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Natalia Bajsa y Federico Battistoni.

Foto: Federico Gutiérrez

Otra forma de producción agrícola es posible

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Los organizadores de la próxima Reunión Latinoamericana de Rizobiología sostienen que los bioinsumos son de gran utilidad para lograr una producción menos dependiente de agroquímicos y con menor impacto ambiental. Destacados panelistas del extranjero, junto a investigadores, productores y empresas locales, abordarán este y otros aspectos entre el 4 y el 8 de octubre.

La primera semana de octubre se llevará a cabo, de forma virtual, un doble evento con temas estrechamente relacionados. Por un lado, tendrá lugar la XXX Reunión Latinoamericana de Rizobiología; por otro, el V Congreso Latinoamericano de Microorganismos Promotores del Crecimiento Vegetal. La organización de ambos corre por cuenta de las facultades de Agronomía, Ciencias y Química, de la Universidad de la República, el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) y el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA).

En este doble evento internacional participarán disertantes tanto de institutos y centros de investigación como de asociaciones de productores agrícolas y empresas de bioinsumos agropecuarios. El objetivo es brindar una “mirada transversal” que abarque “el estudio de la microbiota del suelo y de la planta como un todo” para profundizar en el entendimiento del “rol que cumplen los microorganismos en el óptimo desarrollo vegetal y, por tanto, en la salud de los sistemas agrícolas”. Como puede verse, es un tema que atañe tanto a la producción sustentable como a las prácticas englobadas bajo el concepto de Una Salud.

Para adentrarnos un poco más en el tema, conversamos con dos de los organizadores que realizan investigación en el IIBCE, Natalia Bajsa y Federico Battistoni, tesorera y actual presidente de la Asociación Latinoamericana de Rizobiología (ALAR).

Ustedes proponen que el microbioma agrícola es clave en la transición hacia sistemas agrícolas sostenibles. ¿El conocimiento que tenemos sobre este tema ya nos permite pensar esa transición?

Natalia Bajsa: Si bien hay mucho conocimiento, tal vez es poco lo que se sabe sobre cómo aplicar eso en beneficio de la producción. Con las técnicas moleculares se conocen y se han caracterizado cada vez más microorganismos y qué hace cada uno. Las investigaciones clásicas tratan de ver qué hace un microorganismo para mejorar una función en el suelo o en la planta. Sin dudas eso ayuda, pero en la naturaleza es más complejo. Si bien se ha ido de a poco, en Uruguay hace décadas que se utilizan microorganismos para mejorar algunos sistemas agropecuarios. Por otro lado, sabemos que los microbiomas agrícolas son fundamentales para los sistemas de producción, pero las prácticas agrícolas actuales han degradado mucho el suelo. Siempre se presta atención a las propiedades físicas y químicas del suelo, pero las propiedades biológicas son las que menos se han estudiado.

Federico Battistoni: Uruguay es pionero en el uso de microorganismos e inoculantes en base a rizobios que se asocian con leguminosas como el trébol o la alfalfa y les permiten fijar nitrógeno. Mucha de esa tecnología se desarrolló en Uruguay y se ha expandido a Australia, Sudáfrica, Estados Unidos y otros países. Pero como dice Natalia, ha sido siempre no desde el concepto del microbioma, sino de la visión de obtener una bacteria que se asocie a un cultivo específico para obtener una mejora en ese cultivo. La asociación entre rizobio y leguminosa tiene la particularidad de ser muy específica en cuanto a su simbiosis, por lo que de cierta manera se facilita que sea objeto de estudio. Que esas bacterias fijen nitrógeno y se lo pasen a la planta tiene una repercusión muy grande en los sistemas productivos, ya que al suministrar nitrógeno de esta forma se evita tener que agregárselo de forma química, cuando es sabido que la mitad del nitrógeno que se agrega de esta forma no es absorbida por las plantas, y mucho de eso termina en los cursos de agua. Y ahí tenés varias consecuencias, desde la floración de cianobacterias hasta afectar al ganado si llueve inmediatamente después de aplicar químicos nitrogenados.

Definiciones de algunos conceptos clave

Planta holobionte. Hace referencia a la estrecha relación entre organismos de diferentes reinos –vegetal, bacterias, hongos, etcétera– que generan una unidad en sí misma. De la misma forma que los humanos somos una comunidad de organismos –tenemos casi tantas bacterias como células propias–, se entiende a la planta como un macroser compuesto por todos los organismos que viven sobre o en ella.

Revolución Verde. Paradójicamente, esta revolución hoy no se ve tan verde. Se trató de una iniciativa creada en Estados Unidos en la década de 1960 para incrementar la producción agrícola y adoptada en gran parte del planeta. Se basa en la selección de cultivos resistentes, el uso de maquinaria y de fertilizantes, plaguicidas y riego.

Microbioma agrícola. Comunidad de microorganismos que se encuentran en los sistemas agrícolas, en particular en el suelo. Conocerlo ayuda a mejorar la interacción planta-microorganismos y, por tanto, a obtener mejor rendimiento sin apelar a insumos químicos.

Rizobio. Bacterias que se fijan en las raíces de las plantas en una simbiosis que beneficia a ambas partes. Gracias a ellas las plantas fijan nitrógeno del aire, elemento fundamental para el crecimiento vegetal.

Bioinóculos. Productos que contienen microorganismos benéficos para las plantas, por lo general, bacterias u hongos.

Bioinsumos. Productos elaborados a partir de bacterias, hongos, virus, insectos benéficos, o extractos naturales obtenidos de plantas, que se usan para controlar plagas o promover el desarrollo de las plantas.

Rizósfera. Zona de unos pocos milímetros de influencia de los exudados radiculares donde hay una comunidad específica de microbiota.

Microorganismos promotores del crecimiento vegetal. Microorganismos que benefician el crecimiento saludable de la planta, ya sea de forma indirecta al reducir el impacto negativo de patógenos, como de forma directa estimulando mecanismos de crecimiento o aumentando la disponibilidad de nutrientes.

Plantean la necesidad de entender el suelo como un lugar donde hay una comunidad que debe preservarse en determinados equilibrios.

Federico Battistoni: Eso implica salir del concepto de que el suelo es un sustrato inerte. Un poco la Revolución Verde proponía eso: el suelo es un sustrato al que le ponés lo que necesitás para que el cultivo crezca. Ese paradigma ha cambiado; hoy se trata de entender al suelo como algo vivo, se empezó a darle importancia al microbioma, a las comunidades de organismos que viven allí, a entender que todos tienen un rol, ver cómo el microbioma de la planta interactúa con esa comunidad del suelo y cómo los sistemas productivos afectan a esas comunidades.

Natalia Bajsa: Ese microbioma del suelo se puede tratar de recuperar agregando microorganismos, se puede tratar de conservar lo que aún queda o se pueden promover prácticas agropecuarias que procuren que esas comunidades vayan hacia sistemas más sostenibles.

Federico Battistoni: Esto es un cambio de paradigma. Como todo cambio de paradigma, dejar de ver el suelo como algo inerte es algo que ha costado y sigue costando. Aún hay quienes se manejan con tablitas que te dicen que si echás determinada cantidad de tal cosa, obtenés tal rendimiento del cultivo. Pero lo primero que tenemos que hacer es tratar de entender la riqueza de microorganismos que tenemos asociados a los cultivos y a nuestras plantas para luego ver de qué manera los manejos afectan ese microbioma, qué hacer para mejorar la salud del suelo y, también, para obtener buenos rendimientos de forma más sostenible.

Natalia Bajsa: De todas formas, sin pasar por la definición del “microbioma”, hay corrientes como la agroecología o la permacultura que tienen en cuenta que el suelo es algo vivo y que, como todo sistema ecológico, se intenta preservar su diversidad, ya que de eso depende que el ecosistema funcione como tal.

Ya en la escuela las maestras nos hablaban de la importancia de las lombrices para que el suelo estuviera en condiciones. ¿No es raro que tengamos que insistir con que la vida que hay en el suelo es importante para la vida que va a haber arriba del suelo?

Federico Battistoni: Siempre hay que insistir para poder llegar a transferir determinados tipos de conceptos desde la investigación al resto de la sociedad. Más aún cuando eso va en contra de determinados paradigmas muy establecidos. La idea de echar fertilizantes, agua y de mejorar genéticamente la planta es aún muy fuerte. Por eso hablamos de la planta como un holobionte: es parte de un macroser compuesto de muchos seres, entre ellos los microorganismos que viven tanto dentro como fuera de ella, y que tienen sus funciones. Dado que el microbioma del suelo en cada lugar tiene su porqué y sus funciones ecológicas, ya no vemos a la planta como algo que se pone en un lugar y nos da cosas.

En este evento se va a hablar de varios microorganismos que son promotores del crecimiento vegetal. Lo que aquí se plantea es usar estos conocimientos sobre el microbioma para generar cultivos con buenos rendimientos, con menor dependencia de insumos químicos externos y que, a su vez, no atenten contra el ambiente.

Federico Battistoni: Sí, más allá de saber qué hay en el suelo y cómo funciona, nuestra propuesta consiste en desarrollar herramientas biotecnológicas alternativas a los paquetes tecnológicos actuales basados en agroquímicos. Creemos que ya poder disminuir la aplicación de agroquímicos en cierto porcentaje es un aporte relevante. Muchos cultivos y plantas están adaptados a décadas de agroquímicos, por lo que hacer esa transición implica ir adecuando a las plantas, que son macroseres, a no depender de los agroquímicos, e ir supliéndolos por procesos microbiológicos.

Natalia Bajsa: Es que cuando se hace la selección de las plantas para un cultivo, se hace sólo en función de la planta pero sin tener en cuenta a los microorganismos asociados.

Federico Battistoni: Los mejoradores genéticos clásicos trabajan con mutaciones y cruces para tener una planta que dé, por ejemplo, un choclo grande. Pero esa planta mejorada va a tener distintos resultados dependiendo del suelo en que la pongas. En ese proceso no se les presta atención a los microorganismos.

Pensar que los genes determinan todo es un poco extraño; hay décadas y décadas de investigación que muestran que todos, tanto las plantas como los humanos, somos el resultado de la interacción de los genes y el ambiente.

Federico Battistoni: Pero además hay otro factor importante. Pongamos un caso de ejemplo. Había un inóculo desarrollado en Australia para el trébol. Funcionaba estupendo. Pero cuando lo traían a nuestro país, ese inóculo no funcionaba. Los rizobios que ya estaban presentes en nuestro suelo nodulaban la planta, le competían al inóculo comercial, pero fijaban poco nitrógeno. Ese es un caso clásico de tecnología desarrollada en otro lugar que no se puede aplicar en otro lado del planeta con otras características propias.

Natalia Bajsa: Tratando con entidades biológicas no siempre se logra que lo que funciona en un lugar funcione en otro distinto; hay interacciones complejas entre organismos, no es como aplicar una fórmula química.

Federico Battistoni: En este caso los rizobios charrúas les competían a los rizobios canguro. Los charrúas no eran buenos fijadores de nitrógeno, pero sí eran buenos competidores y al estar en gran número en el suelo lograban asociarse con la planta. Eso muestra la importancia de estudiar lo que sucede en cada lugar.

Queda claro que, como en muchas otras cuestiones, los desarrollos locales de bioinsumos, sean inoculantes, biofertilizantes, bioestimulantes u otros productos biológicos, son de vital importancia, porque si el suelo es una comunidad de microorganismos, seguro habría diferencias entre los suelos de distintas regiones y países.

Federico Battistoni: Si uno quiere desarrollar un bioinoculante para una gramínea como la Festuca, que se cultiva en Uruguay, hay que trabajar en ese cultivo en nuestras condiciones. Posiblemente no te pueda decir si ese inoculante desarrollado acá va a funcionar en Argentina; es algo que habría que probar y ver. Es cierto que hay algunos mecanismos promotores de crecimiento que son generalistas. Por ejemplo, si hay un microorganismo que, como Azospirillum, produce una fitohormona como el ácido indolacético, de seguro va afectar el sistema radicular de la planta y vas a obtener resultados en distintos sistemas. Pero fuera de eso, microorganismos que fijen nitrógeno o solubilicen fósforo van a depender del suelo, de si se asocian a la rizósfera y de otros factores.

Natalia Bajsa: El desarrollo local es importante y además da soberanía. Hay empresas grandes que ante esta visión del mundo que tiende más hacia lo biológico están vendiendo insumos generales, y se da este problema de que no todo se aplica a todas partes. Los elaboradores de insumos locales son de suma importancia.

Federico Battistoni: Si cambiamos de paradigma pero seguimos importando insumos, seguimos en la misma actitud de colonia. Es genial que usemos insumos biológicos, pero nada asegura que un producto desarrollado en Australia actúe bien acá, ya sea en el efecto o ecológicamente.

Algunos de los grandes daños ambientales consecuencia de la actividad agropecuaria en realidad fueron impulsados desde la ciencia, y muchas veces, como una solución bienintencionada a problemas reales. La Revolución Verde fue promovida por la Organización de las Naciones Unidas y la FAO. ¿Qué nos asegura que todas estas palabras que hoy suenan hermosas, como bioinoculantes o bioinsumos, no sean parte de los problemas ambientales dentro de 30 años?

Federico Battistoni: Espero que sea después de 30 años, así ya estoy jubilado (risas). Trato de ponerme en la cabeza, por ejemplo, de quienes promovieron la Revolución Verde. El estado del arte en ese momento, lo que se sabía, permitía pensar que con esas herramientas se aportaba una buena solución. De hecho, el impacto en la humanidad de las prácticas de la Revolución Verde ha sido muy grande, y si la población mundial ha crecido tanto, en parte se debe a la Revolución Verde. En ese momento la microbiología estaba muy enfocada en los patógenos y en la salud humana y animal.

Natalia Bajsa: Ya hay ejemplos de control biológico que han ocasionado problemas, pero hasta donde sé son casos con insectos y otro macroorganismos. De todas formas, es algo que siempre nos preguntan: cuán seguro es introducir un microorganismo nuevo en grandes cantidades a un suelo. Está comprobado que el suelo tiene una gran capacidad buffer y en poco tiempo esas grandes cantidades disminuyen, no son microorganismos que persistan o que sean megacolonizadores. De hecho, en la mayoría de los casos hay que volver a inocular. Por otro lado, para registrar y poder vender un bioinsumo se solicitan un montón de estudios que aseguren, entre otras cosas, que no es perjudicial para otros organismos. Esos estudios a veces complican a las empresas que desarrollan productos biológicos, porque tienen que hacer un montón de análisis que resultan de un costo elevado para lo que luego pueden vender. Por un lado, está bien que haya controles que aseguren la inocuidad de los productos biológicos, pero, por otro, esto termina, en el marco actual, siendo una limitante para el desarrollo de estos bioinsumos.

Federico Battistoni: Justamente ese es otro de los temas del congreso. Se abordan distintas aristas, que van desde la academia hasta el productor, y uno de los temas tiene que ver con el registro de productos, normativas e incentivos. Hay ríos de tinta sobre buenos productos que luego tienen complicaciones dadas las normativas y la forma habitual de hacer las cosas con el modelo actual.

Hay una mesa redonda en la que se plantea la pregunta de si es posible un modelo alternativo de producción. ¿Lo hay?

Federico Battistoni: Estoy totalmente convencido de que sí. No hay una verdad única ni una realidad única, por lo que no es que haya un único modelo alternativo, sino que creo que es posible que haya muchos modelos dialogando entre sí. Hay evidencia de que con los bioinsumos se puede tener producciones más sustentables que las que tenemos actualmente. Evidentemente, hay cuellos de botella. En esta mesa redonda tendremos la experiencia de varias organizaciones, de redes de productores y empresas de bioinsumos, de productores que aplican los productos, de académicos, y de aplicaciones en América Latina. La idea es aportar experiencias para mostrar que esto ya se hace, que es posible y que se obtienen resultados. Pero la idea es dar el lugar para hacernos la pregunta y dejar que afloren las respuestas.

Natalia Bajsa: Creo que sí es posible una alternativa, porque el modelo actual ya no es sostenible. Los productores te dicen que gastan un montón de dinero para producir y las cuentas no les están dando. Entonces a nivel económico, a nivel social y a nivel ecológico, ya vemos que el modelo actual no es el camino. Tal vez más que un único modelo alternativo, haya más bien principios que hay que respetar para poder producir de otra manera. No va a ser un insumo biológico o químico el que resuelva todo. Tiene que haber un cambio más grande.

Federico Battistoni: Se trata de un cambio estructural, que abarque lo productivo pero también lo social, lo ecológico; implica muchas cosas. Lo que es claro es que el modelo que está funcionando ahora, basado en el uso de agroquímicos, es insostenible.

Natalia Bajsa: También tenemos que ver para qué usamos la tierra. Los productores familiares de alimentos son los que tienen menos tierra, pero usan menos energía y agua. La producción de commodities tiene un interés no sólo para la alimentación, sino también financiero. Tenemos que ver qué agricultura queremos.

Uno tiene que pensar que no todos los actores buscan o desean un modelo alternativo al actual. ¿Cómo seducir a quienes puedan resistirse a dar este paso?

Natalia Bajsa: En Uruguay muchos productores agroecológicos dejaron de usar el modelo tradicional porque ya no les rendía. Ahora ganan más, trabajan mejor y están más tranquilos con su conciencia. También hay ejemplos de Argentina, que se van a abordar en estas jornadas, de producciones extensivas que muestran que este cambio de modelo se justifica también por la parte económica. En lugar de comparar la productividad final, en lugar de fijarse si producen más o menos que el vecino, muestran que usando estos abordajes, la diferencia entre lo que ponen y lo que obtienen es mayor. Se puede ganar más produciendo menos en términos netos y cuidando los recursos naturales. Se los puede seducir entonces también por lo económico.

Federico Battistoni: También depende de qué tan seductor sea el interlocutor. Yo soy microbiólogo, no te voy a poder seducir hablando de aspectos económicos. Pero ejemplos hay muchos. Y vamos a tener varios participantes que van a contar muchas de estas experiencias concretas y sus resultados.

Natalia Bajsa: Algunos productores que conozco se han convencido de la necesidad de este cambio o bien porque ellos mismos o conocidos tuvieron problemas con agroquímicos, o por haber hablado y conversado con otros productores.

Federico Battistoni: La idea es mostrar no sólo que estos temas se investigan en Uruguay y que hay modelos que están funcionando, sino que además hay un respaldo latinoamericano, de experiencias y de institutos internacionales como la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria [Embrapa], o Agrosavia, de Colombia, así como en Argentina y Chile, que están trabajando en este tipo de cosas.

¿Cómo y dónde acceder a estas actividades?

La XXX Reunión Lationoamericana de Rizobiología y la V Conferencia Latinoamericana de Microorganismos Promotores del Crecimiento Vegetal se desarrollarán de forma virtual. Para inscribirse a todas las actividades hay que visitar el sitio relar-pgpr.com.

Algunas conferencias, como la de apertura, que tendrá lugar el lunes 4 de octubre a las 10.00, a cargo de Mariángela Hungría, investigadora brasileña del Embrapa Soja, eminencia en el uso de microbios para fijación de nitrógeno en las plantas, o la de clausura, que tendrá lugar el 8 de octubre a las 17.00 y estará a cargo de Esperanza Martínez, investigadora del Centro de Ciencias Genómicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, experta en el trabajo de simbiosis mutualistas entre bacterias y plantas nativas, son abiertas a todo público y podrán seguirse en el canal de YouTube del evento.

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