Cuando se presentó en la Asamblea Nacional Popular de China la propuesta para derogar una norma que prohíbe a los presidentes permanecer más de diez años en el poder, algo que le permitiría conservar el cargo de manera indefinida al actual mandatario, Xi Jinping, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comentó en una reunión a propósito de su homólogo chino: “Ahora es presidente de por vida. Presidente de por vida. No, él es genial. Y, miren, él pudo hacerlo. Creo que es genial. Quizá algún día lo probemos”.
En ese momento, un analista político estadounidense consideró que se trataba de “una broma de mal gusto” y “un disparate”, por lo que “hay grandes chances de que esto finalmente se concrete, como todas las ideas ridículas que se le pasan por la cabeza a Trump”. El Poder Legislativo chino finalmente aprobó la propuesta el domingo, por lo que la reelección indefinida es un hecho. Varios países occidentales consideraron que se trata de un asunto “serio” y que es necesario tomar medidas. El comisario de Derechos Humanos de la Unión Europea declaró: “No podemos quedarnos de brazos cruzados ante esta profundización del modelo autoritario chino, que seguramente va a despertar cuestionamientos entre los disidentes. Estas personas deberían ser sancionadas por atentar contra la estabilidad de uno de nuestros principales socios comerciales. Europa no va a permitir que quienes critiquen al régimen chino hagan negocios con empresas europeas. La presión va a ser muy grande”.
Un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos reconoció, por otra parte, que su gobierno está estudiando medidas similares. “Sería algo así como las sanciones económicas que les imponemos a algunos gobiernos totalitarios, como Cuba, Corea del Norte o Birmania, pero en este caso, por tratarse de una superpotencia económica con la que nuestra economía se enriquece, vamos a sancionar a los disidentes, quienes, en caso de que logren escaparse de la dictadura en la que viven, no van a poder abrir cuentas en bancos estadounidenses”.