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Archivo, setiembre de 2023.

Foto: Mara Quintero

Juntas familiares: una herramienta poderosa para resolver problemas y generar conexión

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Una estrategia fundamental del programa educativo Disciplina Positiva.

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Muchos problemas familiares surgen de la mala comunicación y la falta de habilidades para buscar soluciones. A esto se suma la dificultad para repartir responsabilidades de forma equitativa entre los miembros. La estrategia que voy a compartir es la estrella del programa educativo Disciplina Positiva, porque engloba y requiere el desarrollo de nuestros principios más importantes, como la conexión, el respeto mutuo, relaciones horizontales, escucha activa, autorregulación, honestidad y el enfoque en soluciones.

Estoy hablando de las juntas familiares, que son un espacio para reforzar el sentido de pertenencia. También proveen una oportunidad para compartir cumplidos y agradecimientos, planear actividades, resolver problemas y divertirse juntos.

Pero practicarlas no es tarea fácil. Al inicio, las personas pueden frustrarse al tratar de llevarlas a cabo. Para evitar caer en esa ruta de emociones y pensamientos, un buen consejo es iniciarlas con un propósito en mente. Es decir, vivir la experiencia y ensayar los pasos antes de pasar al nivel de resolución de problemas, porque, seguramente, muchos de ellos llevan cierto tiempo esperando ser abordados.

Por tanto, cuando comiences tus primeras juntas familiares, enfócate solamente en practicar cómo hacer cumplidos y en planear una actividad divertida, por ejemplo, un paseo el fin de semana. Ahora mismo, tal vez puedas estar pensando que esto de intercambiar halagos es algo fácil, pero, querido lector, créeme que es necesario este tiempo de entrenamiento para cambiar el chip porque, lamentablemente, en la cotidianidad, solemos ser mejores detectores de fallas o errores que de buenas acciones.

¿Qué se necesita para realizar la junta? Fijar un día y hora en la que todos los miembros de la familia coincidan. Libreta y lapicera. Un objeto que se pase entre los miembros para darles el turno de hablar. Juego de mesa o ritual de despedida, como un abrazo familiar. Bebidas (opcional).

¿Qué conductas las obstaculizan? Olvidarlas o cancelarlas. Usarlas como espacio para juzgarse o culparse unos a otros. Dar sermones. No escucharse con atención y respeto. Estar a la defensiva. No seguir la estructura o saltarse pasos. Hacer preguntas y luego negar, condicionar o ridiculizar las respuestas. Enojarse y alzar la voz. Tratar de solucionar muchos problemas en la misma junta.

¿Qué habilidades intrapersonales facilitan la reunión? Flexibilidad y mente abierta para escuchar opiniones. Respeto por los turnos cuando otros hablan. Orden para seguir el proceso. Paciencia con uno mismo y los demás. Humor para no tomarse las cosas a modo personal.

Dicho esto, ahora sí pasamos al proceso. Toma nota porque, si decides ponerlo en práctica en casa, será un antes y un después en la comunicación de tu familia.

Paso 1: Agradecimientos mutuos

Se comienza con agradecimientos que los padres se hacen entre sí y luego a sus hijos. Deben ser genuinos y reflejar un hecho o acción concreta. Una vez que los adultos han reconocido buenas acciones, es momento de pasar a los niños. Si se niegan porque no saben cómo hacerlo o sienten vergüenza, podemos guiarlos con ejemplos o continuar con otro hijo, y prontamente aprenderán cómo hacerlo.

Paso 2: Problema a resolver

El asunto a tratar puede extraerse de un listado previo pegado en la heladera, donde se fueron acumulando temas propicios para compartirse e involucrar a los hijos, o podría surgir de manera espontánea porque algo reciente necesita resolverse. Si el listado tiene varios temas, se vota por uno o se empieza por el más urgente. Es buen momento para designar los roles del día: el líder, quien guiará la junta, y el secretario, quien anota las propuestas. Estos roles pueden variar de junta en junta para que todos tengan la posibilidad de participar y desarrollar habilidades.

Paso 3: Lluvia de ideas

Una vez elegido el tema, se procede a una lluvia de ideas de posibles soluciones. Todas serán bienvenidas. Conforme surjan, se anotan sin discriminación, aunque algunas parezcan alocadas porque, en este punto, la intención es incentivar la creatividad para resolver conflictos y practicar el respeto a las opiniones ajenas y la escucha activa.

Paso 4: Votación

Tomando en cuenta la pertinencia y factibilidad de las propuestas, se procede a votar. La idea elegida por mayoría se pone en práctica por cierto tiempo y, si no funciona, se puede retomar del listado otra propuesta.

Paso 5: Fin de la junta

Estas reuniones no deben durar más de 30 minutos. Para finalizar y que todos se vayan sintiéndose verdaderamente escuchados y con sentido de pertenencia, se puede agradecer la participación, darse un abrazo familiar, jugar un juego de mesa o compartir una merienda. Por último, se fija la fecha de la siguiente junta y se invita a todos a anotar en la lista los temas que quieran discutir entre todos.

Entre las preguntas más frecuentes que los padres hacen está a partir de qué edad es bueno hacer participar a los hijos. Desde los cuatro años probablemente puedan expresarse y seguir instrucciones. Si hay niños o niñas más pequeños o con condiciones especiales, también pueden estar en la reunión, adaptando su rol a su edad y situación. Pueden jugar con plastilina, dibujar o quedarse sentados en el regazo de mamá, papá o algún hermano mayor.

Si quieres practicar esta herramienta y tu pareja no, puedes comenzar solo y tal vez más adelante se anime a participar cuando observe cambios positivos.

En caso de que se empiecen a fastidiar, será mejor detener la junta y retomarla en otro momento. La premisa es unirse y sentirse más fuerte como familia, no dividirse por falta de habilidades o enojos.

Depende de la disponibilidad horaria y las necesidades de cada familia; la recomendación general es realizarlas una vez a la semana, pero se puede comenzar de manera quincenal o mensual, mientras se asienta la estructura. Como en todo aprendizaje, cuanto más frecuentes sean las reuniones, más rápido se desarrollarán los principios de comunicación asertiva, respeto, empatía y enfoque en soluciones.

Si en la primera junta no se llega a un consenso, no pasa nada. Es normal que esto ocurra al inicio, mientras todos van aprendiendo. La amabilidad y la empatía son cruciales en esta etapa inicial para evitar crear altas expectativas.

Todos aquellos asuntos que involucren a los miembros de la familia son buenos para tratar durante las juntas. Se deben excluir temas que sólo competen a la pareja o que son exclusivamente de adultos. La consigna es: si convocamos a una reunión familiar, el tema debe ser relevante para los hijos también.

Deben participar todos los integrantes que conviven de manera permanente en el hogar. Según la estructura de cada familia, esto puede incluir a padres, hijos y cualquier persona que participe activamente en las dinámicas diarias, como abuelos, cuidadores o niñeras.

Como dice mi colega Jody McVittie, “las juntas familiares proveen una gran oportunidad para que la familia aprenda a tratarse con respeto, practicar la comunicación, planear actividades y resolver problemas juntos”. También son una estrategia poderosa para desarrollar el enfoque en soluciones, el “pensar fuera de la caja” y disminuir la carga de las decisiones pesadas, que usualmente recaen en un solo cuidador. En pocas palabras, son “un tiempo para sentarse y compartir juntos”.

Los animo a probarlas y, si quieren, a contarme su experiencia en la cuenta de Instagram @disciplinapositivauy.

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