Si jugando al Trivial una de las preguntas refiere al origen del perro gran danés, además de concordar todos en que es un bicho enorme, es una fija que la mayoría elegirá la opción Dinamarca. Sin embargo, les tocará a los otros, porque la respuesta es incorrecta. Su origen se remonta a los perros mastines, que se pueden encontrar representados en jeroglíficos y grabados en piedra de más de 5.000 años. Se trata de los ancestros directos del gran danés actual. En esos tiempos se usaban para cazar grandes presas o como perros de ataque para batallas importantes. Un poco de lógica tiene. No sé si es mejor darse de bomba contra otro ser humano en combate que tener que bancarse a un animalito de estos apoyado en sus patas traseras tratando de comerte la yugular.
Una vez el jugador inglés Gary Lineker definió al fútbol como “un deporte en el que juegan 11 contra 11 durante 90 minutos y al final siempre gana Alemania”. Haciendo un paralelismo, hablando de razas caninas se podría decir lo mismo. De las que hoy conocemos, la mayoría son de origen alemán, y el gran danés no escapa a esa regla. De hecho, son también conocidos como dogo alemán o alano alemán. Los romanos utilizaban a los antepasados de estos bichos ya fuera para la guerra como para la caza de toros, lobos, jabalíes, osos y todo lo que se les cruzara. Además, servían como guardaespaldas personales, especialmente de los nobles y ricos de la época, también luego de la caída del imperio.
Pero hay algunos que no están tan de acuerdo con el origen alemán de este perro. Inglaterra tiene consigo algunos documentos que ponen en duda este dato, ya que en 1775 se podía ver al gran danés paseando por la isla británica. Sin embargo, se fija el nacimiento de una raza relacionándola con una especie de inscripción –o, como dice un reconocido periodista deportivo, para patentizarla–, y eso estuvo en manos de los alemanes allá por el año 1863.
Descendiente directo de la antigua raza bullenbeisser, así como de los hatz und saurüden (perros de cacería de jabalí), que eran parte del grupo de los denominados mastines, la anotación surgió gracias a un aficionado de la raza, un tal Bismarck, que aceleró el papeleo y la burocracia que exige. Básicamente dijo: “Este perro que tiene cosas de la raza tal, tal y tal, ahora se llamará gran danés y anotá ahí que lo hicimos acá”. Ojo, esta frase no está del todo chequeada.
Se dice por ahí que el naturalista inglés conocido como conde de Buffon andaba con la idea de explicar qué había detrás del término danés. Decía que se originó entre los galgos ingleses y los mastines en Dinamarca, lugar que, debido al clima, había influido en su conformación. Por eso Bismarck, aquel aficionado de la raza que aceleró el papeleo para inscribirlo y establecer su origen en Alemania, también prohibió que fuera denominado gran danés y lo anotó como dogo alemán. Evidentemente mucha bola no le dieron.
Antes de que la raza fuera oficial, en 1885 existían grupos en Estados Unidos que agrupaban a los ejemplares y los perfeccionaban. Pero en el nuevo mundo tener un gran danés era cosa de rico de verdad. Se lo usaba no tanto para cacería, sino más bien para ostentar poder y amedrentar, incluso a los colonos americanos que andaban con la idea de independizarse de Inglaterra. Y parece natural que en ese caso la raza se relacionara con gente influyente, ya que alimentar a este perrito no era para cualquiera.
En esos tiempos los cortes de orejas, que ahora vemos como innecesarios caprichos estéticos, tenían otro objetivo: evitar que los animales salvajes que cazaba lastimaran al perro mientras hacía su trabajo.
Considerado por la Federación Cinológica Internacional como el “Apolo entre todas las razas”, es ni más ni menos que el inspirador del querido Scooby-Doo, mascota de la serie de Hanna-Barbera estrenada en 1969. La decisión de tomar sus rasgos para el personaje tuvo algo de casualidad. Entre los candidatos, además del gran danés, estaba el ovejero alemán, que fue descartado para que no fuera confundido con ovejeros que protagonizaban otros programas de la época.
Gran danés | Considerado como una de las razas más grandes del mundo, este nene mide en promedio unos 80 centímetros de alto y pesa aproximadamente entre 45 y 60 kilos. Lamentablemente, en el mundo canino cuanto más grande es el perro, menos longevo es. Su promedio de vida es de sólo seis u ocho años. Con necesidades diarias de ejercicio y espacio, esta raza suele presentar alguna que otra enfermedad con más frecuencia: displasias de cadera y codo, torsión de estómago, dilatación cardíaca y osteosarcoma (cáncer en los huesos), entre otras.