¿Cómo está cambiando el vínculo que establecemos con las distintas plataformas de streaming, como Netflix, Youtube o Spotify? ¿Se ha vuelto menos tolerante el usuario con los defectos de transmisión o la falta de agilidad? “Tienen un comportamiento, por un lado, de inmediatez; queremos las cosas sin demora, lo cual hace que si los contenidos empiezan a demorar en descargarse hay un índice de abandono importante en ese sentido. Y por otro lado, cada vez el usuario quiere ver los contenidos en la mejor calidad y en todos los dispositivos, en una pantalla de 70 pulgadas y en un celular. Eso presenta desafíos: cómo hacer para que una misma imagen en un celular, que es muy chiquita y ocupa muy poca información, también se pueda ver en una pantalla muy grande con alta definición. Hay cada vez más exigencia en lo que respecta justamente a la calidad de la imagen”, responde el ingeniero José Joskowicz, docente universitario doctorado en la Universidad de Vigo (España) en Ingeniería Telemática, que es la que conjuga las telecomunicaciones con la informática.
“La expresión ‘calidad de la experiencia’ [QoE, por la sigla de Quality of Experience en inglés] fue incorporada por la Unión Internacional de Telecomunicaciones, que la definió como ‘el grado de deleite o molestia del usuario respecto de una aplicación o servicio’”, apunta en su informe. En promedio hay 3,4 aplicaciones de streaming de video por hogar a nivel global. En cada una de ellas, el tiempo de visualización promedio es de 20 minutos por transmisión. En el primer trimestre de 2018 se visualizaron un total de 16.900 millones de contenidos multimedia. Sin embargo, 14% de estos fueron abandonados al inicio debido a problemas en la calidad de la experiencia. “Esto resultó en 2.400 millones de visualizaciones y 800 millones de horas perdidas”, recalca Joskowicz como vocero de Isbel, empresa uruguaya que trabaja en el mercado de la tecnología aplicada a las comunicaciones, en este caso tomando datos proporcionados por Conviva, una plataforma que, como apunta en su web, mide y rastrea en tiempo real 50.000 millones de transmisiones al año en 3.000 millones de aplicaciones y más de 150 millones de espectadores en todo el mundo.
Frente a estas cifras, cabe preguntarse qué cambios notorios han hecho estos proveedores, según estos parámetros, para mejorar la calidad de la experiencia. “Las empresas que distribuyen contenidos multimedia están permanentemente tratando de evitar los aspectos que de alguna manera deterioran esa experiencia. Por ejemplo, bajando la demora que hay desde que uno solicita un material hasta que se obtiene, evitando los tiempos muertos (cuando aparece el relojito esperando que baje el contenido), tratando de que no haya desperfectos o situaciones en el video o en el audio que sean visibles o audibles. En los últimos tiempos ha habido una expresa intención de ir mejorando esos aspectos que afectan la percepción del usuario”, apunta este ingeniero. Consultado acerca de ejemplos de casos próximos, cita la reciente transmisión del Mundial de fútbol: “Todo lo que hizo Vera TV, de Antel. Trató de mejorar una cantidad de aspectos; uno, que fue muy publicitado, fue la calidad de la imagen, transmitiendo en 4k, con HDR. También se trabajó bastante en mejorar los tiempos de demora desde la señal respecto del evento en sí mismo. Se ha puesto énfasis en eso”.
Cuando hablan de streaming de video por hogar “hay estudios, como el de Conviva, que citaba, a nivel de distintos mercados y sectores, cuáles son los dispositivos preferidos”. A nivel general, lo claro es que hay un pasaje de la televisión clásica hogareña hacia los dispositivos móviles; cuáles son los más elegidos depende de la región.
“Tomemos como ejemplo un servicio multimedia en el que se puede ver video a demanda (podría ser Netflix, Youtube o cualquier otro)”, continúa el informe. “Estos servicios se ponen a disposición de los usuarios a través de aplicaciones (de tablets, smartphones o smart TV, por ejemplo), o sitios web a los que se accede desde navegadores. El diseño gráfico, la facilidad de uso de estas aplicaciones, la calidad del audio y el video de los contenidos afectan a la QoE. En una reciente conferencia, Greg Peters (jefe de productos de Netflix), al referirse al uso de sus servicios en dispositivos móviles, indicaba: ‘Debemos asegurarnos de que nuestras aplicaciones sean lo suficientemente livianas para que se carguen realmente rápido y se tenga una gran experiencia [de usuario] en ese aspecto. Adicionalmente, asegurarnos de que nuestra codificación sea muy, muy eficiente, de modo que incluso si se tiene una mala conexión de red, todavía se pueda obtener una calidad de experiencia de video realmente increíble en el teléfono móvil’”.
Agrega Joskowicz sobre los avances en la medición de estos momentos frente a la pantalla: “Siendo la calidad de la experiencia un concepto algo subjetivo –lo que a las personas nos parece o sentimos–, desde el lado de la ingeniería el desafío es tratar de modelar eso y llegar a un esquema en el que se pueda estimar o predecir lo que opinaría un conjunto de usuarios al respecto. Un grupo de expertos compuesto por personas de la industria, de la academia y de organizaciones de estandarización desde el año 2000, aproximadamente, ha venido estudiando y trabajando en armar algoritmos matemáticos que permitan saber que dado cierto video, la gente lo calificaría de regular o con un bueno o un excelente. Eso permite que el sistema pueda automatizar la estimación de la calidad, y sobre esa base ajustar parámetros para eventualmente optimizar los recursos”.