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Estadio Olímpico. Foto: Federico Gutiérrez (archivo, junio de 2016)

Puntero izquierdo

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Estoy en un problema. No sé por dónde arrancar. Eso es malo, pero, seguramente, también es bueno. Es malo en tanto la presión de la responsabilidad, la laboral por no incumplir, por no trancar la cadena de trabajo que implica el procesamiento de la palabra, la imagen y los espacios, en una publicación diaria, lo termina descomponiendo, encerrando a la mejor razón, las prometedoras ideas, y corrompiendo la elección de verbos, sujetos, predicados y adjetivos.

Es bueno porque entonces quiere decir que hay muchas acciones por narrar, muchos hechos por discernir, muchos prejuicios que desactivar, muchas ideas por elegir para poner en la cancha, muchas hipótesis, pocas certezas irrebatibles, muchas dudas, vigas de la construcción del relato, de la opinión, del ensayo entre el alambrado y la computadora de qué pasó, en qué estamos, cómo va, cómo viene.

Suspendido

El sábado de noche, después del partido en Rivera entre Racing y Nacional, muchos nos enteramos de la suspensión del resto de la sexta etapa del campeonato Clausura de Primera División que se debía jugar el domingo.

La Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) lo comunicó en sus medios sociales: “Se comunica que tras la decisión de no arbitrar tomada por AUDAF [Asociación Uruguaya de Árbitros de Fútbol], la AUF suspendió toda la actividad prevista para el día de mañana (24/9)”. A partir de entonces, como parte elemental de nuestro trabajo, avanzamos en la medida de los árbitros y en la situación que había dado lugar a esa medida.

Un videíto rápidamente puesto en circulación, quizá hasta en simultáneo con los actos de violencia, nos ponía en contacto con el partido de sub 19 entre Platense y Basáñez, en el que se había armado lío, había existido violencia física e integrantes de AUDAF habían sido agredidos, lo que de alguna manera disparó el cese de actividades previstas para los cuerpos arbitrales de la AUF. Una decisión en latencia permanente que se activa cuando sucede la violencia física. Hasta ahí, una determinación casi mecánica e indiscutible. Un particular, a la sazón integrante de los cuerpos arbitrales de la AUF, fue agredido de manera brutal en las afueras de la cancha, y su compañera, que oficiaba como árbitra asistente, salió de la cancha a tratar de defenderlo y también le pegaron. Entonces, claramente se ejecutaron los mecanismos de denuncia y medidas gremiales.

Estigmatización y odio en 140 caracteres

La línea de eventos en la cuenta de Twitter es una sumatoria de caracteres e imágenes que a uno lo van embadurnando de prejuicios; entonces cuando revisé los 48 segundos, obviamente mal filmados por alguien que decide dejar registro de aquello sin saber qué hacer, creí ver una generala entre los dos equipos, con agresiones a los árbitros, reafirmados por los gritos que parecen coincidir con el momento de miedo, tensión y dolor de una mujer vestida con el uniforme del equipo arbitral.

Una cagada, pienso. Y ahí empiezo la deconstrucción de la medida de no arbitrar, de la seguridad superada y esas cosas. Enseguida me anticipo a los discursos oportunistas y estigmatizadores. No me anticipo. Los eludo, o creo, y me meto de nuevo en la barricada, estacionado en no dejar avanzar la mentira, y sin poder caminar hacia los andurriales de la verdad.

A las voces repetidas les molesta que sean Platense y Basáñez, que sean de zonas que noche a noche son estigmatizadas en los noticieros, que sean jóvenes, que sean vagos, que sean ni-ni, y los quieren fundir. A ellos, y por baranda al Ministerio del Interior, y entonces al gobierno, y el “renunciá, Bonomi”, es un F5 para utilizar hasta a Tabaré Vázquez o cualquier posible emergente de izquierda para la próxima administración.

No hay forma. En cada nación donde se juega al fútbol hay, por fin de semana, una acción de violencia, en la cancha, o detrás del lado del alambrado. Acá, en Estados Unidos, Suiza, Japón, Nueva Zelanda y donde se les ocurra.

En vez de taparme los oídos y los ojos, me regodeo con Mario Benedetti, porque a mí esto me da “Puntero izquierdo”, sin duda me da el Uruguay de hace 50 o 60 años. Y es mi primer obstáculo para no dejar avanzar a los drogados por su degenerada versión 2.0 de #TodoTiempoPasadoFueMejor, que sentencian con dedos acusatorios desde sus desguazados olimpos de la opinión creíble.

“¡Yi! ¡Yi! ¡Yi!”

Bo, ¿nunca leyeron “Puntero izquierdo”? Dejen de perder el tiempo conmigo y abrácense a Mario: “Vos sabés las que se arman en cualquier cancha más allá de Propios. Y si no acordate del campito del Astral, donde mataron a la vieja Ulpiana. Los años que estuvo hinchándola desde el alambrado y, la fatalidad, justo esa tarde no pudo disparar por la uña encarnada. Y si no acordate de aquella canchita de mala muerte, creo que la del Torricelli, donde le movieron el esqueleto al pobre Cabeza, un negro de mano armada, puro pamento, que ese día le dio la loca de escupir cuando ellos pasaban con la bandera. Y si no acordate de los menores de Cuchilla Grande, que mandaron al nosocomio al back derecho del Catamarca, y todo porque le había hecho al capitán de ellos la mejor jugada recia de la tarde. No es que me arrepienta ¿sabés? de estar aquí en el hospital, se lo podés decir con todas las letras a la barra del Wilson. Pero para jugar más allá de Propios hay que tenerlas bien puestas. ¿O qué te parece haber ganado aquella final contra el Corrales, jugando nada menos que nueve contra once?”.

Pero claro, botija, te dije que los hilos de Twitter pueden ser altamente nocivos, y entonces no sólo te encontrás con la peor de las estigmatizaciones, sino con un fogoneo perturbador de linchamientos virtuales, de guetos, de descontrol, de odio y violencia, respondiendo a recorte de violencia, real e innegable, que nos ponen en pantalla.

Enajenado

El viernes la historiadora, cineasta, productora audiovisual y ex directora de Televisión Nacional del Uruguay (TNU) Virginia Martínez le dijo a Brecha que TNU “es más que tercerizado, está enajenado. En rigor es un arrendamiento de espacio, porque el Estado no ponía plata y acudía a productores privados. Para programar estabas condicionado por esos privados, que tenían la certeza de que iban a permanecer al aire. Vos ibas a pasar y ellos iban a quedar. Sólo podía ocuparme de los nichos entre los programas de los productores privados”.

Una de las producciones que pervive después de décadas al aire es La hora de los deportes, que en su edición del domingo obviamente arrancó llevándose todo por delante con Jorge da Silveira: “Estos no son episodios aislados. Vamos a decir las cosas como son. ¿Quién designa a una dama línea de un partido Basáñez contra Platense? ¡No viven en Uruguay! ¡Llegó el viernes, el día en que había que hacer la designación! ¡No saben lo que son Basáñez y Platense, y sus hinchadas? ¿Ponen a una mujer de línea? Estamos todos locos, acá la paranoia es total. Si estaremos enfermos que los partidos de formativas clásicos se juegan a puertas cerradas. ¿Y después me quieren decir que estamos bien? Ya no hay más valores, acá se perdió el respeto, se perdió el sentido de responsabilidad. Acá no vale nada. A mí la maestra me rezongaba en la escuela y después me daban en mi casa, y ahora van las madres a pegarles a las maestras [...] Pegales que este también es juez, hay que matar a un juez [...]. Estamos dejando al fútbol en manos de los delincuentes, porque acá los empleados de las empresas de seguridad privada no saben lo que tienen que hacer y temen que por ejercer su tarea puedan ir presos. Esto es de terror, es tierra de nadie. Acá gente que mata en dos años está en la calle. El fiscal Zubía dijo que en este país era negocio delinquir”.

Todo lo que sube baja

Era jugar y cobrar que el fiscal letrado penal de Montevideo de 8º Turno, Gustavo Zubía, aparecería. Estaba en ferviente tarea de hacer públicas sus ideas mediante Twitter: “Agresión en las canchas. Más violencia en la sociedad o menos límites a los violentos que saben que el sistema no sanciona en forma??”; “El individuo normal se controla y no delinque, pero ve que otros agreden y no son sancionados. Entonces piensa: ‘¿vale la pena controlarse?’”. Rodolfo Larrea lo entrevistó en Tirando paredes, el programa que se emite en la radio 1010 AM. “Somos irracionales porque no estamos poniendo los frenos sancionatorios correspondientes [...] Nosotros tenemos una cantidad de beneficios para la persona que comete delitos para no tener que ser sancionada [...] Si les estamos dando beneficios, beneficios, y más beneficios a las personas que cometen delitos, no digamos después que es la sociedad la que está más violenta. El que comete delitos se siente cada vez más confiado, porque sabe que tiene una gran facultad a nivel de la legislación para no cumplir con la sanción pertinente. Usted como ciudadano normal ve que hay gente que hace un montón de cosas y no les pasa nada –porque, en el fondo, que le hagan un proceso sin presión es nada–, entonces usted, como ciudadano normal, dice ‘¡pucha! y yo para qué me aguanto, para qué me aguanto yo si otros no se aguantan y no pasan ni un solo día de sanción’, y ahí es que empieza el espiral de violencia”.

Después supimos que Platense tenía jugadores que usaban la identidad de otros para poder actuar, que no alcanza como institución repudiar la violencia, que Basáñez expulsó del club al jugador que se sumó a las agresiones, y que por medio de un feo lío en un partido casi perdido se puede desestabilizar o poner en cuestión la vida institucional, con los recortes de realidad y el fogoneo temático como lo hacen por tevé, por los medios sociales. “Sabiendo cómo piensa la gente, cómo se aproxima a los problemas, a qué le dan realce, nosotros cambiamos la realidad. Lo que hacemos estratégicamente es: no adivinamos el futuro, cambiamos el presente”, dicen las máximas explícitas del asesor político ecuatoriano Jaime Durán Barba y compañía, y acá estamos con la idea de que por algo que pasa desde tiempos inmemoriales, no podemos seguir adelante.

¡Vamo arriba, bo!

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