Actuar sobre el paisaje, reconocerlo, primero, quizás modificarlo, asumirlo como un asunto de todos. Este concepto está detrás del proyecto “Islas del lago del parque Rodó”, una iniciativa para transformarlas en jardines nativos y solidarios. Impulsado por los colectivos Mundo Pedal y Taller en Verde, y el Municipio B, el proyecto busca “cuidar y embellecer” las islas, recuperar el equilibrio y la escala, y al mismo tiempo generar refugio y alimento para la fauna silvestre que habita en la ciudad. Fue diseñado desde una mirada contemporánea que reinventa y aporta nuevos sentidos al parque histórico, intentando modificar la experiencia del tradicional paseo en lancha.
Plan ambiental colectivo
Para una segunda fase y como parte del mantenimiento que Mundo Pedal realiza habitualmente, se plantarán herbáceas –como marcela, carqueja, yerba lucera (que nacen espontáneamente), así como lantanas y margaritas nativas– atractivas para los polinizadores y en pequeños sectores.
“Estamos abiertos a propuestas de la comunidad, entonces se acercó Lucía Ifrán, de Taller en Verde, que armó este proyecto fantástico”, cuenta Gustavo Izús, del colectivo Mundo Pedal. Se trata de un grupo de estudio del paisaje, con eje en la flora nativa, que surge de un curso que imparte Ifrán, que es arquitecta y docente de la Universidad de la República. Desde hace unos años busca además alianzas con colectivos que tengan un espacio exterior que busquen transformar. Le interesa, particularmente, la enseñanza informal y con adultos no especializados en paisaje o diseño: “Es gente a la que le gustan las plantas, por eso se arrima”, dice Ifrán.
Izús le hizo saber que incluso los vecinos suelen comentarle si las islas, más allá de estar limpias, no se ven un poco tristes. “Me llamó la atención que la gente se preocupara y que reclamara por eso; está buenísimo”, observa. La intención es entonces reforzar esa flora y fauna urbanas y que aparte el parque funcione como un recurso para la educación ambiental, explica Ifrán, que trabajó en un proyecto emparentado llamado Patio Mainumby, en Ciudad Vieja. “Sin flores –y son determinadas flores– no hay mariposas”, por ejemplo. “¿Por qué es importante divulgar la flora nativa? Porque a nadie le importa cuidar lo que no conoce”, subraya.
En abril comenzaron a estudiar la zona desde un marco conceptual específico, que apunta a la biodiversidad. Si bien los resultados de esta nueva propuesta aún no son visibles, en una primera fase se realizó una investigación para reconocer la historia del lugar y profundizar en diversas dimensiones que hacen al espacio público. A su vez, se relevó y se limpió el entorno del lago y las especies vegetales que conforman hoy las islas y la orilla.
“Desde Mundo Pedal tenemos a cargo el mantenimiento de las islas; es una de las tantas contraprestaciones de la concesión. Y en ese sentido, queríamos darle una vuelta de tuerca al tema, no sólo hacer un mantenimiento de jardinería convencional. Lo bautizamos ‘hotel de mariposas’. Es un nombre bastante poético, que tiene que ver con generar, a través de una intervención con flora nativa, una mejora en el atractivo, por un lado, y por otro, un espacio para que los distintos polinizadores, los bichitos y los pájaros que andan en el parque tengan un lugar donde hacer su tarea”.
Patrimonio vegetal
La intervención propiamente dicha sería en el perímetro, sin que implique, de ningún modo, remover otras especies. “No es una revolución vegetal, todo lo contrario. Diría que es una intervención bastante sutil, no es sacar nada de lo que está. De hecho, está bastante crecido, porque lo que hacemos es respetar el sotobosque, que es la primera capa, muy delicada, donde se guarecen los insectos, se alimentan, es un espacio casi virgen en el que pueden estar tranquilos en el medio de la ciudad. La intervención que pensamos hacer es en el talud y en el perímetro de alguna de las zonas de las islas. La idea es meternos lo menos posible”.
El concesionario explica que en 90 años el crecimiento ha hecho convivir especies locales con otras implantadas, como las enormes palmeras de Islas Canarias, presentes desde cuando se diagramó el entonces llamado Parque Urbano, en el 900. Hoy no sólo el porte impresiona, como el de los cipreses calvos, sino que, como señala Ifrán, pueden ser un eventual peligro en caso de temporal. Aunque las lanchitas no funcionan cuando las condiciones climatológicas son adversas, la caída de esas palmeras también puede ocasionar desprendimiento del terreno. En cualquier caso, atender esta situación es una sugerencia que plantearán a la Intendencia de Montevideo.
El lago es artificial y las islas corresponden al primer dibujo del francés Carlos Thays, señala Izús. En 1904 “estaba de moda generar espacios higiénicos urbanos para que la gente pudiera tomar aire y estar en contacto con la naturaleza. Cruzó a Buenos Aires, se quedó a vivir, y el Rosedal de Palermo tiene su firma. El diseño original de este parque corresponde a ese canon de principios de siglo como espacio de recreo familiar. Para nosotros Mundo Pedal no es sólo tener botes en el lago. Generamos propuestas para la comunidad”, apunta.
En ese sentido, la gente del parador ya viene cultivando un perfil que los hizo implementar una huerta urbana (en tierra y en canteros elevados, para preservarla de las mascotas), una compostera y actividades como tai-chi o yoga, algunas sin costo. Sin olvidar que desde hace tres años ofrecen paseos de avistamiento de aves y de reconocimiento de flora nativa.