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Medición de Austrolebias negripinis en salida de campo de Emanuel Machín y Daniel Garcia.

Foto: Leo Lagos

Comisión Honoraria de Experimentación Animal edita valioso libro sobre manejo ético de animales no tradicionales para hacer ciencia

9 minutos de lectura
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Un río contiene cantidades elevadas de un plaguicida. ¿Cómo hacemos para saber si eso está afectando a la comunidad de peces y otros seres vivos que viven en él? Aumenta la cantidad de hectáreas destinadas a monocultivos como la soja o los eucaliptos. ¿Cómo hacemos para saber si eso está afectando nuestra biodiversidad? Tenemos que construir una vía de ferrocarril, o un emprendimiento costero, o molinos de viento. ¿Cómo hacemos para saber qué impacto tendrán en el ambiente? Luchamos contra enfermedades neurodegenerativas. ¿Cómo hacemos para entender mecanismos de reparación neuronal que se dan en la naturaleza? Nos gusta conocer. ¿Cómo hacemos para entender el mundo que nos rodea y, de esa manera, entendernos?

Para intentar responder algunas de esas preguntas –y muchísimas más– los científicos y científicas, en ocasiones, no tienen más remedio que experimentar con animales. Si bien para muchas disciplinas y campos del conocimiento varias interrogantes pueden despejarse utilizando animales de laboratorio –ratas y ratones son los más comunes–, muchas veces quienes experimentan deben recurrir al conteo, colecta, muestreo, registro, manejo y, en algunas ocasiones, sacrificio de animales silvestres.

Lejos de lo que podría pensarse, tanto en el caso de los animales de laboratorio como en el de los animales no tradicionales, la experimentación en Uruguay no está librada a la buena suerte de los investigadores, sino que se rige por protocolos que establecen la Comisión Honoraria de Experimentación Animal (CHEA), de la Universidad de la República, y la Comisión Nacional de Experimentación Animal (CNEA), creada por la Ley 18.611, que regula la “utilización de animales en actividades de Experimentación, Docencia e Investigación Científica”.

La CHEA, institución pionera del tema en el país, se encarga de formar y acreditar a los investigadores que manejarán a los animales experimentales, tanto a los que se encargan de su mantenimiento diario (acreditación categoría A) como a los técnicos experimentadores (categoría B) y a los responsables de dirigir y diseñar los experimentos (categoría C). Es en ese contexto de formar, actualizar a la comunidad y pensar el problema ético de trabajar con animales que la institución acaba de editar el libro Experimentación con animales no tradicionales en Uruguay, en el que varios investigadores comparten sus conocimientos en el manejo de peces, reptiles, anfibios, aves y reptiles para hacer ciencia de forma responsable.

Un dilema ético

La CHEA denomina ANTE (animales no tradicionales de experimentación) a todos los vertebrados de uso poco común en investigación biomédica. El asunto es que, a diferencia de los animales de laboratorio, para los que están bien definidos los protocolos de manejo, los ANTE presentan desafíos adicionales. Como dice Ana Silva en el prólogo, por un lado, son “un grupo diverso no relacionado de especies para el que es imposible pensar en recomendaciones generalizadas” y, por otro, “en su mayoría son especies de animales silvestres, que por tanto implican capítulos novedosos de regulaciones, no previstos en las normativas tradicionales”.

Sin embargo, hay un problema ético que es común al trabajo con los ANTE y los animales tradicionales de laboratorio. Como dicen en su capítulo Annabel Ferreira y Natalia Uriarte, “gran parte del debate actual sobre el tratamiento que hacemos de los animales se basa en los siguientes tres enfoques: de ‘bienestar animal’, ‘ecológico’ y de ‘derechos básicos’”. En el primero se señala que “es importante considerar el bienestar de los animales no humanos, aunque esté subordinado a los intereses de los seres humanos”, y que, como los animales sienten, los humanos debemos “otorgarles una consideración moral”. Según las autoras, este abordaje no implica que “que se les atribuya la misma jerarquía moral que a los seres humanos ni que se prohíba su uso en experimentos y otras prácticas en beneficio de los humanos”.

El abordaje ecológico se centra en los ecosistemas y no en cada animal como individuo. En ese sentido, si bien denuncian las actividades humanas que atentan contra el ambiente y los seres vivos, “si el sacrificio de animales tiene un impacto neutral o incluso positivo en los sistemas ecológicos”, dicen –y ponen como ejemplo la caza de especies exóticas invasoras–, este abordaje “propone favorecer la protección, conservación y/o restauración de los ecosistemas antes que salvar la vida individual de todos los animales”.

El tercer abordaje sostiene que “los animales no existen para servir intereses humanos o la vitalidad del ecosistema, sino que tienen su propio significado moral”. En el ala más extrema de esta visión, los animales humanos y los no humanos “serían iguales en cuanto a sus derechos básicos a la vida y a la libertad”, prosiguen Ferreira y Uriarte, por lo que los animales son sujetos de derecho, entre ellos, “no ser torturados, encarcelados, sometidos a experimentación, separados de sus familias o sacrificados”. “La mayoría de los científicos que hoy están activos probablemente no considere ya a los humanos como reyes de la creación y omnipotentes usuarios de la naturaleza, pero tampoco acepta las extremadas exigencias y limitaciones que el enfoque de derechos animales impondría a sus experimentos”, resumen las investigadoras, sin olvidar que los “dilemas respecto de la experimentación animal con fines científicos no tienen una única respuesta satisfactoria”.

Reemplazo, reducción, refinamiento

Un camino para enfrentar este dilema fue propuesto en 1959 por los biólogos ingleses Bill Russell y Rex Burch en el libro The Principles of Humane Technique. Su principio de las 3R (reemplazo, reducción y refinamiento) sigue guiando a la investigación con seres vivos vertebrados (y en muchos casos también con algunos invertebrados). La obra, pionera en reconocer el problema ético de investigar con animales, propone utilizar métodos alternativos a la experimentación con animales siempre que se pueda (reemplazo), y en ese sentido hoy se experimenta, en algunos casos, con tejidos en lugar de con organismos, y con simulaciones y modelos matemáticos. Cuando no haya más remedio, se recomienda utilizar la menor cantidad posible de animales, elaborando un buen diseño experimental (reducción). Por último, se indica recurrir a la mejor tecnología y procedimientos posibles, de manera de ocasionar el menor sufrimiento posible (refinamiento).

“La defensa de las tres erres en investigación ha sido desde entonces la base de la redacción de las legislaciones modernas a nivel mundial que regulan el uso de animales con fines de docencia e investigación”, resumen en su capítulo Martín Breijo y Laura Domínguez.

Cada animal, un mundo

Además de estos capítulos introductorios, que abordan la dimensión ética de la experimentación con animales y el marco legal e institucional que rige en el país, el libro contiene luego aportes de 27 investigadores que comparten lo que han ido aprendiendo en sus respectivas áreas y que abarcan distintas técnicas, lo menos dañinas posible, de muestreo, captura, manejo, traslado al laboratorio, anestesia y, para cuando sea necesario, eutanasia, fijación y conservación de animales no tradicionales de experimentación.

La lectura atenta de cada capítulo deja en evidencia que, si bien cada animal es un mundo, nuestros investigadores tratan de improvisar lo menos posible y basan sus prácticas en los mejores conocimientos que tienen a su alcance. Para un futuro investigador hay datos prácticos que harán que, como decía Isaac Newton, comiencen su trabajo parados en hombros de gigantes. Al leer la obra se puede apreciar cómo la tecnología ha venido en auxilio de los investigadores: mediante muestreos de los cantos de los anfibios pueden hacer estimaciones de su población, o gracias a las cámaras pueden recurrir a software para identificar anfibios (antes la técnica más usada era cortarles falanges), o emplean métodos indirectos para la observación de mamíferos que se valen de la amplificación de ADN de sus excrementos, o el uso de cámaras trampa, entre otras.

Por todo esto, el libro editado por la CHEA es un material indispensable no sólo para quienes experimentan o experimentarán con animales no tradicionales, sino también para que quienes disfrutamos la ciencia sepamos que, al menos en Uruguay, se hace de la forma más humana y cuidadosa posible.

Libro: Experimentación con animales no tradicionales en Uruguay
Publicado por: Comisión Honoraria de Experimentación Animal (Udelar)
Editor: Franco Teixeira de Mello
Autores: Annabel Ferreira, Natalia Uriarte, Martín Breijo, Laura Domínguez, Franco Teixeira de Mello, Ana Silva, Raúl Maneyro, Lucía Ziegler, Andrés Canavero, Ernesto Elgue, Santiago Carreira, Inés da Rosa, Arley Camargo, Matilde Alfaro, Joaquín Aldabe, Sebastián Jiménez, Andrés Domingo, Ariel Farías, Diego Queirolo, Susana González, Valentina Franco-Trecu, Helena Katz, Ana Rodales, Germán Botto, Gabriel Laufer, Matías Arim, Mariana Meerhoff.

Con Franco Teixeira de Mello, editor de "Experimentación con animales no tradicionales en Uruguay"

¿Cómo surge la idea de sacar este libro? ¿Qué objetivo persiguen?

Con el fin de cubrir las demandas de formación y actualización dentro de la Udelar, desde la CHEA se avalan y apoyan diversos cursos, la gran mayoría de ellos enfocados en el manejo de animales tradicionales y algunos sobre animales de producción. Por otra parte, con el espíritu de aportar al manejo y la experimentación con animales silvestres, o no tradicionales, se creó y se desarrolla, desde hace más de diez años, el curso de ANTE que se dicta en la Facultad de Ciencias, con alguna edición en el CURE [Centro Universitario de la Región Este]. Debido a que el trabajo con ANTE es un área de desarrollo incipiente, los investigadores que desarrollan nuevas líneas de trabajo con estas especies se enfrentan a problemas de manejo que deben resolver muchas veces desde la experiencia generada en otros países, así como de la prueba y el error en casos en los que la experiencia previa es inexistente. A partir, en parte, de estas experiencias, el curso busca, año a año, la actualización del conocimiento generado por los investigadores de la Udelar. En el contexto de este curso y de la experiencia acumulada en varios años de un grupo importante de investigadores, resolvimos generar este libro o manual, que recoge experiencias y conocimiento utilizados y aplicados actualmente en la investigación con ANTE en el país.

Más allá de las buenas prácticas, de los permisos y medidas para implementar las 3R, ¿en algún momento, como científico, dejás de pensar en las cuestiones éticas que implica trabajar con seres vivos?

Las cuestiones éticas en la ciencia, al igual que en la sociedad, se aprenden, se actualizan y se ajustan a diferentes momentos de la historia. Nuestra sociedad ha madurado hacia una conciencia de respeto a otros animales, poniendo actualmente en tela de juicio la experimentación con estos, cuando unas cuantas décadas atrás no se pensaban ni se discutían estos temas. La educación respecto del sufrimiento animal y la valorización consciente de lo que implica experimentar con animales son fundamentales tanto para generar un manejo con el menor sufrimiento posible como para valorizar y poner en perspectiva la importancia de la experimentación con animales. Por ejemplo, en mi área de investigación, con peces, hace 20 años en Uruguay no se seguía ningún protocolo de bienestar animal, mientras que actualmente, cada año se revisa y se aprueba un número importante de protocolos. Considero que, una vez que internalizamos las cuestiones éticas como investigadores, aprendemos a cuestionar cuándo no se cumplen determinados protocolos de experimentación, e incluso si los objetivos que nos planteamos justifican el uso de animales.

Además, la experimentación abarca más que el trabajo de laboratorio.

Cuando hablamos de experimentación con ANTE estamos hablando de cualquier tipo de manipulación de animales, incluyendo el pasar una red de arrastre para capturar una especie cuando queremos conocer de qué se está alimentando, o como parte de una evaluación de impacto ambiental. Este tipo de prácticas es considerado experimentación y debe hacerse siguiendo protocolos de experimentación y manejo aprobados por un comité de ética. Entiendo que los investigadores que trabajamos con animales no debemos dejar de pensar en las cuestiones éticas que rodean la experimentación con animales, sean tradicionales o no.

Hoy hay un amplio abanico de gente que entiende que los animales tienen derecho a no sufrir. ¿Sienten que la gente entiende su compromiso con las 3R?

La experimentación animal es un tema controvertido, que genera extremos opuestos de opinión. Más allá de las consideraciones personales referentes a si es correcto o no experimentar o utilizar animales en experimentación, se conoce poco acerca de cómo se hace experimentación y de las consideraciones que tienen los investigadores a la hora de trabajar con animales, así como de los mecanismos de regulación de este tipo de trabajo. En este sentido, las actividades de experimentación, docencia e investigación científica con animales vertebrados son reguladas por la “Ordenanza universitaria sobre el uso de animales de experimentación, docencia e investigación universitaria” y la Ley 18.611, que establecen las competencias y los objetivos por los que se rigen la CHEA, a nivel de la Udelar, y la CNEA a nivel nacional. La CHEA ha buscado la aplicación de medidas que contemplen el buen uso de animales en investigación, reconociendo su valor intrínseco y que estos sean respetados de acuerdo con los principios generales de reemplazo, reducción y refinamiento, que se establecen en la Ordenanza. Por ejemplo, todo aquel que trabaje con animales vertebrados en la Udelar debe contar con cursos que lo habiliten para desarrollar esta tarea y estar acreditado. Otro aspecto relevante es el esfuerzo que hace la CHEA desde su creación, en cuanto a actualización y capacitación en un área en la que los conocimientos se renuevan año a año. En este sentido, los invito a conocer nuestro sitio web, donde encontrarán mayor información de su organigrama de funcionamiento, y donde próximamente estará accesible el libro Experimentación con animales no tradicionales.

¿Cuáles serían los próximos pasos para la CHEA respecto de la experimentación con animales no tradicionales?

El proceso de aprendizaje de manejo de animales no tradicionales, al igual que el de tradicionales, es continuo, por lo que la actualización de los investigadores y de los comités de ética también debe serlo. En lo referente a ANTE, cada año surgen expectativas de investigar y desafíos asociados a la manipulación de especies en los que puede no existir experiencia previa. Esto nos obliga a rastrear toda la información existente sobre el manejo de esas especies, y, muchas veces, a aprender sobre la marcha tomando como insumos los avances existentes de trabajo en especies similares. En este sentido, el curso de ANTE busca atraer a investigadores y estudiantes que se enfrentan a estos nuevos desafíos para brindarles metodologías que pueden ser útiles, y a su vez aprender de los avances que han logrado y poder discutir sobre ellos. Es de esperar que, en el futuro, nuevas ediciones de este libro contemplen nuevos aprendizajes de los grupos presentados, así como experiencias de nuevos grupos de trabajo. A su vez, entre otras actividades, la CHEA contempla la generación de una videoteca que apoye el material brindado en este libro y aporte a la generación de protocolos estandarizados para los diferentes grupos de vertebrados.

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