Resumen de lo publicado: Estamos en 2025. Alberto Brown es un académico e investigador que fue llamado por el gobierno electo del Nuevo Progresismo para ocuparse de la política de ciencia y tecnología. Pero antes de asumir surge una complicación: una nueva epidemia surgida en Etiopía comienza a expandirse por el mundo y surge el temor de que sea peor que la reciente pandemia desatada por un coronavirus. Brown trata de organizar a la comunidad científica, pero tras cinco años de recortes presupuestales, las cosas son muy distintas a las de 2020.
Montevideo, 15 de febrero de 2025
Una noche de insomnio por culpa de Gregorio Delgado. La verdad ¡no aprendo más! El famoso preprint anunciando la epidemia zombi ya fue descartado. Apareció una catarata de comentarios explicando que no tenía sustento empírico y estaba exclusivamente basado en una conjetura. Aparentemente, hay un virus similar al que genera el “Severe gastrointentinal syndrome” que ha provocado en ciertos tipos de zorros desórdenes neurológicos con síntomas parecidos a los de la rabia, pero no hay ninguna evidencia que sugiera que cosas similares están pasando (o vayan a suceder) en los humanos. Un alivio. Estoy con una chupadera bárbara con Gregorio, que se supone que me tiene que ayudar, no agregar ruido. Igual, no me puedo quejar, él fue el primero en avisarme de todo esto.
Por cierto, el nombre elegido por la OMS, “SEGAS”, ha sido de una torpeza extrema y no paran de surgir en las redes memes varios al respecto. La cosa no está para bromas.
Río de la Plata, 17 de febrero de 2025
Volviendo de Buenos Aires. Larga charla con De Vega. Me pareció que ameritaba una conversación cara a cara. Estos años fuimos aprendiendo de la peor manera las dificultades de comunicación que generaban las teleconferencias.
Vuelvo con buenas noticias. La Ministra va a estar contenta. De Vega quedó muy sorprendida y diría que muy feliz por mi planteo. Me preguntó si una cosa así era viable. Le dije que en la Udelar, no. Armar un laboratorio de cero, con cargo con nombre y apellido para su directora, es algo que no podríamos hacer en una institución que tiene su trayectoria e inercias naturales. Pensé para mis adentros “¡por suerte!”, pero me pareció que no daba para decírselo a ella. La cuestión es que armaremos un gran laboratorio de microbiología, virología y biología molecular en la Utec. El sueldo pensé que iba a ser un tema, pero no. Su única condición: que sea en Montevideo. Me dijo que esto de instalarse en un lugar perdido del interior le parece muy loable, pero que ella ya está muy cascoteada como para tener que encarar algo así. Le dije que eso iba en contra de la ley de creación de la Utec, pero que encontraríamos la manera de esquivar el problema. Le dije que nuestra condición es que vuelva ya para integrar el grupo del combate al SEGAS. Me dijo que es una decisión que tiene que hablar en familia, aunque me pareció entender que volver a Montevideo era un proyecto deseado desde hace tiempo por su marido e hijos.
Omití comentar: el otro día asumió el nuevo parlamento. El Nuevo Progresismo cuenta con una pequeñísima mayoría (51 diputados, 15 senadores más la vicepresidenta). Parece que las mayorías ajustadas son un mal que nos seguirá persiguiendo.
Montevideo, 21 de febrero de 2025
Reunión con la vieja barra del GUIAD. Pareció una reunión de ex combatientes. Me dio un poco de lástima. Todos bastante quemados y muy escépticos sobre poder hacer algo en esta ocasión. Los traté de animar. “Muchos somos gente progresista, y cinco años atrás no dudamos un instante en la importancia de defender la salud de la población a pesar del gobierno de derecha. ¿Por qué ahora, con un gobierno de izquierda, nos la jugaríamos menos?”. Me pararon el carro enseguida. Que yo ya estoy del otro lado del mostrador, que no puede ser que después de pocas semanas en el medio político ya me haya olvidado lo que tuvimos que soportar los investigadores todos estos años, que este es un país sin oportunidades, que los investigadores que dejaron sus tareas de lado luego fueron peor evaluados porque publicaron menos y que a los que se habían quedado haciendo la plancha les fue mejor, etcétera.
Hay un tema que me doy cuenta que es determinante en el ánimo de mis colegas. La idea que quedó instalada en la opinión pública es que nuestro trabajo fue inútil y que las medidas que se tomaron fueron peores que el impacto que podría haber tenido la covid-19. Por cierto, sé que es un clima instalado no sólo a nivel del Uruguay, sino a nivel mundial. El que lo describió mejor fue el Maceta: “Es como el paciente que se cura del cáncer y en lugar de estar contento, se queja de la quimio y, por si fuera poco, acusa de sus males al oncólogo”.
A pesar de esto, creo que los logré convencer con el plan “Posdocs contra el SEGAS”. Muchos están necesitando reactivar sus laboratorios, y la idea de un llamado urgente para 150 posdocs (con la contraparte de tener que atender la emergencia sanitaria los primeros meses) pareció gustarles. Es duro decirlo, pero por la plata baila el mono. Me doy un poco de asco, pero la necesidad tiene cara de hereje.
Me ponen una condición: los datos tienen que estar disponibles desde el comienzo. Acepto feliz, pero soy consciente de que ese va a ser nuevamente un dolor de cabeza. En la experiencia contra la covid-19, la falta de transparencia del gobierno fue total. La manera con la que nos negaron información básica para trabajar a los investigadores fue incomprensible. Ahora bien, me temo que el problema no dependa exclusivamente de la voluntad del gobierno, sino que esté asociado a prácticas institucionales muy arraigadas en el Estado. Ojalá la cosa haya mejorado desde la última vez que me enfrenté a este asunto.
Montevideo, 24 de febrero
Varios grupos a nivel mundial anuncian independientemente el desarrollo de test de PCR. Varios laboratorios en Uruguay ya están trabajando en el tema, por ahora sin éxito. Estoy haciendo un esfuerzo muy grande por que cooperen y no compitan entre sí. Los egos y las rivalidades institucionales fueron un problema recurrente cinco años atrás. Espero que se pueda trabajar de otra forma ahora. De Vega confirmó su venida. En lo inmediato se instalará nuevamente en el Pasteur. Me dijo que cree que varios de los test anunciados son fácilmente reproducibles a nivel nacional. En este sentido, creo que su experiencia en el sector farmacéutico estos años, lejos de ser una dificultad, termina siendo una ventaja. Quizás hay que transformar la crisis en oportunidad y reforzar el vínculo entre la investigación académica y el sector industrial. La historia sugiere que esas cosas pueden pasar. Pienso en el caso del desarrollo de la informática uruguaya.
Los test se hacen con muestras de heces. Por suerte: me temía que nuevamente se hicieran con hisopados. La vía por la cual hubieran tenido que hacer los hisopados me generaba bastante preocupación.
Ruta 3, 27 de febrero de 2025
Volviendo de la reunión con Edison Montes. Apliqué nuevamente el criterio “mejor presencial que por teleconferencia”. Estoy juntando cadáveres. Conozco a Edison desde hace muchos años, de la militancia universitaria, y nunca me imaginé verlo en este estado. Siempre fue un tipo a prueba de balas, jovial y calentón a la vez, pero nunca desanimado. No estaba preparado para verlo en este estado.
Me relató la desesperación cuando el gobierno se negó a financiar los gastos de funcionamiento del laboratorio de investigación de alta seguridad P3. Me llevó a ver el edifico vacío, inaugurado pero nunca puesto en funcionamiento. Se le llenaban los ojos de lágrimas relatando cómo se fue deshilachando su grupo de investigación ante la falta de perspectivas. “Armar algo de nivel en el interior es difícil. Vos sabés que hacer algo de calidad en Montevideo ya es complicado. En el interior la tenés que pelear el doble. Si además te sabotean, es imposible”. Me contó que estuvo dedicado a la política universitaria pero que casi no ha hecho investigación estos años. Le pregunté si es posible retomar el proyecto del P3. No me esperaba a su respuesta negativa. “Los edificios son importantes, pero los laboratorios se hacen con gente. No sé a quién podré convencer de venirse a Salto después de lo que pasó la última vez”.
A todo esto, primeras muertes en América del Sur. San Pablo, Río y Pernambuco. Arrancó por Brasil. Prefiero no saber qué está pasando en esas periferias urbanas. El Cuquito se negó hasta el final a cerrar la frontera. Dos millones de casos detectados a nivel mundial. Miro todos los días la página de la John Hopkins y me da escalofríos. Lo peor es la heterogeneidad de los muertos. Casi no hay en los países ricos, pero está siendo una carnicería en los pobres. Ni hablar en África, que es donde arrancó. Si bien todo el continente está muy golpeado, lo de Costa de Marfil parece ser el peor caso. De cualquier forma, todo indica que próximamente India superará el número de muertes de todo el continente africano. Uruguay sigue ligando por ahora. Por suerte siempre llegamos tarde a todo.
Montevideo, 1° de marzo de 2025
“Ciencia, medicina, solidez institucional y la inquebrantable solidaridad uruguaya: al SEGAS lo vencemos entre todos”. Creo que esa será la frase que quedará del discurso del Gordo. Por suerte lo convencieron de que no tenía que decir “Ciencia, ciencia y más ciencia”, que recordaba una vieja promesa incumplida. Decretó inmediatamente cierre de fronteras, postergación del comienzo de clases, creación del GACH 2 y del programa “Posdocs contra el SEGAS”. Bueno, y lo obvio: el plan de recuperación del empleo, el programa contra la vivienda insalubre, el nuevo plan de equidad y el relanzamiento del sistema de cuidados. Anunció el gabinete (paritario, ya era hora) que incluye dos ministros colorados, “compatriotas honestos y de buena voluntad”. El ala de los colorados que se autodefine batllista finalmente aceptó el ofrecimiento del Gordo. Me viene a la memoria una frase sobre abrazarse con culebras. Consultado, el ex candidato blanco comentó: “Lo del GACH 2 es patético. Segundas partes nunca fueron buenas”. Lamentablemente, tengo la sensación de que tiene razón.
(fin del capítulo 3.)