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Sala de lectura infantil en la Biblioteca Nacional.

Foto: Andrés Cuenca

Refugio de letras: Desde octubre está abierta, en la Biblioteca Nacional, una sala dedicada a la literatura infantil y juvenil

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Es jueves de tarde cuando llego a la salita infantil y juvenil de la Biblioteca Nacional, un espacio acogedor, luminoso y colorido, que impresiona por su calidez y por los anaqueles llenos de libros de tapas ilustradas, que invitan a buscar. Dos hermanos de entre diez y 12 años entran y saludan a Mariana Cantele, que me está contando cómo surgió este proyecto, cómo funciona, qué expectativas tienen para este año. El acento suave de los niños da las pistas de su origen: son venezolanos. “Hace un mes que están en Uruguay y empezaron a venir acá y se hicieron amigos de otros niños, y vienen a leer y a jugar. Una de las cosas que pasan es que eligen el lugar para estar y la pasan bárbaro. Hay libertad total: pueden agarrar el libro que quieran, quedarse el rato que quieran. Y te cuentan muchas historias”. La pequeña anécdota es elocuente de la significación de la biblioteca como un espacio público del que los usuarios se apropian y que se convierte en lugar de encuentro.

La licenciada Esther Pailos estaba en sus últimos días al frente de la biblioteca cuando recibió la visita de la diaria. “Desde que asumí en la dirección de la Biblioteca tenía la idea de reabrir la sala infantil. Mi primer trabajo como bibliotecóloga ha sido aquí: fui becaria precisamente en el momento en que se cerró, hace 34 años; en realidad es una nueva apertura, porque esta sala no tiene nada que ver con la que estaba, que era maravillosa, ejemplar, pero era de otra época”, cuenta. “La misión de la Biblioteca es difundir a los autores uruguayos. No estamos difundiendo a los de literatura infantil, porque te podrás imaginar que ningún niño va a venir a pedir un libro para leerlo en la sala Artigas. Era una vieja reivindicación, que se concretó a partir de un proyecto en el que venimos trabajando junto con un grupo de colegas, en especial Mariana. Fue un esfuerzo grande desde el punto de vista locativo y de recursos, y estamos muy contentos”, dice.

La sala se inauguró el 26 de setiembre del año pasado. “Nos quedó chica la sala Maestro Julio Castro: tiene capacidad para 200 personas y estaba desbordaba. Creo que eso refleja la necesidad que había de tener una biblioteca infantil, incluso desde la perspectiva del barrio. Eso ha traído como consecuencia que tenemos una afluencia de público permanente, excelente”, comenta Pailos. “Hicimos hincapié en que también fuera juvenil; tenemos juegos de rol, que donó Wirewood, y de tarde se juntan adolescentes a jugar. Estos juegos me resultan particularmente interesantes porque hubo una época en que los juegos de mesa se fueron adaptando al formato electrónico; ahora se da el camino inverso: los juegos de computadora vienen a la mesa, con el atractivo del contacto social: aquí se reúnen para jugar. Una sala infantil y juvenil tiene un potencial enorme”, destaca.

Primero fue un sueño

Sala de lectura infantil en la Biblioteca Nacional. Foto: Andrés Cuenca

“En 2016, con dos compañeras becarias de la Biblioteca, hice el curso de posgrado ‘Identidad y memoria colectiva en la literatura infantil y juvenil’, que dio Adriana Mora en la Facultad de Información y Comunicación. Me movilizó un montón y surgió el tema: hay que hacer una sala infantil en la Biblioteca Nacional. Redactamos un proyecto en conjunto y se lo presentamos a la directora, que dijo que sí enseguida. La cosa era cómo implementarlo, mover la estructura”, recuerda Cantele sobre los inicios. Después de un camino que involucró a un equipo de trabajo en el que estuvieron Pailos, Cantele, las encargadas de Logística y de Gestión Cultural y una integrante de Procesos Técnicos, definieron el lugar donde funcionaría –la que otrora fuera la oficina de la subsecretaria, un cargo que ya no existe–, consiguieron presupuesto para equiparla y encararon la formación de la colección: 90% pertenece al acervo de la Biblioteca, que seleccionaron a partir de la base de datos. El objetivo fue empezar con 1.500 libros, 80% de los cuales son de autores nacionales, material que entra por depósito legal. Cantele señala la necesidad de fortalecer la colección para que crezca tanto en cantidad como en calidad, e indica: “La prioridad para adquirir libros es lo que se publica afuera de autores nacionales, como Horacio Cavallo, Matías Acosta, Ricardo Alcántara, Germán Machado, Mercedes Calvo”.

Muchas cosas para hacer

Sala de lectura infantil en la Biblioteca Nacional. Foto: Andrés Cuenca

La apertura de la sala infantil y juvenil mostró la necesidad de un espacio de esta naturaleza. Durante las vacaciones de verano la visitaron unos 50 niños y adolescentes por día. Esto reafirma la intención de continuar con las actividades que desarrollaron desde el inicio. En este sentido, Cantele destaca el trabajo en redes con otras instituciones a las que les interesan los niños y los adolescentes: escuelas, jardines, liceos, centros CAIF, centros juveniles del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay, grupos del Ministerio de Desarrollo Social, con los educadores del espacio de cuidados de la Universidad de la República. De esta manera, mediante un trabajo que aúna esfuerzos, se fortalecen las acciones.

Por otra parte, la idea es continuar organizando encuentros con escritores e ilustradores –el año pasado estuvieron Sergio López Suárez, Verónica Lecomte y Nicolás Peruzzo–. El próximo trimestre, por ejemplo, tienen previsto que marzo sea el mes de la poesía, durante el cual habrá talleres de poesía a cargo de Paula Taborda, de Uruguay Crece Contigo, y la escritora Lía Schenck; y Horacio Cavallo y Matías Acosta presentarán Poemas para leer en un año, publicado por la editorial argentina Calibroscopio. Abril será el mes del teatro, y habrá títeres, kamishibai y teatro para la primera infancia, a cargo de Rodrigo Vignolo. En mayo, que será el mes del cómic, la sala albergará un ciclo de charlas y talleres a cargo de los ilustradores y guionistas nucleados en la Asociación Uruguaya de Creadores de Historietas.

Además, Pailos hace hincapié en el proyecto de organizar un encuentro nacional de bibliotecas infantiles y juveniles, una oportunidad para el intercambio de experiencias y el fortalecimiento mutuo mediante la generación de lazos entre quienes dedican sus esfuerzos a un mismo propósito.

Sala de lectura infantil en la Biblioteca Nacional. Foto: Andrés Cuenca

Entre las aspiraciones que tienen para el futuro mencionan ampliar el horario y el espacio, y seguir trabajando, de una manera regular, con las escuelas y con las instituciones con las que trabajan en red, como los centros juveniles. También van a continuar el vínculo con IBBY Pájaros Pintados: visitas semanales con niños de tres años cuyas mamás están en situación de cárcel. “Nos interesa poder generar continuidad. Hay chicos que encuentran un refugio acá, donde la palabra no es solamente la del libro, sino también la de los diálogos que se dan entre ellos y conmigo. Ellos me cuentan historias, yo también. Ese espacio de la palabra, donde la palabra es lo importante, es el objetivo”, expresa Cantele.

18 de Julio 1790. 24096011 int. 260. salainfantilyjuvenil@bibna.gub.uy. www.bibna.gub.uy. Abierta martes, miércoles y jueves de 12.00 a 18.00.

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