En La Comercial, en una zona de antiguas fábricas, talleres mecánicos y depósitos, donde el bar Micon’s funciona desde la década del 40, no abundan las propuestas culturales, salvo por el Espacio de Arte Contemporáneo. Sin embargo, es allí donde un grupo de artistas de distintos ámbitos intervienen desde anoche la inercia del vermut, la rutina de los parroquianos.
La modalidad está más emparentada a una dinámica artística que a un espectáculo, cuenta Claudio Burguez, organizador/curador junto a Claudia Campos de estas tertulias gratuitas. “La gente toma y come en el bar, mientras los artistas de turno conversan sobre el proceso, pasan música o leen, micrófono mediante”.
El denominado Caso 001, Dioramas, fue el debut y tuvo como invitados a la artista visual Jacqueline Lacasa y al poeta Adolfo Sarmiento, quienes rondando lo policial y lo forense, trabajaron una puesta que remite al famoso disparo de William Burroughs, con referencias explícitas a Robert Mapplethorpe y a Lou Reed, en un ambiente musicalizado para la ocasión.
Los que no se hayan enterado de esta primera velada, pueden igualmente vichar la vidriera-vitrina del Micon’s, que tiene nombre propio, La Coqueta, donde las obras quedarán expuestas hasta que ocurra la siguiente.
La fundamentación de estos encuentros, que proponen un calendario en el que no se descarta el intercambio entre cineastas y expertos en filosofía, es translúcida: “Es una experiencia en la que un escritor y un artista visual diferentes se sirven cada 15 días del bar como dispositivo o disparador para generar obra y compartirla en forma de tertulia. Esta triangulación de encuentros (artistas + espacio + vecinos / público) surge en un barrio fuera del circuito de consumo del arte. La convivencia de comida, pensamiento, bebida y obra artística es una celebración donde los impulsos vitales no están separados entre sí”. Burguez agrega, sin rodeos, acerca de solapar disciplinas: “Es re tentador para ensayar un apareamiento de los dos guetos que son, a mi entender, insoportablemente endogámicos”.
Según consignaba el programa Boliches: el corazón del barrio, que hace un par de años emitió canal 10, el bar fue fundado por el vasco Manuel Iglesias en los años 40, quien lo llamó Kaiku (en euskera, cuenco de abedul destinado al ordeñe). Fue en 1979 que Iglesias le vendió el comercio a una sociedad que lo rebautizó con su actual nombre, Micon’s, un acrónimo de las calles con las que hace esquina: Miguelete y Constitución. En 1983 vuelve a cambiar de firma, bajo la responsabilidad de Adolfo Rial y su esposa, Maruja Castiñeiras. Por esa época, el boliche donde paraban desde Fosforito hasta Roberto Barry, junto a los zapateros del barrio o el vecino Hugo Fattoruso, era frecuentado por la murga Falta y Resto. En 2013 volvió a cambiar de dueños: Fabián Szwarckopt y Carina Olivera, quienes en el mismo programa de TV decían haber erradicado el concepto de boliche de copas en favor de los almuerzos.
Una pareja joven de repatriados, que volvió de Italia, tomó la posta recientemente, dándole un nuevo impulso al viejo Micon’s, que se conserva prácticamente igual que en sus inicios. “Le quieren dar al bar otra identidad, tanto desde lo gastronómico, por lo que las comidas son muy ricas, abundantes y baratas, realmente a precios populares, como desde alguna propuesta cultural que pueda incluir a los vecinos y a un público nuevo. Con este experimento-ciclo, sería la primera vez que abre sus puertas en la noche, ya que la propuesta es básicamente diurna”, dice Burguez.
Bar Micon’s (Miguelete 2049 esq. Constitución). Próximo encuentro: Viernes 15 de 20.00 a 23.00.