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Con la fotógrafa brasileña Angélica Dass, que expone en la Fotogalería del Parque Rodó

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Desde el 12 de diciembre y hasta el 1° de marzo del año próximo, la fotogalería del Parque Rodó seguirá tomada por una serie de rostros provenientes de todas partes del mundo. Cada uno tiene un color pleno de fondo, identificado debajo de la imagen por el número que representa en la paleta de colores Pantone.

La exposición se titula Humanae y es obra de la fotógrafa brasileña radicada en Madrid Angélica Dass, quien conversó con la diaria sobre el objetivo de su trabajo, el proceso de captura de las imágenes y la importancia del arte, especialmente en este año pandémico.

¿Qué te hace sentir que justo en este momento tus fotografías estén a miles de kilómetros de tu domicilio?

Creo que es extremadamente importante, en un momento en que la dinámica cotidiana casi nos dice que tenemos que temer a otros seres humanos, tener un espacio como el que hay en el Parque Rodó, en el que podemos mirarnos unos a los otros y también mirar esas fotos. Tratar de encontrarse en el otro es fundamental. Parece que mis fotos estuvieran hablando de color, pero yo estoy hablando de humanización y deshumanización. Y creo que es un momento extremadamente importante para que nos acordemos de esto, de la humanización y de buscar puntos comunes entre nosotros.

Y de que las distancias del arte siguen siendo más cortas.

Sí. Hay tres cosas que nos ayudaron mucho en esta pandemia y que no valorábamos tanto, porque estaban ahí: la educación, la salud y el arte. Tres cosas que damos por sentadas y que son grandes compañeras durante todo este período que estamos viviendo. Yo abogo por la importancia del arte como el principio de conversaciones, como ese lugar donde uno se expresa más allá del lenguaje verbal. El arte es fundamental.

Angélica Dass. Foto: Difusión

Tu perfil dice que combinás la fotografía con la investigación sociológica. ¿Esto siempre fue así?

De formación soy fotógrafa y diseñadora, no soy socióloga. Antes de esto trabajaba con moda, y siempre trabajé con esa parte sociológica de la moda, de investigación y tendencias, de por qué nos vestimos como nos vestimos. Creo que hay diferentes disciplinas que sirven [para entender] lo que es el humano y entender cómo actuamos. Es fundamental para que uno se entienda a uno mismo, y yo con Humanae o con otros proyectos fotográficos estoy hablando de nosotros, pero porque primero estoy intentando hacer preguntas sobre mí misma.

¿Cuándo tuviste la idea de este proyecto en particular?

Nací en una familia muy colorida; soy brasileña, pero me reconozco como afrodescendiente, eurodescendiente y descendiente de los pueblos originarios de América. En 2006 me casé con un español muy clarito, de esas personas que con cinco minutos al sol ya parecen una gamba, y la gente me preguntaba de qué color iba a ser mi hijo, porque yo soy así de marrón, con el pelo muy rizado. Así que las dos primeras fotos de este proyecto son de mí y de mi marido, y después hice fotos de toda mi familia. Pero la verdad, cuanto más tiempo pasa, creo que empecé a pensar este proyecto cuando tenía seis años. Una profesora entró a clase con un lápiz de color rosa que ella llamaba “de color carne”. Jamás entendí a esa profesora, y aunque empecé a hacer estas fotos en 2012, estoy pensando sobre este trabajo desde que tenía seis años.

Podrías haber sacado fotos solamente en una ciudad cosmopolita como Madrid, pero decidiste retratar en diferentes partes del mundo. ¿Por qué?

Aunque parezca que estoy coleccionando fotos, yo buscaba crear fotografías como excusa para generar el diálogo, y no serviría hacer el diálogo sólo en Madrid. Fui aprendiendo durante el camino, porque fui llevando este trabajo y fui haciendo fotos o exponiendo en partes completamente opuestas geográficamente. Estoy hablando de Daegu, en Corea del Sur; de Shanghái o Whenzou, en China; de Adís Abeba, en Etiopía, o de Argentina, Chile o Brasil. Parece que estoy hablando de color, pero estoy hablando de otras cosas, y lo descubrí hablando con muchas personas.

Fui hablando sobre esas dinámicas de humanización y deshumanización. Fui descubriendo que, no importa de dónde seas, los colores oscuros son asociados a adjetivos negativos. También fui aprendiendo que hay géneros, orientaciones sexuales y capacidades diferentes que hacen que te traten como menos humano. Sólo puedo hablar de eso porque me he sentado con 4.500 personas y cada una de ellas tuvo la oportunidad de contarme. Yo no elijo quiénes son los modelos: pongo una convocatoria online y las personas vienen para ser retratadas. Mi primera pregunta es: ¿por qué quieres ser parte de esto? El objetivo es esa oportunidad de generar el diálogo en el lugar donde estemos.

¿Por qué junto al título de la exposición se agrega “Work in progress”?

Porque la primera que está en progreso soy yo misma. El día en que George Floyd fue asesinado y la gente puso un cuadradito negro en Instagram, yo escribí: “Tal vez ahora la gente pueda entender por qué yo no estoy cansada de ocho años trabajando con Humanae. De lo que estoy agotada es de 41 años siendo deshumanizada por el color de mi piel”. Así que cuando la gente me pregunta cuándo voy a terminar, digo que cuando no sienta que tengo que pedir para ser humana como otros, por características que son inherentes a quien soy. Puede ser que un día deje de hacer fotos, pero la misión, los valores y las instalaciones de Humanae pueden seguir. Los proyectos educativos asociados a la exposición y todo lo que pueda seguir creciendo harán que el proyecto sea siempre un work in progress, porque no crece solamente a través de mi mano.

¿Cuál es el proceso de las imágenes luego de ser tomadas?

Hago las fotos con un fondo blanco, tomo un cuadradito de 11x11 [pixeles] de la nariz, limpio ese fondo y lo pinto con el color que saco del cuadradito de la nariz. Elijo la nariz porque es una parte del cuerpo que cambia; siempre digo que el color de Humanae es el color del momento en que nos hemos encontrado. Si yo hago la foto en verano o invierno, van a ser diferentes. Uso el color de fondo y busco el correspondiente en una paleta de colores que se llama Pantone. Elijo esa paleta porque, como diseñadora, sé los números que ellos tienen para el color negro y para el color blanco, y te puedo asegurar que no he encontrado a ningún ser humano que encajase en esos dos colores. Entonces, ¿por qué seguimos hablando de esta manera? Y elijo esa paleta porque es un referente para que podamos saber que estamos hablando del mismo color. Los que trabajamos con diseño creemos que todo el mundo sabe lo que es Pantone, y, la verdad, no es así, entonces intento explicarlo de una manera un poco más poética: “Si yo hablo del azul, ¿en qué azul estás pensando? Podemos pensar en el mismo azul, el cielo que piensas tú es el mismo cielo que pienso yo”.

¿Podremos verte en Uruguay cuando todo esto pase?

Ojalá. La idea era no sólo tener la instalación, sino hacer fotos en Uruguay, y teníamos la intención de crear un proyecto educativo con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. No quisimos cancelar porque es importante mantener el espíritu del trabajo vivo, y que el museo siga funcionando y que las calles sigan siendo ocupadas por el arte. Acompaño a la distancia lo que la gente comparte en las redes sociales, principalmente Instagram, y veo cómo están disfrutando mucho de la exposición.

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