Quizás resulte contradictorio decir que algo es clásico y moderno a la vez, pero si alguien tiene ganas de adentrarse en el mundo de los juegos de mesa modernos, existe un clásico que se ha convertido en el juego ideal para comenzar el proceso de acercamiento a las diversas propuestas lúdicas que, en este momento, invaden las mesas de Montevideo.
Cuando hablamos de “clásico” en el universo de los juegos de mesa modernos, hablamos de juegos creados a finales de los ´90 o a comienzos de los 2000. No hace tanto, pero hace mucho.
En el año 2000 el diseñador de juegos de mesa alemán Klaus-Jürgen Wrede, tras un viaje a Francia, impactado por las amplias praderas que rodean la muralla de la ciudad medieval de Carcasona, creó Carcassonne, sin soñar que en 2001 obtendría el prestigioso galardón Spiel des Jahres (Juego del año), cuya cocarda lucirá en la portada de todas sus reediciones, como promesa de calidad. Tampoco soñó su creador que en dos décadas Carcassonne se convertiría en uno de los juegos de mesa más vendidos de la historia.
Tanto éxito ha tenido este sencillo juego de estrategia que a 2023 lleva publicadas 27 expansiones y 12 versiones que tienen base en su diseño. Es de rigor señalar que las hermosas ilustraciones de Doris Matthäus y la impecable calidad de sus componentes redondean la belleza de una propuesta lúdica accesible para todo público, a partir de siete años.
Carcassonne posee un misterioso encanto que provoca las ganas inmediatas de volver a jugarlo apenas se termina una partida. Cada quien contactará con sus propias reminiscencias; a mí me gusta jugarlo de sobremesa, me transporta a tardes con tías, con amigas de mi abuela, me levanta aires de té, de dominó, de puzle, de cartografía, de libro antiguo y de un agradable conjunto de elementos que me resultan familiares.
En su simplicidad está su magia. Un turno sólo tiene tres pasos a seguir: robar una loseta, colocarla siguiendo el diseño del mapa y decidir si se pone, o no, un Meeple (pequeña figura humana de madera, popularizada por Carcassonne) sobre la loseta. Decidir si colocamos un Meeple sobre un camino, sobre un campo, sobre un monasterio o sobre una ciudad, es decir, si convertimos una figura humana neutra en un ladrón de caminos, un campesino, un monje, o un caballero, cambia el destino de la partida y permite una enorme diversidad de posibilidades de puntuación, a corto y a largo plazo. Su simplicidad genera otra ventaja muy preciada en los juegos de mesa: se explica en cinco minutos.
Uno de los principales encantos de Carcassonne consiste en el concepto de una mesa vacía, sobre la que, paso a paso, se irá formando un tablero, a medida que quienes participan vayan colocando, una a una, las diferentes losetas con fragmentos de mapa. Esta construcción paulatina e impredecible le otorga una enorme rejugabilidad, ya que cada partida resulta única e irrepetible.
Me animo a decir que el juego presenta el equilibrio perfecto entre simplicidad y profundidad, ya que tiene la gran cualidad de poder jugarse tanto con personas sin experiencia como con gente con experticia, pues tal fiebre ha despertado Carcassonne a nivel mundial que, aunque resulte difícil de creer, hay personas que se saben de memoria la cantidad de cada tipo de loseta que cada caja incluye, y calculan cada jugada con arte de coleccionista.
Como una muestra más de la locura que ha generado Carcassonne, se celebran campeonatos mundiales desde 2006 en la ciudad de Essen. Las personas que participan en los mundiales emergen de los diferentes campeonatos nacionales. Nuestro flamante campeón nacional se llama Pablo Figoli y estará representando a Uruguay este mes en el esperado evento Spiel Essen 2023.
Carcassonne es publicado por Devir y distribuido en Uruguay por Saccum. Se puede conseguir en Sparta Board Games, Montevideo Gaming House, Enigma Games y X Uruguay, a un precio promedio de 2.360 pesos.
Recomiendo hacerle un lugar en la ludoteca familiar e ir pensando cómo hacer más espacio, porque seguro que vas a querer probar todas sus expansiones.
Quién te dice, quizás en unos años estés sentándote a una mesa en Essen.