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Ilustración: Ramiro Alonso

Colonia y el manual para convertir una playa pública en privada

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Las directrices de Ordenamiento Territorial de Colonia tienen el mismo valor que una ley dentro de los límites departamentales, aunque no son aplicadas con el entusiasmo que se requiere por el intendente, Carlos Moreira. Desidia y poco apego, digamos.

“Se asegurará la accesibilidad pública a la ribera y su libre tránsito peatonal”. Textualmente eso es lo que dicen las directrices y es eso exactamente lo que la Intendencia de Colonia no se ha preocupado por poner en práctica. Porque cuando hablamos de accesibilidad pública, lo que estamos queriendo decir es que el público pueda acceder con facilidad, disculpen ustedes la redundancia.

Si un pescador va rumbo a la playa por un camino vecinal en muy mal estado y se encuentra con que 200 metros antes de llegar a la costa hay un cerco con el simpático cartelito que reza: “Prohibido pasar – propiedad privada”, es porque algo ha salido mal.

Porque cuando la ley habla de asegurar la accesibilidad, significa que si no es por ahí, será por otra calle cercana. Pero el pescador o quien sea no debería verse en la situación de volver atrás sin poder llegar a la costa.

Porque la costa no es privada y tiene que tener accesos públicos. Si los viejos caminos que antes llevaban a las preciosas playas de Colonia ahora están clausurados por alambrados o porteras, quiere decir que la accesibilidad a las costas no está siendo asegurada por quienes tienen que hacerlo.

Todos repetimos en orgulloso coro: “En Uruguay no existen playas privadas”. Pero resulta que para acceder a la mayor parte de las playas de Colonia hay que recorrer kilómetros de caminos en mal estado que se interrumpen antes de llegar a la costa. Es decir: hay playas privadas. Porque si anulamos los caminos que conducen a la costa, la gente no puede llegar. Y en ese caso, el dueño de los campos linderos se convierte, en los hechos, en el único que puede disfrutar de ese espacio.

Por eso no deberemos extrañarnos cuando algún empresario (un malla oro, perdón) compra un predio, construye un hotel y le queda la playa a su disposición. Playa privada que no es privada, con caminos costeros que no llegan a la costa. Nos alegramos porque nuestras leyes prohíben las playas privadas, pero ni la Intendencia ni el gobierno nacional nos garantizan que sean públicas.

Si llegar hasta la playa se convierte en una especie de viaje a lo desconocido, perdiéndose por mil caminos en muy mal estado que terminan en una portera infranqueable, entonces no me vengan con el cuento de las playas públicas. Sería importante que el intendente cumpla con la ley, porque la gente tiene derecho a disfrutar de nuestras costas.

José Luis Pittamiglio es edil del Partido Socialista en Colonia.

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