Sumergirse en la obra gráfica de Horacio Añón (Montevideo, 1940) –que entre mayo y julio del año pasado estuvo expuesta en el Museo Nacional de Artes Visuales y sigue accesible al público desde su catálogo online– es un golpe fuerte para cualquier persona de más de 30 o 35 años. Los afiches, carátulas, dibujos, la tipografía y los colores, la disposición de los objetos en el plano de la página parecen haber estado siempre ahí, acompañándonos desde la biblioteca familiar o escolar, asomando en las publicaciones fasciculares, invitándonos a espectáculos y encuentros. Aunque no supiéramos su nombre, su estética era inconfundible. Añón era el que había puesto aquellos ojos abiertos de lechuza en el número 13 de los Cuadernos de Nuestra Tierra (Aves del Uruguay, de Juan P Cuello) y la silueta de una canoa en un inquietante paisaje verde en el número 36 (Ríos y lagunas, de Raúl Praderi y Jorge Vivo). Era el de la primera tapa de Las venas abiertas de América Latina (1970) y el de los libros de Juan José Morosoli que leímos de chicos.

Portada de la colección Nuestra Tierra, 1969.

Portada de la colección Nuestra Tierra, 1969.

Añón no fue, sin embargo, sólo diseñador gráfico (por más que haya sido uno de los más prolíficos): también fue fotógrafo y dibujante, escultor, maquetista y realizador audiovisual. Como señala Rodolfo Fuentes (curador de la muestra de 2017) en el texto escrito para el catálogo, “Añón ejerce su magisterio desde los hechos y su cátedra está en lo que ha producido y sobre todo en lo que nos produjo a nosotros, sus discípulos: encontrarnos con sus metáforas gráficas donde cada elemento es rigurosamente pertinente y adecuado a la escala y distancia de manipulación y visualización [...] habla de algo fundamental en el diseño gráfico: el equilibrio en la tensión de los elementos puestos en juego, el diálogo respetuoso entre los niveles comunicacionales de cada uno de ellos y al mismo tiempo la simpleza de lo pensado para el fin convocado”.

Portada de libro, Linardi y Risso, 1988.

Portada de libro, Linardi y Risso, 1988.

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