Cultura Ingresá
Cultura

Horacio Añón, 2017.

Foto: Ricardo Antúnez

Horacio Añón. 50 años de gráfica uruguaya

1 minuto de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Retratos de gráficos.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Sumergirse en la obra gráfica de Horacio Añón (Montevideo, 1940) –que entre mayo y julio del año pasado estuvo expuesta en el Museo Nacional de Artes Visuales y sigue accesible al público desde su catálogo online– es un golpe fuerte para cualquier persona de más de 30 o 35 años. Los afiches, carátulas, dibujos, la tipografía y los colores, la disposición de los objetos en el plano de la página parecen haber estado siempre ahí, acompañándonos desde la biblioteca familiar o escolar, asomando en las publicaciones fasciculares, invitándonos a espectáculos y encuentros. Aunque no supiéramos su nombre, su estética era inconfundible. Añón era el que había puesto aquellos ojos abiertos de lechuza en el número 13 de los Cuadernos de Nuestra Tierra (Aves del Uruguay, de Juan P Cuello) y la silueta de una canoa en un inquietante paisaje verde en el número 36 (Ríos y lagunas, de Raúl Praderi y Jorge Vivo). Era el de la primera tapa de Las venas abiertas de América Latina (1970) y el de los libros de Juan José Morosoli que leímos de chicos.

Portada de la colección Nuestra Tierra, 1969.

Añón no fue, sin embargo, sólo diseñador gráfico (por más que haya sido uno de los más prolíficos): también fue fotógrafo y dibujante, escultor, maquetista y realizador audiovisual. Como señala Rodolfo Fuentes (curador de la muestra de 2017) en el texto escrito para el catálogo, “Añón ejerce su magisterio desde los hechos y su cátedra está en lo que ha producido y sobre todo en lo que nos produjo a nosotros, sus discípulos: encontrarnos con sus metáforas gráficas donde cada elemento es rigurosamente pertinente y adecuado a la escala y distancia de manipulación y visualización [...] habla de algo fundamental en el diseño gráfico: el equilibrio en la tensión de los elementos puestos en juego, el diálogo respetuoso entre los niveles comunicacionales de cada uno de ellos y al mismo tiempo la simpleza de lo pensado para el fin convocado”.

Portada de libro, Linardi y Risso, 1988.

.

¿Te interesa la cultura?
None
Suscribite
¿Te interesa la cultura?
Recibí el newsletter de Cultura en tu email.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura