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Hinchas de Liverpool, ayer, en Belvedere. Foto: Pablo Vignali

La garra del corazón

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Liverpool le ganó 1-0 a River Plate y sigue peleando por la permanencia.

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Con un hombre menos desde los 11 minutos del segundo tiempo, cuando River Plate buscaba arrinconarlo poniendo más hombres en ataque y tratando de jugar por afuera, y con muchas dificultades para hacer la transición entre defensa y ataque producto del cansancio, Liverpool encontró el gol de la victoria 1-0. Junior Arias tomó la pelota tras un notable pase de Sebastián Rodríguez entre dos hombres, un pase de esos que duelen y dejan al delantero de frente al arco. Y Junior no perdonó. Ya en el área, abrió el botín derecho y le pegó cruzado, pelota que el arquero Gastón Olveira no pudo alcanzar con su vuelo. Transcurrían 78 minutos y el 1-0 sería definitivo. A falta de dos fechas para el final del campeonato, a 2 puntos de Rentistas y a 4 de Racing en la tabla del descenso, ese gol significa para Liverpool la primera vez que está vivo a un partido de distancia de sus rivales.

No fue casualidad que los dos jugadores involucrados en el gol del negriazul fueran Arias y Rodríguez, aunque también hay que decir que hubo un tercer actor en la génesis de la jugada, actor de reparto, tal vez, que fue Diego Ferreira. Seba Rodríguez fue el mejor de la cancha. Mientras su equipo estuvo con 11, fue el primer encargado de la generación de fútbol. A eso le agregó una marca a destajo cuando Liverpool se quedó en inferioridad numérica, tapando huecos propios y ajenos. Además, fue el encargado de todas las pelotas quietas, ya fueran córners o faltas. Terminó fundido. Y Arias es Arias, el goleador del Uruguayo. Si bien ayer fue bien marcado por la defensa darsenera, se les escapó en esa y fue determinante.

River Plate tuvo sus momentos. Primero fue al final de un deslucido, muy marcado primer tiempo. La receta fue la de siempre: tres volantes que tocan con pases cortos y rotan, dos puntas que buscan abrir la cancha, y Michael Santos en el centro del área. Una atajada de Jorge Bava al final de esa primera parte le quitó a River la posibilidad del gol. Luego de sufrir en el arranque del segundo tiempo, cuando Liverpool con Nicolás de la Cruz y Federico Martínez creó muchas situaciones de ataque contra la banda derecha, la expulsión de Gustavo Aprile favoreció al darsenero, quien inmediatamente se paró unos cuantos metros más adelante.

Juan Ramón Carrasco hizo la lógica: cambios con sentido ofensivo. Mario Saralegui también: reforzó el mediocampo con el ingreso de Ferreira y cambió piezas en ofensiva para renovar aire y piernas. Jorge Bava volvió a ser determinante en un par de jugadas: atajó un cabezazo casi a quemarropa y le contuvo un peligroso tiro a Cristian González.

Liverpool aguantó y salió cuando pudo. En aguantar estuvo el mérito, y en el acierto del contragolpe, el premio del gol y los puntos que valen doble para la tabla de abajo. El final del partido fue cortado, porque mientras que River quiso ir por el empate para no perder la pisada en la lucha por meterse en la Copa Sudamericana, Liverpool peleó el triunfo con armadura.

Todo está puesto en la tabla y en las expectativas de ambos. La diferencia está en el lugar desde donde se mira.

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