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Dahl, siempre

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¿Qué se puede agregar sobre Roald Dahl? ¿Qué decir que no sea redundante de este inglés gigante que llevó los libros para niños a lugares de maravilla, de crueldad, de gozosa oscuridad, ícono de la incorrección política cuya obra trasciende el tiempo y se ha convertido en referente para los escritores de literatura infantil y juvenil de todo el mundo? Que así cualquiera, que llegar y encontrarse sobre el escritorio un ejemplar de El superzorro y otro de La maravillosa medicina de Jorge, ambos de 1964, en flamantes ediciones de 2018, es sinónimo de felicidad porque es la promesa de que estas historias irreverentes, llenas de humor negro, de un sentido de la justicia sin concesiones ni grandilocuencia, de imaginación desbocada y sentimientos genuinamente infantiles, van a estar accesibles para leer y deleitarse con ellas, para identificarse incluso en el dolor y en la crueldad, en la picardía maravillosa y la ternura inesperada.

Con las ilustraciones de Quentin Blake y bajo la consigna “¡Las historias te harán bien!”, Alfaguara ofrece una colección que incluye nueve títulos de Dahl: además de los mencionados, Matilda (1988), Danny, el campeón del mundo (1975), James y el durazno gigante (1961), El gran gigante bonachón (1982), Charly y la fábrica de chocolate (1964), Las brujas (1983) y Cuentos en verso para niños perversos (1982). Para darse una panzada.

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