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Sierra de las Ánimas.

Foto: Bettina Amorín Bernhardt

Habilitaron criadero de fauna nativa en predio de los Pozos Azules

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El dueño del predio también planea un polo turístico, pero asegura que la quebrada donde están los pozos quedará “prístina e intocada”; expertos en áreas protegidas piden tener especial precaución en la zona.

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Leído por Abril Mederos.
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Durante muchos años, el predio de la Sierra de las Ánimas, donde se encuentran los Pozos Azules, tuvo libre acceso para los amantes de la naturaleza, turistas o simplemente los curiosos, que ingresaban a la altura del parador Los Cardos, en el kilómetro 86 de la ruta Interbalnearia, en Maldonado. Muchos acampaban en la zona o trepaban hasta la cima de la sierra para luego visitar los ya legendarios pozos, piscinas naturales de agua que reflejan el cielo en un entorno exuberante.

Cuando el predio fue comprado por sus actuales propietarios ‒y luego arrendado a un vecino para actividad ganadera‒, el panorama que se encontraron estaba lejos del paraíso prístino que se formó en el imaginario popular. Había grafitis en las paredes rocosas de la quebrada y toneladas de basura acumulada. Según recuerdan hoy los propietarios, se encontraron con “suciedad, bolsas, toallas higiénicas, preservativos y residuos de todo tipo”.

Trabajaron en la limpieza del lugar hasta que no quedó rastro humano –aunque dicen que algunos graffitis se resisten a desaparecer– y decidieron cerrar el paso. Era tal el interés por seguir visitando la zona que siete años después, en 2015, el arrendatario (probablemente cansado de recibir a más gente por fin de semana que un funcionario en la oficina de Turismo de 18 de Julio) decidió reabrir el acceso de forma responsable. Llegó entonces a un acuerdo con el proyecto comunitario Red Ánimas para hacer paseos organizados a los Pozos Azules, con especial cuidado en la conservación del lugar.

Hay motivos para estos cuidados. La región en la que se encuentra la Sierra de las Ánimas (y por lo tanto los pozos) fue sugerida varias veces como candidata a ingresar al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), ya sea por investigadores, la comunidad local o estudiantes y docentes del Polo Tecnológico Arrayanes de Maldonado. Esta semana, el Espacio 1946 del Frente Amplio propuso también crear un área protegida en la Sierra de las Ánimas, la última de una larga fila de propuestas desde que en 1994 (antes de que existiera el SNAP) el analista ambiental Eduardo Gudynas planteara algo similar.

Hace pocos meses, guardaparques y alumnos de Arrayanes realizaron un cortometraje para explicar por qué la Sierra de las Ánimas debería ingresar al SNAP, destacando los diferentes ambientes que permiten filtrar el agua que llega hasta la Laguna del Sauce, principal reservorio de agua potable para buena parte del departamento de Maldonado. El estudio Prioridades de conservación dentro de las eco-regiones de Uruguay, coordinado por Alejandro Brazeiro en 2012, la destaca como zona de “alta y máxima prioridad”, y está incluida en informes técnicos del propio SNAP como área de prioridad de conservación en 2010 y de importancia en su plan de manejo 2010-2014.

Otras especies

El 18 de marzo, la recientemente creada Dirección Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Dinabise) firmó su primera habilitación, relacionada con un emprendimiento dentro del predio en el que se encuentran los Pozos Azules.

A solicitud de la empresa Sierra de las Ánimas SRL se habilitó la instalación de un criadero de especies nativas, más precisamente ñandúes, pecaríes y carpinchos, en régimen de cautividad. El documento señala que se constató que las instalaciones “reúnen las condiciones necesarias, de forma tal que permiten el confinamiento y estricta separación de las poblaciones silvestres de las especies a criar, requisito básico para la definición de un criadero”.

El emprendimiento se hará dentro de dos padrones que abarcan casi siete hectáreas. Tendrá un cerramiento con malla antipredadores que impedirá el “movimiento de especies mayores entre la reserva y el exterior, con separación de las poblaciones salvajes y vacunos, ovinos y equinos”.

El dueño del predio, Luis Romero Álvarez, aseguró a la diaria que el objetivo de la solicitud fue tener animales nativos en el casco de la estancia turística que hay en el campo y destacó que no es un criadero, sino una reserva de fauna. Consultado al respecto, el director de la Dinabise, Gerardo Evia, explicó que técnicamente es un criadero ya que la autorización se dio en el marco establecido por el decreto 186/002 (titulado “Instalación de criaderos de especies animales de la fauna silvestre en régimen de cautiverio”), que habilita la tenencia en cautiverio y que no incluye el término “reserva”.

El uso indistinto de las expresiones “reserva” y “criadero” para referirse a la iniciativa provocó también algunas confusiones y especulaciones en las redes sociales, tanto entre quienes defendieron el proyecto como entre quienes lo criticaron.

Desde el punto de vista técnico (e ideal), además, una reserva tiene como objetivo la conservación de las especies y debe cumplir con criterios de manejo demográfico y genético. Por ejemplo, es imprescindible realizar cruzamiento de animales tratando de conservar la mayor diversidad genética en la población, que a futuro puede ser crucial para la supervivencia frente a posibles cambios medioambientales o enfermedades. Dicho de otro modo: cuanta mayor diversidad genética se asegure, más chances tiene de subsistir la especie. No es ese el propósito de esta iniciativa.

Dejad que los niños...

El decreto mencionado, de todos modos, tiene entre sus consideraciones para la habilitación de criaderos que es “necesario fomentar la cría en cautividad de especies silvestres como una de las vías para la conservación de las mismas”. En este caso, Romero explicó que el objetivo del emprendimiento no es el de reintroducción de especies, sino que apunta a un fin turístico y de aprendizaje; más precisamente, acercar a los niños que visitan la estancia la experiencia de tener contacto con animales nativos.

Sierra de las Ánimas.

Foto: Bettina Amorín Bernhardt

“El objetivo es tener algunos animales autóctonos, criados en centros de cautiverio, que no van a estar en una jaula sino interactuando con el ambiente, pero que a su vez sean mansos para que los niños jueguen con ellos y los conozcan, pensando en que ese contacto ayude a preservarlos en el futuro, en que los niños los cuiden más que lo que lo hicieron nuestras generaciones. No hablamos de animales difíciles de mantener, como el venado de campo, sino de especies más fáciles de manejar, como carpinchos, nutrias, ñandúes, siempre en acuerdo con Dinabise. Y si alguna especie tiene reproducción abundante, la idea es que se puedan ir liberando, siguiendo siempre los protocolos para ello”, explicó Romero.

Si bien en su habilitación la Dinabise no impide que este nuevo criadero venda ejemplares como animales de compañía o mascotas (cumpliendo la reglamentación correspondiente), Romero fue enfático al decir que no habrá venta alguna y que el propósito es solamente acercar experiencias de naturaleza a los visitantes.

Explicó que solicitó un convenio con la Estación de Cría de Fauna Autóctona del Cerro Pan de Azúcar (ECFA) para que aporte algunos ejemplares y asesore además en el manejo y traslado de los animales. Si bien el criadero tiene ya un técnico veterinario designado, el dueño del emprendimiento explicó que como se encuentra especializado en el área rural, es fundamental el asesoramiento del veterinario de la ECFA, Hugo Arellano, que prometió su apoyo. “Tanto la Dinama como la Dinabise vieron con buenos ojos esta solicitud”, dijo Romero. Aún no hay fecha fija para la finalización de las obras y no se descarta solicitar más adelante la inclusión de nuevas especies.

Animales nativos y dónde encontrarlos

Para el biólogo y guardaparques Ramiro Pereira, técnico en áreas protegidas que ha trabajado en invasiones biológicas y docente de Los Arrayanes (UTU cercana al lugar), hay aspectos del emprendimiento a los que hay que prestar especial atención para evitar inconvenientes en la zona.

En primer lugar, aseguró que la liberación de especies en caso de que se produzca una superpoblación es un proceso complejo y debe seguir un plan de reintroducción, con sus permisos correspondientes y recursos muy importantes de dinero y de personal. Hay que hacer exámenes a cada animal para asegurarse de que no transmitan ninguna enfermedad a la fauna silvestre y también cumplir un proceso estricto de adaptación de dieta, que los prepare para valerse en el ambiente natural. Una vez liberados, además, hay otros factores. La suelta de pecaríes en el litoral, por ejemplo, atrajo a varios cazadores, episodios que tuvieron amplia repercusión mediática (gracias a los propios cazadores y su pasión por las redes sociales, en muchas ocasiones).

Pereira agregó que tener un criadero de este tipo “no significa hacer conservación per se” e incluso “puede ser un problema para el ecosistema si los animales, como suele pasar, se escapan”. Algunas especies, como el pecarí o el carpincho, son muy prolíficas, y al no tener depredadores sus poblaciones en cautiverio se disparan rápidamente, lo que puede dar lugar a escapes o sueltas poco exitosas. Las poblaciones de algunas de estas especies necesitan condiciones ambientales específicas (como humedales y cursos de agua) y grandes superficies. Según el biólogo, en la zona de Sierra de Ánimas un problema que podrían provocar los pecaríes es la erosión del suelo y daños a la flora nativa, ya que, como los jabalíes, son omnívoros y acostumbran a hozar (escarbar con el hocico) en la tierra en busca de raíces y bulbos.

Pereira puso como ejemplo el escape de pecaríes y especialmente de coatíes de la estación de Pan de Azúcar, que se esparcieron y proliferaron en la zona. Dependiendo de cómo se produzca un hecho similar, puede convertirse en un problema para los ecosistemas, aun cuando se trate de especies nativas.

Gerardo Evia aseguró que el criadero estará sujeto a inspecciones y controles. En la habilitación, se establece que el criador deberá presentar en marzo de todos los años una declaración jurada con las altas y bajas producidas en el lugar, se aclara que los ejemplares pueden ser sujeto de investigación genética para definir cruzamientos o eventuales acciones de suelta, y que el criadero estará sometido a “inspecciones periódicas”, debiendo aportar la información que se le solicite.

Estas intenciones, sin embargo, deberán tener su correlato en la práctica en una cartera recién creada y que intenta maximizar el número de funcionarios de los que dispone para cumplir varios cometidos. El propio ministro Adrián Peña dijo en una reciente entrevista con Búsqueda que el presupuesto es acotado y que apelará a la “creatividad” para cumplir los objetivos del ministerio.

Animales del turismo

Romero había asegurado a la radio RBC de Piriápolis que, además de este criadero, piensa en un proyecto turístico de largo aliento que implica crear un polo turístico regional a la manera de La Cumbrecita de Córdoba, un pueblo peatonal y con servicios turísticos que recibe a 350.000 personas por año.

El anuncio combinado (reserva o criadero más polo turístico) generó críticas de vecinos de la zona e integrantes de grupos de conservación, que a través de las redes sociales tildaron la iniciativa de “horror”, pidieron “respeto por la naturaleza” y calificaron los planes como “negocios con desconocimiento total del ambiente”.

Consultado al respecto por la diaria, Romero señaló que este proyecto estará lejos de la quebrada de 35 hectáreas donde están los pozos, que se mantendrá “prístina, intocada”. Sus terrenos ocupan en total 860 hectáreas. “Nosotros hemos cuidado siempre el medioambiente. Además de limpiar todo, repusimos plantas autóctonas que ya no estaban pero que sabemos que existían porque tenemos registros de 1808, y estamos montando un museo indígena de interpretación. Esto va a estar a kilómetros de las cascadas de los Pozos Azules. Va a estar muy retirado, como el pueblo de Nueva Carrara”, afirmó.

Sobre algunas dudas de vecinos de la zona a raíz del posible impacto turístico en el área, aseguró que haga lo que se haga “siempre habrá algunos que critiquen”, pero insistió en que “se va a cuidar al extremo el medioambiente, dando vida a la zona, integrando iniciativas con otros esfuerzos turísticos, haciendo las cosas con buena voluntad y con respeto por la zona y por las personas de la zona”. “Me parece que hay que esperar un poco a saber más antes de lanzar una crítica”, concluyó.

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