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Michel Acosta, de Liverpool y Gonzalo Carneiro de Defensor Sporting, ayer, en el estadio Franzini. Foto: Federico Gutiérrez

Defensor Sporting y Liverpool empataron 2-2 en el cierre de la 11ª del Clausura

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La explicación del resultado está en los números. Hay veces que uno es muchísimo más que cero. Ayer, cuando parecía que Liverpool, con menos fútbol pero mucha más rebeldía, se llevaba los tres puntos en un partido que lo tenía como puntero y ganaba 2-1, la banca, Defensor, logró igualar en tiempos de descuentos. Pudo quedarse sin nada, pero logró algo. Picante, a cuatro fechas del final del torneo, la Tabla Anual pasó a ser un té para tres.

El disputado anoche fue un gran partido de fútbol, en el que los equipos desplegaron casi a la perfección sus tácticas y estrategias, pero donde además hubo muchas jugadas de gol y fue emotivo hasta el final. Si bien Defensor fue más protagonista con pelota y acción, por la forma en que se dio el desenlace, el punto le deja un sabor no tan amargo. Es que se iba el tiempo y la viola se quedaba sin puntos, situación que apretaba la Anual, uno de sus tesoros pensando en la definición del campeonato. Liverpool había hecho su trabajo minimizando las virtudes del rival, logró sobreponerse a jugar con uno menos durante poco más de media hora y, como si fuera poco, se imponía 2-1 gracias al jugo que sacó de una pelota quieta.

Al que madruga Dios lo ayuda, y tanto uno como el otro estuvieron finos en esa labor. El violeta había tenido un par de ocasiones en el arranque y encontró su premio a los cinco minutos: córner desde la derecha, peinó Ayrton Cougo en el primer palo y Santiago Carrera en el segundo atropelló para empujarla y poner a su equipo en ventaja 1-0. Dos minutos más tarde, otro no acostumbrado al gol, Christian Almeida, se soltó por la izquierda mientras Liverpool construía por la derecha. Buena visión del lateral para desprenderse y entrar sin que lo llamaran. Teoría del caos, que le llaman. Y aprovechó para empatar, luego de que la pelota quedara boyando en el área. No hubo más goles hasta casi el epílogo, pero el trámite no bajó de voltaje. A lo sumo, cambió: Defensor empezó a tener la posesión de la pelota, pero lateralizó más de lo que profundizó. No porque haya querido, sino porque no pudo hacer otra cosa: el Liverpool de Rosario Martínez tiene firme vocación defensiva, con líneas que procuran jugar apretadas para no dar espacios y ejercer mucha presión. La otra ley de juego negriazul se notó enseguida: que Matías Cabrera tocara poco y nada el balón. Sin él por el medio, al violeta no le quedó otra que buscar las bandas. Hay mucho de explicación del resultado en la tarea defensiva de Liverpool. Guillermo de Amores fue determinante tapando varias –la más espectacular fue un tiro libre de Facundo Castro que descolgó del ángulo a los 16 minutos, un rato antes del primer apagón que tuvo el juego detenido durante ocho minutos–, los defensores fueron efectivos y el travesaño los salvó tres veces. Además, en ese primer tiempo los violetas reclamaron, con razón, por una mano de un zaguero liverpoolense dentro de área luego de un remate de Gonzalo Carneiro. No cambió mucho la segunda parte. La tónica siguió con el local yendo y yendo, mientras que Liverpool se agazapó y esperó para contragolpear. En el arranque del complemento hubo nuevamente dos chances claras, una para cada lado, pero ambas fueron desacertadas. El punto de inflexión que no encontraba el violeta pareció llegar con la expulsión de Federico Martínez. Con uno más, Eduardo Acevedo plantó un 4-3-3 y fue por todo. Los claros en su defensa fueron las hendijas por donde Liverpool casi encuentra luz. Maximiliano Bajter sorprendió en el segundo palo y metió el 2-1. Sorpresa. En el final, luego de otro apagón, el aluvión violeta fue por la derecha, por la izquierda, por el medio, por abajo y por arriba. Y en la penúltima, esa que nunca falta, Nicolás Correa la empalmó y puso el definitivo 2-2 en tiempo agregado. Un punto que vale, porque Defensor sigue arriba.

Pese a las luces del estadio.

Aguanten, che.

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