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Racing venció 2-1 a Cerro en el Tróccoli y se salvó del descenso en un partido que terminó con incidentes.

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La fría tarde del sábado fue una de esas que quedarán eternizadas en el tiempo, para bien y para mal.

Racing, con la soga el cuello y la oreja prendida a la radio, logró romper una racha negativa de 12 partidos sin conocer la victoria y se sacó la espina con uno de los mejores del campeonato: Cerro. La tarde del sábado, fría y lluviosa, quedará en la historia para los albiverdes, que finalmente pudieron celebrar la permanencia en Primera División.

Todo parecía lindo para los visitantes cerveceros en el estadio Luis Tróccoli cuando, de arranque, el delantero Renzo López logró conectar un precioso cabezazo, tras un buen centro de Juan Pablo Rodríguez, y la mandó a guardar, para la alegría de todos los suyos. El equipo de Ney Morales, que asumió en forma interina por estas tres últimas fechas, con el objetivo de salvarlo del descenso, se mostró más activo que en otras oportunidades y presionó mucho sobre la salida de los albicelestes.

Pero Cerro juega, y vaya si lo hace bien. Sabiendo que Nacional perdía en el Parque Central y que ese resultado le daba la posibilidad única de superarlo en la tabla anual, el albiceleste igualó con una linda arremetida por la derecha, que terminó con un pase al medio y una sutil definición del volante Gonzalo Ramos.

Ese empate no le servía a ninguno, y en el complemento se pudo ver lo mejor de la tarde. Los dos se atacaron, los dos propusieron y los dos casi se lo llevan. Pero esas tardes, seguramente, sean para los elegidos, y por eso apareció un hombre para salvar a su gente. Cuando las papas quemaban y no había mañana, el goleador histórico Líber Quiñones se hizo cargo de patear un penal que pesaba una vida, y lo metió. Racing ganó 2-1 y se salvó de volver a jugar en la B.

Pero cuando la alegría invadía el alma de los cerveceros, la desazón, la impotencia, la angustia y el miedo ganaron un lugar. En el instante en que terminó el partido, un grupo de hinchas de Cerro se acercó al sector de los visitantes con el fin de agredirlos. Una cobarde lluvia de piedras comenzó a caer sobre el sector ocupado por los racinguistas, y la Policía no pudo hacerse cargo de la situación. La cosa continuó afuera, donde fueron destrozados autos de los hinchas visitantes y el clima general estaba muy espeso.

Como pudieron, algunos hinchas de Racing se defendieron para impedir que los daños fueran mayores.

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