Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
El PIT-CNT comienza este fin de semana su XIV Congreso, en el que definirá líneas de acción y renovará sus autoridades. Como de costumbre, se acordará o se votará la integración de la Mesa Representativa, y además el actual presidente, Fernando Pereira, dejará formalmente su cargo, para el que pidió licencia desde que fue postulado para la presidencia del Frente Amplio (FA).
Habrá que decidir si se elige a otra persona para que lo suceda, además de cubrir la vicepresidencia y la secretaría general, luego de decidir si se continúa con ese esquema de responsabilidades principales (como es lo más probable), o si, como proponen algunas corrientes, se vuelve a una terna de coordinación.
Es indudable que se producirán debates sobre los temas mencionados y sobre otros, que se podrán resolver por consenso o por mayoría, pero resulta evidente que el PIT-CNT llega a esta instancia fortalecido y con perspectivas forzosamente claras.
El cambio de gobierno nacional decidido en las elecciones de 2019 y las previsibles orientaciones que ha llevado adelante la coalición multicolor, sumadas a las consecuencias críticas de la pandemia, definen la plataforma sindical.
Hay caída y precarización del empleo, pérdida de salario y aumento de la pobreza; las políticas públicas se han alejado notoriamente de las que el PIT-CNT considera necesarias y convenientes; y el nuevo oficialismo expresa con frecuencia su hostilidad hacia las posturas y la dirigencia de los sindicatos (a menudo con resultados contrarios a sus intereses, como sucedió en la elección de los representantes docentes en el Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública).
El movimiento sindical comenzó este período mal parado, debido al triple impacto del resultado electoral, la emergencia sanitaria y las políticas ante esta del Poder Ejecutivo. Nadie había previsto las dificultades que se instalaron para llevar adelante las actividades más básicas de organización, discusión y movilizaciones, y el primer año de gobierno de Luis Lacalle Pou, para el que se preveía un alto nivel de conflictividad, transcurrió con resistencias muy acotadas a los primeros avances del oficialismo, como la ley de Presupuesto y la de urgente consideración (LUC).
Sin embargo, el PIT-CNT buscó y halló caminos para sobreponerse a la situación adversa. Fue un indudable protagonista de la campaña por el referéndum contra la LUC, y la entrega a la Corte Electoral de casi 800.000 firmas no sólo lo colocó en el centro del escenario, sino que cambió profundamente el panorama del país y la actitud del oficialismo, ahora obligado a defenderse y a postergar iniciativas que podrían favorecer la votación por el Sí en la consulta popular.
Una de las consecuencias de esa campaña fue el pasaje a la actividad partidaria de Pereira, con apoyos muy fuertes dentro del FA. Si triunfa en las elecciones internas del mes que viene, como parece probable, se verá facilitada la relación entre la oposición política y el PIT-CNT, para hacerle frente a un gobierno nacional cuya orientación coinciden en rechazar. Los sindicatos podrán tener mayor o menor éxito, pero su hoja de ruta es obvia.
Hasta mañana.