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La vía blanca de 8 de Octubre

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No los paró ni la lluvia: cientos de puestos se volvieron a armar ayer, en la víspera de Reyes, sobre la avenida 8 de Octubre. La llamada vía blanca reúne a vendedores de juguetes, ropa, accesorios, vestimenta, mates, plantas, bijouterie, maquillaje y videojuegos, entre otros. Algunos repiten mercadería cada año, pero otros innovan, ya sea a través de sus productos o por la manera de ofrecerlos.

Cristina Barú, vendedora de ropa para bebés, contó que este año la feria abrió “temprano”, a eso de las 10.00, quizás porque estaban atentos a los pronósticos de lluvia. En anteriores ediciones –ella estuvo presente en las últimas 12– recién se habilitaba el armado sobre el mediodía.

Rosana, habitual vendedora de ropa para niños y adultos en la feria, dijo a media tarde que “este año la cosa estaba bastante quieta”, seguramente por el mal tiempo. De todas maneras, ayer a las cuatro de la tarde era difícil hacer un balance definitivo: todos coinciden en que el pico de ventas se da en la madrugada. “Yo no creo que me vaya de acá antes de las seis de la mañana”, afirmó decidida la treintañera. Y es que parece raro hacer feria a esas horas, pero la razón está a la vista: “Hay muchos que esperan que los niños se duerman y vienen a las tres de la mañana”, explicó.

Mery vende juguetes por internet y una vez por año se instala en la vía blanca. Ayer se encontró con una situación que no esperaba: a las 8.00 fue a armar su puesto y dos horas después, cuando se largó la primera tanda de lluvia, se encontró con las parcelas completamente inundadas. En una esquina, con el desagüe tapado –que no pudo ni destrancar con un palo–, se acumulaban unos diez centímetros de agua sucia, que no sólo dejaban el puesto cubierto, sino que también dificultaban el paso a quienes circulaban.

En el centro comunal zonal le ofrecieron trasladarse a otros puestos, pero la vendedora, tomando en cuenta las horas y el trabajo que le costaba desarmar –con la mercadería bajo la lluvia– y armar el otro, decidió darse de baja. “Me arruinaron. Esos puestos no deberían estar habilitados. Ahora que les dije, los tacharon y espero que no los ofrezcan más”, se lamentó.

Entre los vendedores no lograron establecer desde cuándo exactamente funciona esta tradicional feria. Varios –de entre 30 y 50 años– llegaron a la misma conclusión: “Ya estaba cuando yo era chico”. La avenida vuelve a la normalidad a la mañana siguiente, una vez que se cierra la vía y se limpian los alrededores.

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