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Virginia Mórtola y “¡Sim sala bim!”, su historia de detectives

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Este es el tercer título publicado por Virginia Mórtola, una autora que se ha largado recientemente a publicar, precedida por un fuerte vínculo con la literatura infantil y juvenil como tallerista y especialista en la materia. Su nuevo libro, ¡Sim sala bim! Tres palabras mágicas, de reciente aparición por el sello Criatura, cuenta con una cuidada edición y plasma el trabajo conjunto con la ilustradora Valentina Echeverría; un trabajo que se disfruta en un libro de buena factura, prolijo, atento a los detalles, que vehiculiza una historia chiquita y redonda, que involucra al lector en los vaivenes de la trama y en los estados de ánimo cambiantes de las protagonistas.

El encuentro de tres amigas en el balneario en el que pasan cada verano desencadena un misterio a resolver. La historia se inscribe, pues, en la rica tradición de libros en los que un grupo de niños acomete una labor detectivesca.

Las tres amigas, movidas por la curiosidad, se proponen desentrañar el secreto de una vieja casona en la que vive una pareja de ancianos, a cuyo alrededor se teje toda clase de habladurías. En las primeras aproximaciones al lugar, las hipótesis más o menos disparatadas y los planes de acción, Mórtola presenta la escena de tal manera que los colores, la oscuridad, los objetos encontrados, todo aquello que perciben los sentidos, construye en conjunto el miedo de las niñas. Un miedo que va en aumento, acicateado por una implacable curiosidad, y que les marca el camino en una dosis similar a las ganas de salir corriendo.

Pero la aventura que era de a tres termina siendo de una protagonista, Valentina, que es descubierta al entrar a la casa. Es pues ella la que resuelve el misterio, la encargada de revertir los prejuicios iniciales –las preguntas de las que parte su labor detectivesca son por qué hay tantas palomas y si la vieja y el viejo que viven en la casa son brujos o hechiceros– y darle significado a cada elemento que, visto desde lejos y sin saber, parecía incomprensible e incluso tétrico. Es Valentina la que, al ver de cerca a los habitantes de la casa, al conocerlos, descubre el secreto –palabras mágicas mediante–, que será también suyo, y la que descubre que todo tiene un sentido, ya no ominoso y terrible.

Hay en ¡Sim sala bim! Tres palabras mágicas puntos de contacto con la primera novela de Mórtola, La ventana de papel (Fin de Siglo, 2018), aunque en este caso es una pincelada, una línea trazada que el lector podrá seguir: el vínculo con los viejos, el descubrimiento, a través de los ojos de una niña, en esas personas cuyo cuerpo muestra a las claras el paso del tiempo, de una vida llena de maravilla, de secretos, de un esplendor añejo que se enciende, como un fósforo en la oscuridad, por un instante.

Hay una mirada tierna y amorosa hacia ese vínculo entre los más chicos y los más viejos: esa pareja de viejos, antes injustamente temida, disfruta y comparte sin preguntar mucho, gozosa también del encuentro que les permite volar por un momento a un pasado esplendoroso. Es el viejo de manos llenas de grumos el que detenta la magia, y el que le otorga una historia para contar.

¡Sim sala bim! Tres palabras mágicas, de Virginia Mórtola y Valentina Echeverría. Criatura, 2019. $ 560.

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