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Ilustración: Ramiro Alonso

La nueva “malla curricular” no es de oro

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Leído por Mathías Buela.
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Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

La cuestión de la reforma educativa se recalienta sin muchos indicios de elaboración. En la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) la mayoría designada por el oficialismo está obviamente apurada por poner en marcha cambios, y es difícil no pensar que esto se debe al interés político en dar muestras de que se quiere cumplir con las promesas electorales antes de que el período de gobierno esté ya demasiado avanzado para concretar algo. El problema es que hay poco más que titulares, generalidades y algunas intenciones de dudosa viabilidad.

El discurso de los sindicatos de la enseñanza tampoco muestra altos niveles de reflexión, e insiste en combinar reclamos presupuestarios con el rechazo a todo lo que viene de la mayoría del Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP. La ausencia en ese discurso de una propuesta alternativa de cambios en materia curricular y pedagógica da la impresión de que hubiera plena conformidad con lo ya definido en ese terreno, y no contribuye mucho al prestigio social de estas organizaciones.

Quizá los sindicatos no consideran la posibilidad de que el fuerte apoyo a sus listas en la elección de representantes docentes en el Codicen se haya debido en gran medida a una reacción de rechazo hacia las autoridades nombradas por la coalición de gobierno.

En todo caso, de los dos lados se nota la voluntad de sobrecargar de sentido el esbozo de reforma, aumentando a pura retórica los elogios y las críticas hacia un proyecto de modestos alcances.

La decisión más reciente de la mayoría del Codicen fue, ayer, la aprobación de una reorganización en tres ciclos con tramos dentro de ellos, cinco “espacios curriculares”, materias con nuevas denominaciones y talleres. No está claro cuánto de los cambios es sólo de nombre y cuánto de contenido.

Los actuales primero, segundo y tercer grado de secundaria, por ejemplo, pasarían a llamarse séptimo, octavo y noveno grado, en una cuenta que prolongaría la de los grados de primaria, pero seguirían a cargo del Consejo de Secundaria. Obviamente, esto no determinaría por sí solo que mejoraran o empeoraran los actuales problemas de transición al ciclo básico, pero ya es defendido y cuestionado como si se tratara de una cuestión crucial.

Los primeros comentarios sobre el asunto, por parte de quienes tienen altas responsabilidades en la conducción del sistema educativo, parecieron bastante superficiales. Julián Mazzoni, representante docente en el Codicen, señaló que la nueva materia llamada Ciencias Ambientales será simplemente lo que hoy se llama Geografía o Biología, y quizá sería más útil centrar la discusión en que no se desaproveche la posibilidad de desarrollar un nuevo enfoque, que le haga justicia al adjetivo “ambientales”.

Este tipo de actitud también está presente en la mayoría del Codicen: otra de las nuevas materias propuestas es Comunicación y Sociedad, pero las expectativas de contenidos y encares interesantes que ese nombre puede generar se diluyen al saber que podrán dictarla los actuales profesores de Idioma Español. Sin inversión, formación y planificación de tareas para nuevos cargos, va a ser muy difícil que los cambios sean relevantes.

Hasta el lunes.

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