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Maximiliano Pérez Boston River y el arquero Antony Silva, del Cerro Porteño de Paraguay, ayer, en el estadio Defensores del Chaco, en Asunción del Paraguay. Foto: Norberto Duarte, AFP

Boston River jugó un partidazo pero perdió con Cerro Porteño 2-1

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En el estadio Defensores del Chaco de Asunción, en Paraguay, Boston River visitó a Cerro Porteño por la Copa Sudamericana y perdió 2-1 después de hacer una titánica demostración de fútbol como visitante. La serie está abierta; la revancha se jugará el miércoles 26 de julio en el Parque Central.

El primer tiempo del equipo uruguayo merece ser encuadrado en lo mejor de la historia del club. Esta primera participación de Boston River en una copa internacional es histórica por el hecho en sí de su paso por la Copa Sudamericana, pero el equipo de Alejandro Apud parece no bajarse de la nube y quiere dejar huella con cada paso que da. El Boston es un club de barrio que durante muchísimos años dejó de competir en el marco de la Asociación Uruguaya de Fútbol y que empezó a volver de a poco, a pelear ascensos, a recibir gerenciamientos y dinero del exterior, hasta que logró subir a Primera División, hecho también inédito para la institución de 78 años, que nació en el barrio Bolívar de Montevideo y que tomó el nombre de una sastrería, Boston, y lo unió al fanatismo de su primer presidente argentino por River Plate. Esos primeros 45 minutos de ensueño en la capital guaraní y el 1-0 a favor de los rojiverdes no fueron el fiel reflejo de lo que pasó en ese lapso de tiempo. La visita no sólo se puso en ventaja, sino que al juego asociado en la mitad de la cancha y al ataque le sumaron chances de gol clarísimas, que no entraron por muy poco: el golero y el travesaño fueron testigos de los mejores avances ofensivos de Willy Klingender, Enrique Etcheverry y Bruno Foliados. Precisamente, Foliados, el gran delantero que tiene Boston River, anotó el golazo para el 1-0 de los del Turco Apud. Bruno apiló tres rivales en el área y acomodó la bola contra el palo con gran precisión. Golazo, 1-0 a los 12 minutos, y actuación formidable de los uruguayos. Pero el fútbol muchas veces es cruel, y los goles que no hizo el Boston terminaron en el arco del Gallego Berbia. Una pena. En 13 minutos cambió la historia: entre los 20 y los 33 de la segunda etapa, con dos anotaciones del ciclón de Barrio Obrero se dio vuelta la torta. Primero, el debutante Alfio Oviedo, con un tremendo cabezazo, empató el match, y después, como una ráfaga, Santiago Molina puso el 2-1 que estampaba en el placard un resultado para nada negativo de cara al partido de vuelta, pero que no representó cómo fue realmente la noche. Así es el fútbol.

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