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Por encima del moño

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Al final la culpa la tienen ustedes, o varios de ustedes, los de mi línea de tiempo de Twitter, que por baranda, y sin que ni siquiera se enteraran, me hicieron agarrar bruta indignación y me cortaron el día de descanso.

Aquí estoy, prendiendo la compu a las apuradas y tratando de liberar mi indignación. Resulta que en Twitter, lejos de que fuera trending topic, la muchachada a la que sigo me hizo saber de distintas maneras que Enrique Saravia y alguno de sus compañeros de lista de la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales tuvieron su espacio en la mañana de la Sport 890. Como ahora tenemos Radiocut, ese programita o aplicación que permite rescatar lo que ha pasado en muchísimas radios del Río de la Plata, me puse a buscar y escuchar lo que después me resultó una infame e indignante exposición de falacias y medias verdades que no calificaban ni para la infame máxima de Joseph Goebbels de “una mentira repetida mil veces se transforma en verdad”.

Ya de entrada vi que la mano venía complicada porque la extensión indefinida de la cortina musical en un programa que siempre está apremiado por los contenidos y las tandas comerciales revelaba que se estaba conversando algo, conviniendo o estipulando la forma de la exposición, que no daba para hacerla al aire. La presentación de la “entrevista” también me llamó a sospecha, pues hubo una rápida exaltación al logro deportivo de Gustavo Anchetta, campeón sudamericano juvenil sub 20 en Ecuador 1981. Después, Anchetta, esta vez una suerte de Pato Celeste escudero de Enrique Saravia, explicó que él estaba ahí como socio allegado a la Mutual, ya que no era dirigente. Anchetta fue futbolista de Miramar, Danubio y Cerrito entre los 80 y los 90, y compañero de Saravia y de Gustavo Torena en el Espacio 609. Además, estaban los fronterizos Paulo Munhoz y Brian de Barros, que en el cierre de la entrevista fueron significados como suplentes de la directiva actual.

Fatto in casa Bo, en serio que yo hoy no pensaba escribir. Estaba pa’ otra. Sol, buena lectura, un discardo de Hugo Fattoruso y una sensación de paz bien lograda, hasta que, mientras lavaba la loza, se me ocurrió hacer la referida maniobra en Radiocut. Me di cuenta de que mi vuelo iba en ascenso y de que mis manos ya estaban más calientes que el agua hirviendo con la que desengrasaba los platos. En un momento del enjuague no pude más, busqué el repasador para secarme las manos y cacé el teléfono para canalizar mi solitaria indignación.

“Acabo de escuchar la grabación de Saravia y Anchetta hoy en Sport, y, la verdad, quedé asqueado. Despotismo impune y sin ilustración”. Y como vi que los 140 caracteres no me servían para nada, insistí en sumarle otros tantos: “La verdad, no puede ser que Obdulio y sus compañeros se hayan pelado el culo creando conciencia de clase de jugador pa’que ahora estos lo arruinen”. Estaba trinando de rabia por varias cosas referidas a lo que había escuchado, pero, en realidad -y era donde trataba de hacer foco-, me indignaba la maniobra impune y barata de enchastrar, sugerir miserias y seguir adelante en medio de un desparpajo buchón y complaciente arrancado de la peor de las copias de las infames listas negras del macartismo.

El presidente de una organización civil con personería jurídica con estatutos revisados, contemplados, y que deberían ser vigilados por el Estado por medio del Ministerio de Educación y Cultura, señaló dos veces, por si la primera no lo habíamos entendido, que “por ahora no va a citar a asamblea”, y agregó un montón de amenazas, descalificaciones y sospechas de baja estofa, con las que se extendieron por espacio de una hora.

590 a la cabeza

Vale repasar como antecedente inmediato e inevitable que, después de que en diciembre 590 futbolistas presentaran sus firmas para pedir la salida de las actuales autoridades que encabeza Saravia y de que estas chicanearan y marearan la situación hasta hoy, pasándolo al Tribunal de Honor y otras derivaciones tragicómicas, como el intento de interrogatorio a los futbolistas, la semana pasada se presentaron 66 firmas certificadas para solicitar una asamblea donde tratar el tema. Evidentemente, Saravia y compañía no responderán por ahora a tal requisitoria, y además seguirán con la caza de brujas, asustando con que pueden darle seguimiento judicial o penal, con insinuaciones tales como “primero estamos viendo esto; fijate que si ya de primera hubo un engaño...”.

Es una maniobra burda, barata, antigua, antiquísima, y siempre vinculada a los peores tiempos que haya pasado un sindicato en nuestro país; incluso nuestras instituciones democráticas también. Sembrar cizaña, decir cualquiera, encontrar una boca de salida que lo legitime -“lo dijeron en la radio, apareció en el diario, lo vi en la página digital de...”- y después dejarla correr. Hay miles de historias de estas y muchísimas mucho más dolorosas y dramáticas que suponen muertes, torturas, desapariciones, pero el modelo, el modus operandi, es el mismo, ya sea para quedarse con una ínfima porción de poder como para cercenar de la peor manera una línea de pensamiento.

Saravia bravuconeó con su poder y, al parecer, logró enredar a sus contertulianos sin que se cuestionara su discurso lleno de falacias.

No preciso revisar a Carlos Vaz Ferreira para darme cuenta de que partir del análisis de confusiones dadas en razonamientos concretos, esto es, en usos corrientes del lenguaje -paralogismos, errores de falsa oposición, falsa precisión, falsa sistematización, falacias verbo-ideológicas-, es absolutamente inconducente y no debería pasar por el más simple filtro de razonamiento de un adulto mínimamente instruido. Sin embargo, pasa, y los rebotes que encuentra en sus mayores cajas de resonancia. La radio donde Tenfield vuelca buena parte de sus contenidos orales es el motor, y después se reproduce en su canal y su portal digital, y alcanza inclusive a otros medios de gran alcance que, sin escarbar demasiado, reproducen lo que el presidente de la Mutual nos quiere hacer creer. Como si fuera poco, Anchetta, tomando el papel del Pato Celeste, parecía un aspirante a programa de chimentos y calumnias, amenazando con dar nombres y contar situaciones privadas.

Igual, vaya el agradecimiento a la instrucción que nos legó Vaz Ferreira, que cuando estás en Filosofía de 5º de liceo parece que sólo te quiere complicar las vacaciones con teorías, teorías a las que después, a la larga, se les saca jugo. Mucho jugo.

Es necesario un mínimo repaso de esta situación: además de enormes satisfacciones deportivas y fundamentalmente de espíritu, la década de instalación y desarrollo del ideario de Óscar Washington Tabárez, resumido en el “Proyecto de institucionalización de los procesos de selecciones nacionales y de la formación de sus futbolistas”, ya tiene sus primeros retoños y por medio de sus estrellas de amplia y reconocida trayectoria empieza a incidir en el producto del cual son la materia prima única e insustituible. No quieren el negocio para ellos, pero sí fortalecer la formación y el desarrollo de sus pares, que, a diferencia de ellos, no están en medios de altísima competitividad y fuertes retribuciones económicas por sus desarrollos laborales, que se dan en condiciones altamente favorables, sino que están en situaciones inversamente adversas. Más gráfico: con poca plata y agua fría, cuando hay agua.

Como a tiro de esfuerzo, de espíritu, de conducta y de sueños, se han ganado el respeto y, por qué no, la idolatría de muchos de nosotros; su participación en cuestiones que tienen que ver con la organización y la ejecución de acciones deportivas que terminan desencadenando grandes negocios es bien recibida por nosotros, su masa crítica, a pesar de los obstáculos y las trampas que se presentan en la comunicación y la narración de estas acciones.

Una vez que Diego Godín, Luis Suárez, Edinson Cavani, Diego Forlán, Diego Lugano y una gran lista de nuestros ídolos hacen ver errores, injusticias y trampas con los que se benefician los dueños del negocio, los jugadores del medio local, los que saben que el ómnibus cuesta 30 pesos, los que tiemblan si no pagan el segundo mes adeudado de UTE, los de esos vestuarios de agua fría porque se rompió la caldera sienten ese enorme respaldo y sienten que han despertado. “La denuncia realizada por los jugadores de nuestra selección nacional nos abrió los ojos. Nos hizo ver que estábamos naturalizando una situación en la que el fútbol uruguayo caía en picada. Y nosotros no estábamos tomando ninguna actitud crítica. Ahora sabemos que es necesario luchar para evitar que la enorme mayoría de los beneficios que genera el fútbol uruguayo quede en manos de intermediarios o terceros, personas y empresas que no son los reales protagonistas de nuestro fútbol”, dijeron en su momento.

Para el caso, se trataba de los derechos de imagen, un derecho inalienable e individual que sin embargo la Mutual, en una clara e injustificable mala praxis, vendía en colectivo a Tenfield por sumas por lo menos discutibles, por no meterme en bolsillo ajeno y calificarlas de ridículas.

Comprobado y expuesto el proceder erróneo de los dirigentes de la Mutual que negociaban derechos sin la voluntad expresa de muchos de los potenciales enajenantes, armaron una comedia de enredos, con idas y vueltas y oscuros manejos de la situación, con el remate de que las comunicaciones oficiales del gremio aparecían en la página de Tenfield.

Jopeadita

En diciembre, los capitanes o delegados de los clubes profesionales explicaron a sus compañeros de plantel la situación y consiguieron 590 firmas para solicitar la renuncia de la directiva y cambiar el rumbo de la política de absorción impuesta por Tenfield. Pero no sólo no alcanzó tal solicitud de la enorme mayoría de sus asociados, sino que impunemente se plantaron en su trinchera e iniciaron una caza de brujas propia del Estados Unidos de los 50, involucrando al Tribunal de Honor, que, como no pudo hacer pie ante semejante dislate, disparó por la tangente. Juan Ricardo Faccio, presidente del citado tribunal y columnista de VTV, dijo hace ya ahora más de diez días: “Si me traen 50 firmas certificadas, llamo a asamblea ya mismo”. Pero los futbolistas agregaron a sus pretemporadas escribanos públicos para contemplar hasta para la Corte Internacional de Justicia de La Haya la certificación de las firmas y juntaron 66 de ellas por las dudas. No alcanzaba, Faccio, no alcanzaba, Saravia, como no alcanzaron las 590 de las que no han podido presentar ni un arrepentido.

Nunca supe por qué, pero a los uruguayos futboleros, a los uruguayos, entonces, no nos gusta que nos la pasen por encima del moño, no nos gusta sentir el olor a cuero escapando de nuestras narices, así que tranquilos, que esta vez no nos la van a poder jopear. Ni mintiendo, ni escondiendo información, ni con la complicidad interesada o cobarde de algunos medios.

A mí me enseñaron a hablar bien y a escribir mejor, pero no puedo evitar componer la imagen de Obdulio y sus compañeros rompiéndose el alma y dejando todo de lado para desarrollar una mínima conducta de clase y pelear por las más mínimas condiciones de trabajo con el acuerdo de los mínimos preceptos de libertades laborales. Así, desde el pie, desde abajo, surgió el gremio de los futbolistas. Así, limpito, puro y digno, debe seguir, porque lo que importa no es el nombre y sí el espíritu que lo conduce en la vida.

¡Que vivan los jugadores!

MásUnidosQueNunca.

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