivos y ofensivos, que son los que le darán la identidad al equipo.

-Esteban Batista, Mauricio Aguiar y Sebastián Vázquez son los que te faltan.

-Sí. Pienso que el último en llegar va a ser Batista, porque ahora está jugando las semifinales del torneo en Italia. Puede ganar y pasar a la final; si eso ocurre, el peor escenario es que Esteban tenga que jugar el séptimo partido de la serie final el 17 de junio. En ese caso llegaría muy apretado, porque estaríamos en Miami desde el 4 hasta el 19, cuando volaremos a Maracaibo para jugar un torneo cuadrangular el 21 y 22, previo al Sudamericano. En ese peor escenario, calculo que Esteban se incorporaría en ese momento. Aguiar y Vázquez llegarán antes, desde Argentina.

-¿En qué consistirán los trabajos durante esas dos semanas en Estados Unidos?

-Seguramente sea un esquema en el que de mañana haremos gimnasio, pesas y cancha para cerrar, y en la tarde sólo entrenamiento en la cancha. La preparación incluye cuatro partidos amistosos. Entre una cosa y otra, vamos a dar el tono para llegar bien a Venezuela.

-¿Cómo se dio y en qué beneficia la preparación fuera de Uruguay?

-Primero que nada, es mejor por el clima: allá es verano y nosotros vamos a jugar el Sudamericano en verano. Acá, es invierno-invierno y todavía no tenemos las estructuras como para disimularlo y entrenar sin contratiempos. La Federación Uruguaya de Basket-Ball firmó un convenio para poder trabajar en las instalaciones de la UGAB [Unión General Armenia de Beneficencia del Uruguay], en el que la Secretaría Nacional de Deportes tuvo mucho que ver, y ahí contaremos con un centro de alto rendimiento. Pero como ahora no teníamos las estructuras, era necesario buscar una preparación en el exterior. La federación se movió mucho, trabajó muy duro, y consiguió un muy buen lugar.

-¿Esa preparación la considerás un plus para el grupo?

-Sin duda. Tenés a los jugadores todo el tiempo ahí, estás sólo para eso, estás día y noche conviviendo, y pienso que eso ayudará a conocernos un poco más. Además, es muy importante porque van a ser 30 días afuera del país por y para el grupo. Es obvio que pueden surgir problemas menores de convivencia, pero eso es parte del trabajo. Como grupo nuevo que somos, si bien he dirigido a algunos jugadores, hay muchos a los que no conozco; por otra parte, los integrantes del cuerpo técnico, que somos nueve personas, también somos nuevos y necesitamos esta instancia para amalgamarnos. La instancia de entrenamiento con los sub 23 fue un buen inicio, pero ahora viene la etapa más linda para estar unidos.

-Tuviste conversaciones con todos los jugadores, con los que están y con los que no están, y elegiste un plantel. ¿Qué tenés?

-Un buen equipo. Estoy contento con lo que tengo. Siempre digo que la cancha habla, así que después la cancha hablará. Por más que en los papeles tengas un buen o mal equipo, lo tenés que entrenar y preparar para lograr los máximos objetivos. Pero estoy convencido de que Uruguay tiene un buen equipo. El único que nos falta de nivel top, superlativo digamos, es [Jayson] Granger. Él tiene sus motivos y son valederos: tiene que operarse de la rodilla izquierda y por eso no puede estar con nosotros en esta oportunidad. Hablé con él por teléfono, me quedó claro su motivo para no estar en esta instancia, y le creo. Vamos a ver si en llamados posteriores viene.

-Uno de los mejores aleros del campeonato fue Marcos Cabot, pero no fue convocado para integrar la selección. ¿Cuáles fueron los motivos de esa decisión?

-En la posición de escolta para mí había cuatro nombres: Bryan García, Marcos, Joaquín Osimani y Alejandro Acosta. Nos decidimos por Alejandro Acosta porque pienso que para el nivel internacional a Marcos se le dificulta jugar de escolta. La base la tenemos cubierta con Panchi Barrera, Luciano Parodi y Bruno Fitipaldo, a quien también vamos a usar de escolta. Además, está Salvador Zanotta, que es joven y hay que incluirlo pensando en el recambio a futuro. En resumen, hasta último momento era Marcos o Alejandro.

-Se nota un recambio generacional bastante grande en la selección. No es una novedad, porque ya ha pasado con otras generaciones. Más bien parece ser una tradición de la que es difícil zafar. ¿Por qué esos cambios abruptos?

-Se dan por lógicas consecuencias de las edades, de las trayectorias y porque llega un momento en que a los jugadores les cuesta mucho jugar a nivel internacional, más allá de que antes lo hayan hecho muy bien. Entonces hay que ir cambiando, y esos cambios hay que ir haciéndolos con el tiempo. Por los sub 23 que vi, con quienes entrenamos durante tres semanas, creo que hay buenos valores abajo. Me gustaron mucho varios chicos, más allá de la lista de invitados, que para mí no son invitados, sino que conforman una preselección. Hay que seguir compitiendo internacionalmente, saliendo dos o tres veces por año a jugar fuerte, como tiene que ser, para poder consolidar realmente un proceso. Con competencia con los países limítrofes y después en Europa o Estados Unidos. A su vez, es necesario enfocarse abajo.

-Uruguay ha tenido cierta inestabilidad con sus entrenadores, por muchas razones. Sin ir más lejos, vos agarraste la selección sólo por el Sudamericano. ¿Es viable un proceso así? ¿Querés seguir?

-Si me dejan, si me eligen de nuevo, sí. Hay que esperar a las elecciones en la federación para ver si me confirman o no.

-Hablando de recambio, citaste 30 jugadores sub 23 cuando arrancaste, ¿qué conclusiones sacaste de eso?

-Muy importantes. No esperaba ver tan buen nivel de jugadores, la verdad es que quedé gratamente sorprendido.

-¿Cómo se desarrolla el posible crecimiento?

-Entrenando y compitiendo. Si se pudiera entrenar todo el año, sería bárbaro. Ayudar a los clubes en la tarea del crecimiento de los jugadores también sería clave. No hay que hacerles la guerra a los clubes, sino que lo ideal sería que la relación fuese al revés, que sean aliados de la selección. Por ejemplo, las evaluaciones físicas que hicimos de los 30 sub 23 se las pasamos a los preparadores físicos de cada club. A todos los entrenadores les pasamos los entrenamientos que hicimos, y nos pusimos a las órdenes en el caso de que quieran saber qué pensamos técnica o tácticamente de cada jugador. Tienen a disposición todo el trabajo que se hizo. Ahora la selección mayor está trabajando con entrenamientos abiertos. Hay que sumar entre todos, no hay misterio.

-Tocaste un punto muy interesante. ¿Es necesario generar más compromiso de todos con la selección?

-Sin duda. Hay que generar más adhesión en todo sentido, más ganas de estar siempre; lo que genera o lo que transmite la selección de fútbol.

-Pero el fútbol es otro escenario, es un ámbito bastante diferente.

-Totalmente, estamos de acuerdo. Son dos deportes diferentes, dos culturas diferentes, pero se pueden asociar y extrapolar muchas cosas. De las cosas que ha hecho el Maestro [Óscar] Tabárez hay muchísimas que podemos tomar. De hecho, la semana pasada fui al Complejo Celeste para estar con él un rato y conversar. Hay muchos puntos en los que coincidimos con su proyecto de selección. Me regaló el libro donde está todo, y saqué muchas cosas para presentar en el proyecto que entregué para las selecciones de básquetbol. Por supuesto que el fútbol es otro deporte, en el que hay mayor inversión y, a la vez, mayor retorno económico. Si bien el básquetbol puede llegar a ser masivo, no veo que tenga el retorno que tiene el fútbol. Hay buenos patrocinadores, pero se necesitarían muchos más, incluso con un plan de inversión a largo plazo. Habría que fusionar tres cosas: organización, planificación e inversión. No es que falte trabajo, pero lo que hay que generar es más adhesión, más amor por lo que se hace. Esa postura o actitud no es exclusiva de ningún deporte.

-Presentaste el proyecto. ¿Qué pasó después?

-Lo estudiaron en la federación y ya no depende de mí.

-Llegamos a lo mismo: si depende de los resultados, no es proceso.

-Eso nunca lo sabés. Cuando asumí, [Luis Alberto] Ney Castillo y Ricardo Vairo dijeron que mi continuidad no depende de los resultados. El tiempo es un aliado, pero es obvio que con buenos resultados se trabaja mejor.

-De todas las cosas que Tabárez identificó para apuntalar su tarea con Uruguay, una muy importante fue la educación de los jugadores, y otra empezar con jóvenes bien de abajo. Tu primer llamado fue de sub 23. ¿No es necesario empezar más abajo?

-Sí, la sub 15 tiene que ser el punto de partida. En octubre esa selección tiene un campeonato en Encarnación, Paraguay, y hay que empezar a trabajar ahí. La sub 23 fue focalizada para el Sudamericano, en principio, y con perspectivas para después. Pero si hay proceso es necesario comenzarlo bien de abajo; ahí está la raíz de todo. En ir en esa dirección estoy totalmente de acuerdo con el Maestro.

-En Uruguay son contadas las veces en que han partido jugadores becados a colegios o universidades de Estados Unidos o de Europa. No hay comparación, pero pasa todo el tiempo en Argentina y en Brasil. ¿Por qué no se explota más esa posibilidad?

-Hablando con [Juan] Ducasse de este proceso, él me contó que se va a una high school. Bernando Barrera también se va ir a Estados Unidos. Ese punto es importante, sin duda. Fijate que Colombia, de los citados, tiene 12 jugadores que están en Estados Unidos. Esa experiencia ayuda al crecimiento de los chicos, porque tiene otra estructura: estudian, entrenan, juegan, duermen en el mismo lugar.

-Pero ¿no habría que hacer algo políticamente más amplio, que sea institucional, a modo de becas?

-Sí. Los dos jugadores que te mencioné antes se van por su cuenta, porque quieren mejorar. Un camino podría ser que la federación se inmiscuyera con los clubes para potenciar a esos jugadores y enviarlos al extranjero. No es un tema en el que yo tenga injerencia, pero si fuera una medida nacional, por decirlo de alguna manera, sería interesante.

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