Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Ayer se realizó el segundo congreso nacional de Cabildo Abierto (CA). El primero fue convocado en agosto de 2019, y como era totalmente previsible la postulación a la presidencia de Guido Manini Ríos, la principal novedad fue que se designara para acompañarlo en la fórmula a Guillermo Domenech, quien afirmó en aquella ocasión que el excomandante en jefe del Ejército podía ser “el nuevo Artigas”.
Desde entonces han ocurrido muchas cosas en CA. Entre ellas, la decisión de no cumplir con la promesa de apoyar el pedido de desafuero de Manini para que afrontara acusaciones por su actuación en lo referido al Tribunal de Honor del Ejército para José Nino Gavazzo; la necesidad de sustituir a varios integrantes del partido en cargos de gobierno debido a sendos escándalos; un creciente despliegue de perfil propio dentro de la coalición de gobierno y algunos chisporroteos entre dirigentes, a menudo centrados en la preponderancia de un grupo de militares allegado al conductor.
Esto último no llegó nunca a cuestionar el mando de Manini, pero es claro que la verticalidad, sumada a la ausencia de sectores reconocidos como tales, afecta los planes de crecimiento con miras a 2024. En las elecciones departamentales de 2020 fue notorio que la capacidad de convocatoria cabildante dependía mucho de que el excomandante fuera candidato, y que eran débiles los aportes propios que otros dirigentes estaban en condiciones de realizar.
Da la impresión de que se ha ido instalando la idea de que es preciso hacer algo al respecto, y hubo amagues de formación de corrientes internas, necesarias para diversificar la oferta y lograr cierto grado de descentralización del trabajo. El más desarrollado de esos proyectos es el de la ministra de Vivienda y Ordenamiento Territorial, Irene Moreira, quien es además la esposa del líder. El congreso que terminó ayer le dio luz verde a la formación de sectores nacionales, y todo indica que el moreirista picará al frente.
Se podría discutir, en realidad, si esto facilitará o dificultará la diversidad interna. En las parejas, como todos sabemos, los caminos pueden separarse, pero hasta ahora el discurso político de la ministra no ha incluido ningún matiz divergente con la conducción de Manini.
Quizá la consolidación de un sector moreirista, aunque plantee énfasis propios, no disminuya el predominio de esa conducción sino que, por el contrario, lo aumente, en la medida en que le quite espacio a otras corrientes de opinión menos cercanas a Manini. Cosas parecidas han pasado antes, en nuestro país y en otros, y es inevitable recordar, salvando varias distancias, el papel desempeñado en el primer peronismo por Eva Duarte.
El líder dijo ayer que “el crecimiento de una agrupación no debe buscarse a expensas de otra”, pero de eso exactamente se había quejado la diputada cabildante Elsa Capillera, debido a que Alejandra de Mello (viuda de Eleuterio Fernández Huidobro) intentó que dirigentes cercanos a la legisladora pasaran a integrar el sector moreirista en construcción, que al parecer tampoco es bienvenido en el núcleo duro militar de CA. A veces, donde manda capitana no manda coronel.
Hasta mañana.