Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
El incidente que involucra en estos días al director del Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional (Secan), Gerardo Sotelo, crea dudas difíciles de resolver. Por un lado, tiene una gravedad indudable; por otro, hay una enorme cantidad de cuestiones más relevantes que la incontinencia en redes sociales de alguien cuya importancia política personal es escasa, aunque la de su cargo sea grande.
En la noche del domingo, cuando se supo que Luiz Inácio Lula da Silva había vencido a Jair Bolsonaro en el balotaje brasileño, Sotelo tuiteó: “Y así, con el triunfo del ladrón sobre el facho, se fue otra elección en esta sufrida América Latina. Mamita”. Le llovieron críticas por el mismo medio y muy probablemente recibió también rezongos de altos dirigentes oficialistas, molestos en algún caso por lo de “facho”, en otros por lo de “ladrón”, y en todos por la obvia insensatez de que un jerarca uruguayo ofendiera simultáneamente a los dos mayores líderes políticos de Brasil.
El director del Secan la ha querido arreglar alegando que su mensaje era irónico, que los adjetivos eran los que habían usado Bolsonaro y Lula para descalificarse mutuamente, y que por error no los puso entre comillas. Sin embargo, una hora después de su mensaje, mantuvo un intercambio al respecto, también en Twitter, con Fernando Gil, exdirector de la Unidad de Comunicación del Ministerio del Interior, a quien le reprochó “abrazarse con el partido más corrupto del continente” sin que fuera imaginable algún tipo de ironía.
El despropósito causó irritación en la Torre Ejecutiva, fue calificado de “error importante” por Pablo Mieres, líder del partido que Sotelo integra, y el Frente Amplio anunció que llevará el tema al Parlamento. Salieron caros los 108 caracteres.
Las redes sociales son, entre otras cosas, una mezcla de escenario y mercado, donde se crean personajes cotizados por su capacidad para lograr indicadores de aprobación. En Twitter la cotización se mide en “seguidores”, y rinde mucho que la gente corte grueso y se haga la graciosa con distintos grados de agresividad. Esto puede funcionar como un entretenimiento sin mayor trascendencia, pero a veces los personajes se comen a las personas, que se sienten estrellas de esa pequeña constelación y, ansiosas por mantenerse como tales, van subiendo su apuesta en forma imprudente.
Mala cosa era ese afán para Sotelo cuando se dedicaba al periodismo, y es peor ahora que ocupa un cargo público que requiere, en forma ineludible, ofrecer garantías de ecuanimidad y respeto a una gran diversidad de personas e instituciones.
Paco Santas, un columnista español de derechas que firma Hughes y escribe muy bien en el diario ABC, halló hace años un título excelente para referirse a la red que acaba de comprar Elon Musk, a la que describió como “una supertertulia beoda, absurda, ridícula y profundamente vanidosa de periodistas, políticos y aficionados a uno y otro género”. El título era “Twitter, tontópolis”.
A un director del Secan no le conviene aquerenciarse en ese pueblo chico con infiernos grandes.
Hasta mañana.