Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
La decisión de no aumentar el precio de los combustibles, que según la ministra Azucena Arbeleche implica la renuncia estatal a ingresos de unos 30 millones de dólares, ratifica la orientación de la política económica. Ante la crisis asociada con la emergencia sanitaria, se considera que apoyar al “país productivo” contribuirá más a la reactivación que aumentar los desembolsos para subsidiar a las personas afectadas.
Esto podría motivar una discusión de gran importancia si hubiera un escenario de diálogo nacional. Como no existe tal cosa, lo que ocurre es que, mientras el impacto de la pandemia crece en forma pavorosa, la fracción dominante del oficialismo maneja la situación como le parece y el resto del sistema partidario se mueve en el espacio que le queda. La consecuencia es una dispersión de esfuerzos muy poco conveniente para el país.
Cabildo Abierto (CA) decidió volver a formar mayoría parlamentaria junto con el Frente Amplio (FA). La primera vez ambos partidos aprobaron en la Cámara de Representantes un proyecto de CA para establecer límites a los proyectos forestales. Ahora, a la inversa, es un proyecto del FA el que será apoyado por los cabildantes para suspender los desalojos de asentamientos cuando el Estado no provea alternativas decorosas de vivienda a los ocupantes.
Es obvio que la iniciativa tiene mucho que ver con la situación del asentamiento Nuevo Comienzo, en el barrio Santa Catalina, y con los recientes fallos judiciales al respecto. Pero también tiene un claro significado político: el partido de Guido Manini Ríos reafirma su decisión de construir un camino hacia las elecciones de 2024 que pasa por la atención de demandas sociales, y da una nueva muestra de que la pertenencia a la “coalición multicolor” es ante todo un tramo de ese camino, un movimiento táctico subordinado a objetivos estratégicos.
Por supuesto, esto no le resultaría tan fácil a CA si el presidente Luis Lacalle Pou tuviera un estilo de gobierno menos personalista, que comprometiera más profundamente a sus socios.
El Partido Colorado, por su parte, se precia de ser un aliado más confiable de Lacalle Pou, pero eso no significa que esté dispuesto a dejar cancha libre para que frenteamplistas y cabildantes se presenten como los únicos abanderados de la sensibilidad social. Por lo pronto, ayer su Comité Ejecutivo Nacional consideró la situación sanitaria e hizo saber que, en su opinión, “hay margen para tomar alguna medida, a fin de que pueda operarse un cambio en la movilidad que determine una baja en los contagios”, en la línea de las recomendaciones planteadas el 7 de febrero por el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH).
Quedan muy claras las diferencias entre ese mensaje y el de Lacalle Pou, pero lo que no está tan claro es si los colorados harán algo más que dejar constancia de lo que piensan.
A su vez, el GACH está en una posición muy difícil. Sus propuestas no se han llevado a la práctica, y el resultado está a la vista, pero autodisolverse o romper el vínculo con el Ejecutivo puede ser visto (o presentado) como una deserción en lo peor de la batalla.
Hasta mañana.