Ruidos molestos, afectación del medioambiente y urbanización descontrolada son algunos de los efectos adversos de la actividad turística en los balnearios del este que son denunciados año a año. “Esto es un triunfo para la ecología, somos el único país en el que el cambio climático no es la principal causa de destrucción de la costa”, aseguró un funcionario de la Dirección Nacional de Medio Ambiente. Si bien desde la Intendencia de Maldonado afirman que hay una intención de proteger el medioambiente, también reconocieron el interés en que fiestas como la de la cerveza Corona del fin de semana pasado se repitan. Al mismo tiempo, el intendente de Rocha, Aníbal Pereyra, defendió en una entrevista publicada ayer el intenso nivel de actividad nocturna en La Paloma y La Pedrera, a pesar de las decenas de denuncias por ruidos molestos.
Un jerarca del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) cree que este tipo de debates “desgastan y se roban el tiempo que tendría que estar dedicado a analizar asuntos más importantes”. Es por esto que se pretende transformar “toda la costa este en una gran zona franca en la que los inversores puedan llevar a cabo sus actividades sin ser molestados por jipis que se quejan por el medioambiente o padres de familia de clase media que con sus 15 días de vacaciones en el este, sus asaditos de 900 pesos con sandía de postre y sus botellas de refresco rellenadas con agua de la canilla para ir a la playa no aportan en nada al crecimiento del PIB [Producto Interno Bruto]”.
Desde el gobierno aclaran, de todos modos, que instalar una zona franca “no significa que cualquiera que venga a invertir puede hacer lo que se le canta los 12 meses del año”. En efecto, los inversores tendrán “derechos absolutos” para hacer lo que quieran solamente durante los tres meses de la temporada estival. “Los otros meses los vamos a dedicar a reconstruir los desastres que dejan, así el año que viene vuelven”, aseguró el jerarca del MEF.