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Plaza de Toros de Colonia, tras ser remodelada.

Foto: Cortesía CPMU

Este jueves Colonia inicia una celebración de tres días por la reapertura del Real de San Carlos

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Colarse entre las ruinosas estructuras de la plaza de toros de Colonia fue durante décadas un hobby de turistas y locatarios. A partir de mañana, el panorama cambia con la apertura de un edificio renovado, aunque prometen que será igual de fascinante. “El resultado final está quedando muy bien, muy cercano a como lo habíamos imaginado. A veces las obras, como en este caso, son una agradable sorpresa. Sigue siendo un lugar mágico”, dice el arquitecto Walter Debenedetti, director de Planeamiento y Patrimonio de la Intendencia de Colonia, mientras circula por las instalaciones. “Para una obra de esta magnitud los astros se tienen que alinear: no sólo tiene que estar el proyecto, tiene que estar la voluntad política y tiene que estar el dinero. Cada tanto pasa”, señala quien está al frente de este proyecto, que tuvo un costo en el entorno de 8.000.000 de dólares (cerca de la mitad de esa cifra es asumida por la Intendencia de Colonia y el resto por el gobierno nacional mediante un préstamo BID y Fondos de Desarrollo).

Esta semana no sólo queda entregada la obra, sino que además una fiesta de tres días alterará la rutina de la ciudad con distintos circuitos históricos, actividades y shows. Cinco escenarios, 15 puntos de impacto (exposiciones de diferentes lugares del departamento, artistas creando en vivo), verbenas, foodtrucks y un desfile de autos clásicos desde la calle General Flores hasta la Plaza de Toros. Habrá cerca de 1.300 artistas presentes.

Quizás sea tan ruidoso como el 9 de enero de 1910, cuando, de acuerdo a las crónicas de la época, con 36 °C, comenzaron las corridas con la actuación de los hermanos Torres, Bombita Grande y Bombita Chico. Los toreros españoles fueron la atracción de 8.000 personas, que colmaron la capacidad de la plaza, llegadas en los vapores a paleta de la compañía de Nicolás Mihanovich.

La reinauguración del Real de San Carlos, 111 años después, incluye el ruedo, en el que se harán algunos de los espectáculos; el escenario, el backstage, la ruina consolidada, y la parte frontal del edificio, que se rehabilitó y se refuncionalizó, y en la que está previsto que funcione un restaurante, un museo taurino, una sala de convenciones, las tiendas de merchandising y los locales comerciales.

Foto antigua de la Plaza de Toros en Colonia.

Sinopsis de paseo

“Dado que los interesados nos pidieron una extensión de plazo para la licitación de la gestión –porque era bastante complejo, y se la vamos a dar hasta febrero–, desde diciembre hasta abril, cuando se entregará a quien gane, la Intendencia decidió armar exposiciones itinerantes en los locales”, adelantó el arquitecto. Esto significa que antes de su uso definitivo, ciertos sectores del centro cultural y deportivo estarán ocupados por otros elementos. En la sala de convenciones, por ejemplo, se están armando stands, en los que marcarán presencia los bodegueros del departamento promocionando la ruta del vino de Colonia y sus productos. También habrá pintores trabajando en vivo, durante las visitas. Donde estará la futura tienda de merchandising se contará la historia del Complejo Mihanovich, con piezas de museo que han quedado de lo que era el hotel y la propia plaza de toros, y donde va a ser montado el museo taurino habrá una muestra provisoria con elementos de la lidia, como trajes de luces, y se relatará lo que fue la reforma. El área de restaurante se aprovechará durante el verano para colocar afiches y cartelería informativa que se había utilizado en el ciclo Abierto por obra, un preámbulo de esta etapa que comienza. Es que el arquitecto era consciente de que la gente ya tenía la costumbre de curiosear, y que “iba a ser un drama” estar dos años resguardando la plaza a cal y canto.

“Esa novedad, el tema de que la gente pudiera entrar, de alguna manera descomprimió esa necesidad de visita que había, además de lo interesante que era poder ver todo el proceso. La verdad es que fue un éxito de público continuo, incluso durante la pandemia”, cuenta Debenedetti. “Cuando uno bajaba al ruedo, aparte de que te explicaban el proyecto y lo que era el Complejo Mihanovich, con unas guías que tuvimos en convenio con la Intendencia, podías ver que estaban sacando las gradas, que estaban pintando los hierros, que había maquinaria que ingresaba y que salía”. Muchos vecinos se acercaron a contarles dónde estaba el molino, cómo de niños jugaban a la pelota allí o cómo fue la exposición que se hizo en la década de 1980 en la deteriorada plaza. “Hay una cantidad de gente que entre la felicidad y el recordar viejos tiempos se acercó a aportar conocimientos”.

Construcción innovadora

El destino original del coliseo no se repetirá, pero su espectacularidad se adapta a los tiempos. “Lo que hicimos es dedicar un monumento histórico a la cultura y al deporte. Me parece que son unos usos bien compatibles con un lugar tan emblemático. Por supuesto, las corridas de toros están prohibidas desde 1912, pero el destino natural de un anfiteatro, como es una plaza de toros, es la cultura y el deporte. Nunca salimos de esa línea”, sostiene Debenedetti.

Sin embargo, no se tomaron como modelo otras plazas para su rehabilitación, explica el arquitecto: “Más allá de que hemos visitado algunas, este fue un proyecto que hicimos a la medida de esta, porque todas son distintas. Esta es una plaza atípica, porque más allá de la influencia neomorisca, que tiene del sur de España, es como un mecano con pórticos metálicos, que en parte fueron prefabricados y en parte se armaron en el sitio. Después se les puso las gradas prefabricadas arriba. No hay que olvidar que el hormigón armado es un material inventado a finales del siglo XIX y principios del XX. Estamos hablando de que en 1909-1910, en esta pequeña ciudad del sur de América se estaba haciendo tecnología de un material recién inventado. La fachada se hizo en ladrillo, hecho cerca, en la arenisca, y envolvente pero sin estructura portante, simplemente con ladrillo y arriba un techo de chapa. Entonces, no es una arquitectura que pueda emparentarse más allá del uso. Obviamente el ruedo es igual en todos lados, igual que el burladero de madera, donde se esconde el torero, y eso sí influyó de alguna manera en el proyecto: terminó siendo un aislante acústico. No aguanta un toro, eso está claro, pero sí funciona como mejora de las condiciones”.

Foto antigua de la Plaza de Toros en Colonia.

¿Hay algo que distinga a las plazas del Nuevo Mundo de las europeas? “Las que yo conozco son todas muy parecidas a las españolas, o sea, de una construcción mucho más tradicional”, dice el arquitecto. “Las paredes son generalmente de ladrillo, pero las construcciones son o bien de madera o de mampostería; en general se utiliza mucho la gradería de madera y no tienen estos aportes tecnológicos de principios del siglo XX”, recalca. El experto cree que el sistema constructivo fue “producto de ese Uruguay que era innovador en una cantidad de cosas y también por la necesidad de apurar los plazos, porque la obra se hizo prácticamente en un año y la única manera era con productos prefabricados. Se combinaron una serie de factores”, opina, también como ciudadano coloniense que la vio en decadencia y sufrió por esto, desde su condición de arquitecto y diplomado en Patrimonio Cultural. “Me dolía por todos lados ver cómo estábamos perdiendo una obra tan emblemática. Estaba cada vez más cerca del colapso”.

Gestión

Debenedetti espera que, luego de la conmoción de la apertura, en estos meses ya puedan celebrarse allí eventos deportivos, “para darle uso y para que la gente pueda entrar y visitarlo”.

El gestor cultural y deportivo tendrá a cargo además la parte comercial del centro. “Será responsable o bien de hacerlo por sí mismo o bien subarrendarlo, pero no va a ser la Intendencia directamente”, aclara el arquitecto. La licitación es de carácter internacional, apuntando a espectáculos de calidad, indicó. En principio hay dos candidatos, “dos empresas importantes”, y “alguno más que todavía no ha comprado el pliego, que tiene una parte económica y una parte de gestión cultural”. Entre los requisitos figura un plan de gestión del sitio: “Se evalúa qué espectáculos vas a dar, si tenés un plan de manejo, si ya tenés previstos locales, qué vas a poner en el restaurante o qué firma va a ir. Todo eso tiene un proceso, y además hay un tema económico. Hay un canon que hay que pagar y es una extensión a 20 años, a sugerencia de la consultora KPMG, que fue la que hizo con nosotros el pliego, para que la rentabilidad vuelva, porque hay que hacer una cantidad de inversiones”.

Sin ir muy lejos, al centro de convenciones es necesario equiparlo, desde los asientos a la infraestructura audiovisual. Lo mismo ocurre con el restaurante y el plano de vidrio, cielorraso y piso que componen la tienda. La nueva vida del Real de San Carlos recién comienza.

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